Rodrigo Bazaes, director de ‘La muerte y la doncella’: “Es una pieza absolutamente incómoda que seguirá cuestionando la democracia”

“La muerte y la doncella” está en cartelera en el Teatro UC hasta el 25 de noviembre.

Este mes se estrenó en el Teatro UC una nueva versión de la obra teatral mundialmente conocida del dramaturgo Ariel Dorfman y que ahora es protagonizada por Valentina Mühr, Daniel Gallo y Julián Marras. Dentro de este thriller psicológico encontramos cuestionamientos a la eficiencia de las investigaciones de crímenes contra los Derechos Humanos en Chile tras la Dictadura Militar de Pinochet y expone lo qué sería capaz de hacer una víctima si tuviese en frente a su victimario con el fin de conseguir justicia.

“La muerte y la doncella” comienza un día cualquiera en un camino costero, donde Gerardo (Julián Marras), luego de pinchar su neumático, es ayudado por un hombre, el doctor Roberto Miranda (Daniel Gallo). En agradecimiento, Gerardo lo invita a casa y Paulina Salas (Valentina Mühr), su mujer, reconoce en el desconocido la voz de su torturador.

La Máquina Medio conversó con Rodrigo Bazaes, director de “La muerte y la doncella”, acerca de cómo fue montar una de las obras de teatro de habla hispana más representadas en el mundo y que adquiere un significado especial en este 2023, ya que se cumple una década del último remontaje de la pieza de Dorfman en Chile; 29 años de que fuese adaptada al cine por Roman Polanski con Sigourney Weaver y Ben Kingsley en los roles principales; 32 años desde que Ana Reeves la diese a conocer en las tablas nacionales con María Elena Duvauchelle como protagonista y a medio siglo del golpe de estado en Chile.

“La muerte y la doncella” está en cartelera en el Teatro UC hasta el 25 de noviembre.

 

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¿Cómo ha sido montar esta obra en el 2023?

Una necesidad irrenunciable en el marco de los 50 años de conmemoración del golpe de estado. Pensábamos que era una obra clave. Es la obra que nos reunió como grupo humano y artístico. Por nuestro interés y vocación por la pieza. En un período de nueve semanas de ensayo le dimos vida a la puesta en escena.

¿Conocías otra adaptación de “La muerte y la doncella”?

Solo el montaje de Moira Miller del 2013. Yo me acuerdo que la asesoré y en su momento, ella me pidió mi opinión acerca de su puesta en escena y de su proyecto escenográfico que desarrollaba Eduardo Jiménez. Ella vino a ver nuestra versión y me acuerdo que me había puesto hasta un crédito de asesor en ese tiempo. No había visto la película. Sí había leído el texto, que lo tenía más asociado al teatro político.

¿Es “La muerte y la doncella” una obra que todo director chileno quiere realizar en su carrera?

Nunca lo he pensado. Pero imagino más bien que la respuesta es no, pues se habría montado con más frecuencia. Los montajes profesionales no son mas de 3 a 4 veces hasta donde yo sé, en sus más de 30 años, pero eso también puede responderse de muchas maneras. También es bueno recordar que el teatro, para ocurrir, necesita de financiamiento, y esta es una obra no sólo difícil de abordar, sino que también incómoda de ver y programar. Lo que sí he descubierto, a través de las visitas de actores veteranos y estudiantes, es que está muy instalada en el imaginario del teatro y que se utiliza bastante como texto realista en la formación. Nosotros hemos potenciado una versión enfocada en el desempeño actoral, potenciando la acción más que lo discursivo.

¿Qué tal ha sido la reacción y el recibimiento del público asistente?

A pesar de que el día de nuestro estreno estábamos muy nerviosos, y que el equipo sentía que nos faltaban unos días para hacer pruebas y test con público -porque tuvimos un proceso corto e intenso para montarla-, confirmamos que la propuesta funcionaba. El recibimiento fue espontáneamente positivo y nadie salió indiferente. Ya hemos cumplido dos semanas de funciones, y la obra ha cobrado vida propia, se siente orgánica y resulta más conmovedora cada día. Sentimos que ha sido bien recibida la propuesta de una versión absolutamente esencialista, y visualmente minimalista, para un texto de mucha profundidad psicológica. Por otro lado, su contenido político, tal como lo proponemos, ha re-abierto debate y reflexión; para nosotros, lo más importante era no ofrecer un punto de vista maniqueo. El espectador lo entiende así y se va con mucha tarea para la casa. Los aplausos son extensos, y los actores deben salir muchas veces a saludar antes de que el público quiera dejar la sala. Ha sido muy gratificante, pues el proyecto fue totalmente autogestionado, financiado en parte, gracias a una campaña crowdfunding.

Además de la época original de estreno, ¿cuáles otras similitudes guarda “La muerte y la doncella” con “Oleanna”, obra que también dirigiste?

Ambos textos son de inicios de los ´90; abordan situaciones y temas controversiales, donde, probablemente, no habrá consenso al intentar coincidir éticamente. Son provocadoras y motivan el debate. Son clásicos contemporáneos, por retratar tan bien cómo los seres humanos podemos sorprendernos de nuestras respuestas en determinados contextos de crisis; ambas abordan genialmente discusiones complejas y contextos violentos, que incluye nuestra relación y lectura contemporánea del poder y del sexo. Me gustan mucho y coinciden con el teatro, la ficción y la pluma que admiro. “Oleanna” tiene un final trágico cerrado  y claro. Ariel Dorfman prefiere uno polivalente en “La muerte y la doncella”, para que sea el espectador quien deba responder o perturbarse con tomar una postura. Ambas han resultado estimulantes para abrir el dialogo post función; qué mejor que las ficciones provoquen eso. Las personas reflexivas e interesadas en nuestro pasado y el devenir, van a terminar de interpretar el montaje en casa, o bien en el bar, después de la función.

¿Crees que no afecta haber estrenado la obra dos meses después de la conmemoración de los 50 años del golpe?

No lo creo. Habría sido algo a considerar en términos de difusión o por la ventaja de habernos integrado a un programa de actividades. Pero el Teatro UC y nosotros nunca dudamos que era fundamental montarla dentro de este año. El proyecto nació con la motivación de participar de esta conmemoración, pero la propuesta tuvo en mente desde el comienzo proyectarse para el próximo año. Respecto de Chile, los debates políticos y éticos que nos propuso siguen pendientes; nos han mantenido en conflicto desde antes y no acabarán de hacerlo pronto. Yo diría que están aumentando. El montaje no está anclado en los años ´90, ni exclusivamente en el contexto político que le otorga la anécdota trágica, que por lo demás, sigue ocurriendo, aquí y en otros contextos. Siempre alguien podrá reencontrarse con su opresor y siempre la justicia está en riesgo de volverse relativa para las creencias y las instituciones que la detengan. Nuestra puesta en escena fue abordada desde más de una arista y su valor como teatro político seguirá estando. Nosotros invitamos a nuestros espectadores a vivir además la experiencia intensa de un thriller psicológico, interpretado con compromiso por nuestro elenco, y un equipo destacado de artistas en la música y el diseño.

¿Imaginas “La muerte y la doncella” volviendo a la pantalla grande, pero con un elenco chileno como el de esta nueva versión?

¿Por qué no? Estamos llenos de buenas historias, como esta y otras. Pero para empezar, habría que ver cómo financiarla. “La muerte y la doncella” es una pieza absolutamente incómoda que seguirá cuestionando la democracia por no haber resuelto de mejor manera el trauma de la violaciones a los derechos humanos. Su esencia provocadora y profunda acerca de nosotros voló más allá de su contexto original. Probablemente, una nueva versión cinematográfica tendría que terminar con sus personajes en el presente, para aceptar mejor el fracaso de lo que supuso conseguiría la Reconciliación. No tengo duda de que más personas querrán conocer “La muerte y la doncella”. Despediremos una temporada repleta y es bueno planear la siguiente.

¿Qué puedes contar acerca de sus próximos proyectos?

En lo próximo, espero se puedan confirmar algunos proyectos audiovisuales. De ellos he conseguido vivir para poder volver cada tanto al teatro. Tengo un par para el próximo año que esperan su financiamiento y hay que admitir que hay una crisis respecto de este tema para los proyectos más autorales. Lo que no he parado de hacer es combinar mi colaboración con proyectos de diseño escénico, dirección de arte, guión y la dirección en general, de teatro, audiovisual y proyectos multidisciplinarios. Me tiene contento mi reciente colaboración en la Dirección de Arte, como Diseñador de Producción en Realidad (denominación que se toma para este cargo, desde el cine gringo para producciones más grandes) de la próxima película de Maite Alberdi, que será su primer largometraje de ficción y en estos momentos está en su etapa de post producción.

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