En ocasiones, algo tan sencillo pero a la vez profundo como una historieta genera un gran impacto en sus lectores, ya sea por el momento en el que lo leen o por la trama en sí. Pero también este medio no suele envejecer del todo bien y, con el paso de los años, las historias pueden resultar obsoletas o no generar tanto impacto como en su momento de salida. “God Loves, Man Kills” (Dios ama, el hombre mata) esta premisa, sin embargo, no podría mantenerse más vigente que ahora, en los momentos que estamos pasando.
Como un “arco” más en este alocado anime que llamamos “año 2020”, las tensiones raciales y el cómo explotó en la cara de los Estados Unidos el asesinato del ciudadano afrodescendiente George Floyd a manos de un policía de Minnesota, provocaron que la gente, harta del abuso de siglos de parte de la policía hacia las comunidades afroamericanas, levantara el puño bajo la consigna del movimiento Black Lives Matter, las manifestaciones se acrecentaron e hicieron arder Minnesota y más localidades del país, por ende la represión policial no se hizo esperar, del mismo modo que en cierto país que no vamos a mencionar.
X-Men: segregación por ser “distintos” al status quo
Pero ¿qué tiene que ver una historieta con la segregación racial? ¿Acaso los cómics pueden tener una carga o profundidad más allá de simplemente contar historias ficticias? Pues totalmente, y aquel que crea lo contrario no entendió en lo absoluto obras como Watchmen o V For Vendetta, de Alan Moore.
Pues los X-Men, mutantes vilipendados por la humanidad debido a ser distintos a ellos, nacieron como una alegoría a la segregación racial y minoritaria que caracterizaba a los Estados Unidos en los años 70 y “Dios ama, el hombre mata” es una de sus historias que por más tiempo que pase, siempre se va a mantener vigente.
Eran los años ochenta y la mayoría de los autores se preocupaban de grandes villanos e impresionantes batallas, pero con la llegada del término “Novela Gráfica” (que explicamos acá), Chris Claremont, quien podía mantener a los lectores al filo de sus historias por meses, decidió experimentar con esto y entregar una historia trascendental en una sola edición.
De primera, tenemos al villano, el reverendo William Stryker, un personaje que podía sentirse hasta como una persona de carne y hueso, debido a que poseía un trasfondo y una razón “divina” que alimentaba su odio por los mutantes, quienes llevan una vida de ser víctimas de la injusticia, los prejuicios y la intolerancia.
Pues al igual que en varias de las historias del equipo comandado por el profesor Charles Xavier, más que una frenética lucha entre el bien y el mal, somos testigos de cómo los miembros de su escuela viven día a día con su don (o maldición) e intentan desenvolverse de una manera “normal” con los demás hasta que Stryker se presenta como una amenaza a su diario vivir.
Aquí comienza un enfrentamiento donde cada mutante es una pieza clave, desde el profesor hasta Magneto, el longevo villano del equipo. Sobre la trama prefiero no dar muchos detalles, debido a que es una lectura sólida y no muy tediosa, pero que cuyo final es uno “adulto”.
Eran los 80 y Alan Moore aún no había escrito “Watchmen”, por ende los cómics eran para “niños” y el público mayor no sentía mayor interés en ellos, pero la conclusión de la historia se aleja mucho de los “buenos” derrotando al peligro de turno. Este desenlace va más allá y nos entrega una sensación bastante agridulce.
La invitación a leer este título de los X-Men está más que hecha, pero ahí no termina el recorrido. El verdadero propósito está en mirar el reflejo de la realidad actual que nos demuestra un cómic escrito hace casi 30 años. ¿De verdad la sociedad está progresando? ¿O solo es que recién se está haciendo visible la terrible desigualdad que existe no solo en Estados Unidos, sino que en nuestro propio entorno?
Para cerrar, los dejo con el discurso de Kitty Pride.
“¡Nightcrawler es generoso, amable y decente! El tenía todas las razones para tener resentimiento, todas las excusas para ser un “demonio” por dentro y por fuera. Pero decidió aprender y reír en lugar de eso. Me gustaría ser la mitad de persona de lo que es él. Y si tengo que escoger entre preocuparme por mi amigo y creer en TU dios… ¡Entonces escojo a mi amigo!”.