Pacto de Sangre, la gran muestra de que es posible

La crisis en la televisión chilena es innegable. Los sueldos, los contratos y las condiciones de la industria ya no son lo que eran a comienzos de los años 90, donde el buen momento económico del país también se podía ver evidenciado en la gran salud de la que gozaba la TV. Contratos millonarios, estabilidad, proyectos televisivos extensos y exitosos; proyectos semestre por medio, incluso, les daban la posibilidad a los actores de disfrutar de un periodo de relajo, con goce de sueldo, donde podían dedicarse a otros proyectos o sus familias, viviendo en la comodidad de tener asegurado un cheque importante a fin de mes. Hoy nada de eso queda.

La producción de proyectos audiovisuales se ha externalizado, las series y/o teleseries han disminuido en cantidad y cupos en los elencos. Ya es posible hablar de cierta precariedad en cuanto a gestión de proyectos audiovisuales en diferentes aspectos. Pero no todo estaba perdido, así al menos se ha dejado ver la gran apuesta que Canal 13 puso en pantalla a mediados del año 2018 en conjunto a la exitosa productora AGTV, perteneciente a Pablo Ávila, en donde se recurre a una temática confiable en relación a los gustos del público chileno: el thriller policiaco. Hablamos de Pacto de Sangre, la exitosa teleserie que en guion tiene claros tintes de una serie y que, lamentablemente, no supo o no quiso ser llevada por ese exitoso canal de realización.

La apuesta dramática muestra la historia de cuatro amigos que se ven involucrados en el fortuito homicidio de Daniela (Antonia Bossman) y poco a poco comienzan a enredarse en una trama sin salida, entre intentos de ocultar la culpabilidad y mantener el estatus social en el caso de Benjamín (Álvaro Espinoza) y Trinidad (Ignacia Baeza); la paranoia y temores casi desenfrenados de Raimundo (Pablo Cerda) por perder a su familia y el temeroso, sincero y más tímido del grupo, Gabriel (Pablo Macaya), sumado a la búsqueda incesante de una madre esforzada, Carmen (Tamara Acosta). Todos papeles que, sumados a los de los co-protagonistas y personajes más secundarios, construyen una historia que funciona con un constante suspenso y dramatismo que conduce al público a una “adicción” por saber cuál será el rol y destino de los personajes. Todo funciona y funcionaba de forma conexa, amplia y fluida, creando un público fiel y expectante, muy en el tono de lo que podría, con algunas correcciones, transformarse en una serie de alguna plataforma de streaming.

Elenco completo de Pacto de Sangre

Casi todo en Pacto de Sangre funciona a un nivel de realización importante, diversificando con el paso de los capítulos los temas que la teleserie iba involucrando a esta trama central, mostrando un Chile reconocible y en el cual la teleaudiencia podía verse identificada respecto a los acontecimientos pasados y actuales. A su vez, el aspecto de la dramaturgia propiamente tal es potenciado por recursos técnicos, como el buen uso de la imagen HD o pequeños detalles que brinda aún más realismo, como por ejemplo, la utilización la figura real respecto a la Policía de Investigaciones, apareciendo como PDI y no como la clásica “BPI” de producciones anteriores de diferentes cadenas televisivas

En resumen, Pacto de Sangre funciona en forma cohesionada, fluida y ágil, con giros dramáticos poco comunes en cuanto a la temporalidad de la emisión de sus capítulos, como por ejemplo, la vez en que Trinidad Errázuriz, el personaje de Ignacia Baeza, descubrió en el capítulo cuatro que los culpables de la desaparición de la joven estudiante eran su marido y amigos, llevándola, con tal de mantener las apariencias, la honra y pulcritud de su nombre familiar a involucrarse en un caso que poco a poco se volvería más cruento y complejo de resolver. Aunque todo quedaría en nada, casi al final de la teleserie, cuando se descubriría que haría mucho más dinámica y entretenida a esta misma: la corrupción en la que su padre, el General de Ejército (R), Hernán Errázuriz (Cristián Campos) estaba involucrado respecto al tráfico de armas.

Se robaron la película (o la teleserie)

Trinidad y Benjamín, Ignacia Baeza y Álvaro Espinoza, respectivamente, han marcado un hito en la dramaturgia contemporánea, situando como los grandes villanos de los nuevos tiempos de las teleseries. Benjamín, un distinguido, prestigioso y reconocido cirujano comenzó a mostrar su lado más oscuro, aquel que era ocultado a su familia y parte de sus amigos y del cual sospecharía su hijo Ignacio (Rodrigo Walker), Feliciano (Álvaro Gómez) y del que solo su esposa y mejores amigos tendrían certeza de lo terrible que podía ser una persona que además de tener conocimientos de medicina, tenía recursos y un nombre con el cual entablar una red de contactos que le permitirían zafar de situaciones en las que su delito podía ser descubierto. Sin embargo, Trinidad, su esposa, sería la gran artífice de todo lo que encubre el asesinato de Daniela, urdiendo con casi perfecta pulcritud los planes para evitar que se supiera la verdad.

Trinidad y Benjamín, los grandes protagonistas de la teleserie

Sus personalidades macabras, calculadoras y sumamente frías a la hora de enfrentar las situaciones donde podían ser descubiertos, sumados a su doble estándar a la hora de encubrir y camuflar la situación misma ante sus más cercanos, manteniendo las apariencias y haciendo como si su “perfecta vida” siguiera de la misma manera. Ambos personajes, muy bien interpretados por sus respectivos actores, logró calar hondo en la opinión pública, situándose como “referentes de la maldad televisiva” con hechos y decisiones que marcaban trascendentalmente la crudeza y ambientación de la teleserie, como por ejemplo, la decisión planificada por Trinidad y ejecutada por Benjamín de descuartizar el cuerpo de Daniela y congelarlo para luego repartir sus restos y así evitar, o al menos intentarlo, que se descubriera el crimen, haciéndolo pasar por una desaparición.

Toda la teleserie se construye en torno a estos maquiavélicos, calculadores y cínicos personajes que, enterados de los sucesos por la cercanía con la madre de la víctima, hacían como si ellos y el grupo de amigos no tuviesen nada que ver.

Los errores

Pacto de Sangre es la muestra viva de que se pueden hacer producciones de ficción de alto nivel, donde se aborden y rompan, con los cánones establecidos en televisión, los límites y se juegue con la crudeza, los guiones y la construcción de personajes complejos. Pero a pesar de que se enhebró una guion exquisito, con personajes entrañables como Marco (Néstor Cantillana) y sus ya típicas frases que han hecho reír a la audiencia, no es un productor exento de errores, claro, que no proviene de la construcción dramática, ni de guion ni de interpretación, sino más bien por parte directrices de edición y programación, tomadas por la plana ejecutiva del canal con la intención de alargar la emisión y obtener mayores réditos económicos.

Pareciera que se sigue sin entender que es el producto lo importante y no lo que lo rodea, no los comerciales de turno. Y entendiendo que los canales deben financiarse, creo, que corregir estos errores de emisión en pro de fortalecer la fidelidad de la audiencia y por consiguiente, junto a un buen trabajo dramático, crear un público constante, que vea las producciones, entregue rating y, en el futuro, poder seguir atreviéndose con apuestas incluso más arriesgadas. Porque Pacto de Sangre es una muestra viva de que es posible televisión de calidad. Pero no es un tope, es un desde y Canal 13 debiera entenderlo así. Los tiempos han cambiado y es imperioso que se adapten a ellos, porque Netflix y tantos otros llegaron y no se van a ir.

Pero más allá de lo errores que pueden evidenciarse, Pacto de Sangre, una teleserie que partió como una apuesta y que lentamente caló hondo en la memoria y en las relaciones interpersonales de las personas, se consolidó, quizás como la muestra de que la tv chilena no está muerta y pareciera ser que aún hay esperanza de más y buenas producciones nacionales… ¡Enhorabuena!

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