Luciano Cruz-Coke detrás del telón: la cultura como excusa para la política

Muchos son los rostros relacionados a la cultura o indirectamente a ella a través de la televisión, que han usado su capital mediático y la resonancia que les da la pantalla chica y las luces para hacerse de un espacio en la política, específicamente en el Congreso Nacional. Proveniente de una familia aristocrática y con amplia tradición republicana, Luciano Cruz-Coke (52) es un actor titulado en el Instituto de Teatro y Cine Lee Starsberg, Nueva York, Estados Unidos; actualmente senador y fue ministro de las Culturas bajo el gobierno de Sebastián Piñera en su primera versión.

Él es uno de estos ejemplos

Hoy, como senador, Cruz-Coke nuevamente está bajo la lupa, esta vez por supuestos gastos que exceden la norma del parlamento. Según estas, quien fuera protagonista de la película chilena “Se Arrienda”, los y las autoridades del poder legislativo chileno solamente pueden gastar hasta 2 millones de pesos en oficinas externas o adicionales a las que ya poseen en el las instalaciones del Congreso, siendo Luciano Cruz-Coke quien lidera un listado de senadores y senadoras con una cifra de 12 millones de pesos, dinero que iría a parar, según fuentes de MEGA Investiga, a un inmueble que arrienda perteneciente a la sociedad llamada Mosaiko Producciones, la cual pertenece a Juan Carlos Salfate, un ingeniero de profesión cercano al parlamentario y amigo cercano del mismo.

Pero no es primera vez que quien participase en las teleseries Gatas y Tuercas y Charly y Tango, ambas de Canal 13, se ve envuelto en “cosas extrañas”, relacionando con ellas al mundo de la cultura.

Luciano Cruz-Coke de nuevo “Se Arrienda”

Mucho antes de que fuese una autoridad conservadora connotada en nuestra alicaída política nacional, Luciano Cruz Coke, quien por aquellos entonces buscaba la manera de reinsertarse en el mundo de la cultura luego de dar por terminada su experiencia como máxima autoridad de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Terminada dicha gestión, Cruz Coke demoró un poco su retorno a los escenarios, haciéndolo con la obra Los Vecinos de Arriba, del dramaturgo español Cesc Gay. “La comedia es un terreno complejo de explorar para un actor, ya que se corre el riesgo de subrayar e ir más allá de lo que la obra requiere, y transformando el humor en algo farsesco”, declaraba. Pero mientras esa obra era un éxito, poco a poco salía a la luz un hecho que enturbiaría su, hasta entonces, impecable palmarés político: Lastarria 90.

Lastarria 90, el lugar de la polémica

En las últimas horas, distintas voces de la escena local han recordado su molestia en redes sociales ante el estado actual de la que fue sala del actual senador: Lastarria 90, inaugurada en 2001 junto a su socio, el actor Felipe Braun, y que hoy está convertida en una cafetería Starbucks, en pleno Barrio Lastarria en el Centro de Santiago. Pero, ¿Cuál es la polémica?

Pues corría el 2003 y el que se levantara como un teatro y centro cultural recibió $15 millones del Consejo de la Cultura en 2003 para su acondicionamiento, $57 millones más en la línea de Desarrollo de Infraestructura Cultural del Fondart en 2004, y otros $110 millones para habilitar una sala de cine en 2007, también por fondos concursables. “Estamos a la espera de un gestor”, declaró Cruz-Coke en una entrevista meses atrás, poco después de que la misma sala, que alguna vez fue sede de la Escuela de Teatro de la UC y el Teatro Aleph, fuese desocupada por el Duoc tras cuatro años de arriendo (2012-2016)”. Añadiendo en su defensa, Cruz Coke dijo: “En 2010, y por razones evidentes, se arrendó al café Wonderful cuando asumí como ministro. Ni Felipe ni yo podíamos seguir a la cabeza del teatro porque era incompatible una cosa con la otra”. Hasta ahí, todo bien. Sin embargo, poco después, cuando ni el café ni el teatro podían desarrollarse por sí mismos y legalmente el espacio seguía bajo la administración de Cruz Coke y Braun, este fue arrendado a un café de la marca Starbucks, recibiendo los respectivos pagos y beneficios económicos por el arriendo del lugar, que en un principio no solo fue levantado con fines culturales y sociales, sino también con dineros públicos.

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