El pasado 8 de noviembre se lanzó Death Stranding, la críptica obra del maestro Hideo Kojima, padre de la saga Metal Gear Solid, quien hace unos días aseveró que su próximo trabajo iba a estar enfocado en el terror. Algo que resulta interesante, ya que se reunió para un trístemente cancelado Silent Hill junto a Guillermo del Toro.
Pues hace un par de días, ansioso de volver al pueblo maldito, encendí mi Playstation 2 y volví a jugar Silent Hill 2 como debe ser, no en esa horrorosa (y no en el sentido que nos convoca) edición HD con problemas de audio y un sinfín de barbaridades más.
Para aquellos que no son visitantes habituales de estos juegos, Silent Hill 2 cuenta la historia de James Sunderland, un hombre que arriba al tétrico pueblo Silent Hill tras recibir una carta de su esposa, Mary. Lo que podría ser una historia normal da un giro total cuando James menciona que su esposa lleva muerta tres años, debido a una enfermedad terminal y que lo está esperando en su “lugar especial” en Silent Hill.
Este videojuego está fuertemente influido por la novela filosófica del escritor ruso Fiodor Dostoyevski, “Crimen y castigo” (1866), obra que, según muchos especialistas y expertos, es la mejor representación del proceso que pasa un criminal desde el momento en que comete el crimen a su condena o castigo.
De esto va Silent Hill 2, sobre un hombre torturado que guarda un secreto y busca ser penalizado por sus actos, llevándonos al simbolismo que este juego contempla.
Los enemigos: representación de la condena
Uno de los elementos más destacables de toda la franquicia de Silent Hill, es el perturbador diseño de sus enemigos, siendo, prácticamente, el “emblema de la saga“, como el conocido “Pyramid Head”, una figura de contextura masculina que lleva por cabeza una pirámide de seis caras o prisma y porta un gran machete como arma; una analogía del verdugo.
De ahora en adelante comienzan los SPOILERS, así que si no has jugado a Silent Hill 2, te recomiendo que lo hagas, ya que es lo mejor que tiene el género para ofrecer.
Pyramid Head representa el castigo que busca James Sunderland por los crímenes que cometió y que lo atrajeron de vuelta a Silent Hill. Esto, tras meses de ver a su esposa cada vez peor debido a su enfermedad degenerativa, James comienza a hartarse de los malos tratos que Mary le entrega, así que en una decisión desesperada, James ahoga a su esposa usando un cojín, para terminar con su sufrimiento y a la vez para desquitarse por lo que sufre James al ver así a Mary.
A medida que la historia toma rumbo, asimismo conocemos a Eddie Dombrowski, un joven que llega a Silent Hill luego de asesinar a alguien que se burló de su obesidad. Al matar James a Eddie, cuando nos enfrentamos a Pyramid Head en el Hotel Lake View, vemos que existen dos de él, uno representando a Mary y otro representando el asesinato de Eddie.
Otro enemigo, que se veía por primera vez en la entrega anterior, son las Enfermeras, pero a diferencia de a las que se enfrenta Harry Mason, estas tienen un aspecto más sexualizado y hasta se puede oír una suerte de gemido cuando James acaba con ellas. Aquello se debe a que, como muchos de los enemigos, las enfermeras representan la sexualidad frustrada de James, tener que ir día a día al hospital a visitar a su moribunda esposa lo llevaría tal vez a fantasear con las enfermeras del lugar.
Otro ejemplo son los Maniquíes, que no son más que dos pares de piernas unidos por la cintura, haciendo entender que lo único que importaba eran las piernas de una mujer y lo que está entre ellas.
En su travesía por Silent Hill, James se encuentra con varios personajes, pero la primera de ellos es Angela Orosco, una mujer que se ve deprimida y quien parece no tener la misma percepción del pueblo que James. Cuando volvemos a encontrarnos con ella se le ve en el suelo, con un cuchillo, pensando en quitarse la vida por razones que aún no son claras para nosotros, James la convence de no hacerlo y esta le entrega el cuchillo a él. Sin embargo, cerca de terminar la zona del laberinto, llegamos a la habitación de Angela, donde vemos a un monstruo llamado Abstract Daddy, que parece una cama con dos cuerpos sobre ella.
Esta monstruosidad representa los vejámenes que sufrió durante su vida Angela, quien fue abusada y violada por su padre y hermano, actos que la llevaron a culparse a ella misma por no hacer nada al respecto y considerar el suicidio.
El lugar donde se efectúa esta “lucha de jefe” tiene 23 orificios con figuras cilíndricas que entran y salen, dando a entender que así es como Angela vivió sus abusos, como un tormento mecánico, ineludible y desesperante. Cuando el enemigo es derrotado, Angela compara a James con el monstruo, diciéndole que el solo está tras “una cosa” y que haría todo lo que fuera para conseguirla.
Ya en el escenario final del juego, James se encuentra una última vez a Angela, en unas escaleras que están consumiendo las llamas. Allí, Angela dice a James: “Así que ahora lo ves ¿verdad? Pues así lo veo yo todos los días de mi vida”, implicando que tras sus abusos y el culparse a ella misma de estos, Angela no veía su vida más que como un infierno. Después de esto le pide a James su cuchillo de vuelta y sube las escaleras en llamas, que no parecen afectarla a ella, pero sí al jugador.
Estos ejemplos son considerados los más reconocidos sobre el simbolismo que tiene este increíble juego, que lleva ya dieciocho años manteniéndose dentro de lo mejor del género de terror en los videojuegos.
Para cerrar, los dejamos con la carta completa que escribe Mary Sheperd Sunderland a James antes de morir. Una manera brillante de cerrar el telón en una historia de terror, con una carta que nos llevó a ese pueblo, Silent Hill…