Perla, el docureality que rompió las barreras socio-culturales

Canal 13, en ese tiempo aún con participación de la Iglesia Católica en su administración, buscaba dar un golpe de innovación, pero que, al mismo tiempo, uniera y estableciera relación con el formato clásico de los reality show, dando espacio a un programa que comenzaría, bajo la producción ejecutiva de Andrea Vargas, con un casting que tenía una idea central: mostrar diferentes realidades de la juventud chilena.

En pleno 2011, Chile comenzaría a vivir lo que hoy ha desembocado en un constante pero sostenido proceso de liberación e identificación social, por lo que Canal 13, quizás en forma vanguardista, daba cabida a un programa que buscaba dar una impresión en primera persona sobre mundos tan disimiles y lejanos como lo son el gitano, el de una familia clase media baja, de un persona que vive con las comodidades sabidas en Las Condes y que, además, presentaría abiertamente a un personaje gay, abriendo un tema que, hasta ese entonces, era más bien tratado con recelo por la programación chilena.

Estos mundos serían recorridos, interiorizados y profundizados con el correr de los capítulos, mostrando todos los sábados un extracto e impresión –quizás mínima- de lo que vivían los jóvenes hace ocho años atrás y que hoy tampoco ha cambiado mucho.

El programa en sí mismo era una realización clásica, donde los personajes, minuciosamente seleccionados para la ambientación y desarrollo del proyecto, mostraban su vida tal y como ellos las experimentaban, permitiendo conocer y reconocer situaciones nuevas y comunes en la pantalla que al público cautivó desde el primer episodio.

Porque no solo estaban los personajes como seres individuales, sino que además cruzaban sus vidas, experiencias y relaciones para la conformación de un grupo que terminó mostrando, en parte, la realidad de un país sin mayores maquetas pre establecidas.

Era una demostración de una juventud que buscaba salir y unirse, romper prejuicios y comenzar con una ruptura de estructuras sociales, donde dejaban atrás elementos de clasismo y diferencias socioculturales, asimismo comenzando una demostración de una sociedad que hoy podría denominarse como inclusiva.

Todos estos aspectos un tanto más profundos, eran sometidos a una relajación producida por la química, complicidad y cohesión de personas que, aunque con conflictos internos y de la propia trama del programa, lograron converger en un punto común, mostrando sinceridad ante las cámaras, ganándose no solo a un público joven sino que además al familiar, a pesar del horario (era transmitido, aproximadamente,  las 23:45 horas).

“Perla, tan real como tú” expresaba en cada capítulo emitido; realidad y a la vez sincronía con una cotidianeidad cambiante, de necesario mestizaje y que, como se mencionó, comenzaba a mostrar un Chile que necesitaba reconocerse con su juventud.

Perla

La protagonista y a quien el programa debe su nombre, era una gitana de 18 años que tenía como motivo de vida mostrarle a otras gitanas que ellas no por ser parte de esa cultura debían perpetuar eternamente el sistema de vida que inculcaba y que sumía a la mujer a un rol de dueña de casa, coartando opciones de estudio, trabajo, libertad en la forma de vestirse e incluso de relacionarse.

En esta senda, durante el programa, se mostraron con dedicación los conflictos que ella vivía con su familia por tener un carácter catalogado como rebelde, pero que, sin embargo, tenía causales potentes como la delicada experiencia de haber estado casada con apenas 16 años y no haber podido disfrutar –en parte gracias a ese carácter- de un vida que es catalogada como  normal dentro de la comunidad gitana.

A su vez, durante el programa se mostró como ella, a pesar de esta posición emancipadora, aun así mantenía respeto y distancia, como por ejemplo en oportunidades donde debía exponer su cuerpo a situaciones sensuales o simplemente usar bikini, momentos en los que se mantenía apegada a la norma gitana.

Dash

Un joven nacido y criado en una población en Maipú, desarrolló su participación en un comienzo en base a desmantelar los prejuicios sobre su opción de pertenecer a  la tribuna urbana conocida como flaites y así poder desarrollar una vida sin tener que pasar por situaciones que comenzaban a tornarse incómodas.

Con un carácter alegre, con personalidad, pero al mismo tiempo con humildad, Maickol González, de en ese entonces 18 años, además buscaba una oportunidad en el fútbol, sin embargo esta no llegaría debido a su constante falta de disciplina.

La primera parte de su estadía en el reality estuvo marcada por esta decepción y los encontrones y conflictos con madre, quien constantemente le criticaba su falta de preocupación por el futuro, vestimenta y nulo interés por algo que no fuera salir de fiesta. Pero, a pesar de todo, Maickol saldría adelante.

Ya una vez adentrados en el programa, Dash, como le gusta que le digan, se dio cuenta de que el roce con otras personas y el estar expuesto ante el país eran motivos más que suficientes para buscar un cambio de imagen y derribar el prejuicio de que alguien catalogado como “flaite” era sinónimo de ladrón o mal vividor.

Dentro de este proceso, uno de los factores clave para que el joven maipucino cambiara sería la cada vez más estrecha relación con Constanza Molina, quien, según ellos, era “peloliso” por vivir en una comuna considerada como “cuica”.

El esforzado joven dentro de este deambular mantendría siempre una gran amistad con su amigo Sebastián Leiva, el “Cangri”.

Cangri

Cuyo nombre real era Sebastián Leiva, era el fiel amigo de Maickol González, el “Dash”, con quien realizaría todo el programa y con quien viviría grandes aventuras que lo  hicieron acreedor de ser uno de los queridos del programa gracias a su personalidad, carisma, simpatía y sinceridad a la hora de desenvolverse con el resto y decir las cosas.

El Cangri no estableció un personaje, sino que fue él mismo, mostrándose como el fiel ejemplo de un joven que debía luchar contra las adversidades socioeconómicas y que además debía lidiar no solo con ser el hermano mayor sino además con cumplir, de algún modo, con el rol de padre debido a la muerte del suyo en el año 2002.

Sebastián Leiva, a su manera, se había convertido el símbolo de la superación y la reivindicación, asumiendo incluso la paternidad de un pequeño hijo años después. Lamentablemente Sebastián falleció hace algunos días en investigadas situaciones.

Constanza “Conny” Molina:

Era la “niña bonita” del programa pero que a su vez representaba otro tipo de estratificación típica de este país: la cuica. Pero ella rápidamente se encargaría de derribar ese estereotipo, demostrando sus habilidades y sensibilidades artísticas.

Conny cumplía un rol diferente a los de sus otros compañeros mencionados, el cual consistía en mostrar la realidad de una adolescente de 15 años socialmente catalogada como “normal”, sin embargo ella misma se encargó, probablemente en forma inconsciente, a la vez ser un factor integrador y de unificar la concepción de un grupo a pesar de conflictos iniciales con Perla debido a su relación con Cristóbal Romero.

Además, dentro de la historia que significó el programa, Conny mostró una faceta artística que sorprendería, luciendo su afición al canto y gran talento histriónico, protagonizando vídeos musicales caseros con los que pretendía lanzar su carrera musical.

Un punto a destacar dentro de la historia de Constanza en el reality, fue la labor que cumplió,  sin quererlo, en la transformación de Dash. Pero la Conny no solo hacía brillar a otros sino que también brillaba por ella misma, demostrando personalidad, sensibilidad y características propias de una mujer interesante.

Cristóbal Romero

17 años tenía Cristóbal Romero a la hora de grabar el reality, pero no era su edad lo que era llamativo en él, sino su forma de ser.

Retraído, tímido y con un norte claro de querer ser realizador audiovisual, ocupaba su tiempo en crear videos e inventos que le permitieran dar un salto en la producción de su material, el cual tenía, por lo general, un punto en común: la violencia.

¿Violencia? Así como se lee. La historia de Cristóbal, en especial acontecimientos puntuales, cumplía un rol específico e importante dentro de la exitosa producción y era mostrar las consecuencias, dentro de todo “positivas”, que tuvo el maltrato estudiantil, lo que lo llevó a encerrarse en su propio mundo, aprendiendo todo lo necesario para la producción musical, audiovisual y que además le produjo una preocupación importante por la preparación física.

Cristóbal era el “niño bueno” y que –al igual que Cony- funcionaban como un punto de encuentro entre los mundos que convergían en el programa.

Nicolás Yunge

Quizás el más controvertido e interesante personaje dentro de la serie. De fuerte personalidad, Nicolás mostró una serie de conflictos con su familia debido a los problemas conductuales, los cuales eran originados por el maltrato que sufrió cuando niño debido a su orientación sexual.

A sus 18 años, edad que tenía al momento de la serie, no había terminado el colegio y los conflictos con su madre, con quien mantenía mayor relación, se habían acrecentado.

Nicolás era la muestra viviente de los conflictos internos que podía ocasionar la discriminación e intolerancia del sector conservador, grupo que representaba su padre quien no aceptaba que sea homosexual, dentro de una persona que se vio excluida de toda participación y de sentimiento de cariño y afecto por, supuestamente, traicionar las expectativas que se tienen sobre el hombre.

Perla fue un docureality que marcó una generación, no solo por lo divertido de las situaciones que se presentaban en el espacio, sino porque comenzó, quizás sin quererlo, a mostrar en televisión abierta y masiva diferentes realidades, donde además se derribaron prejuicios y se logró evidenciar que detrás de las estructuras y chapas sociales que la comunidad coloca, hay personas capaces de ser eso y más o quizás, también de ser todo al mismo tiempo, superándose y usando las oportunidades que la vida presenta.

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