La mañana de este miércoles 30 de septiembre, una trágica noticia despertó a todos los fanáticos del cómic de habla hispana, ya que llegaría el día en el que fallece Joaquín Salvador Lavado, conocido en el medio como “Quino”, el hombre que con algo tan simple como un lápiz y su mente, creó un universo que espejaba la realidad, donde un grupo de niños que miraban el mundo y la sociedad desde el prisma de la inocencia durante la infancia. Ese mundo fue conocido mundialmente como una carismática niña llamada “Mafalda”.

Habiendo nacido como una tira que promocionaría una línea de electrodomésticos, “Mafalda” terminaría siendo publicada en un semanario llamado “Primera Plana” del cual tiempo después migraría a “El Mundo” debido a “diferencias creativas”, de ahí en adelante la gran mayoría es historia. Su popularidad y la manera en que llegaba a los lectores convirtió a Mafalda y sus amigos en un éxito por todo el mundo.

Mafalda era una niña, parte de una familia de clase media argentina que protagonizaba las tiras cómicas homónimas a la niña, quien era “diferente”. Y decimos diferente porque una chiquilla tan contestataria como ella, sirvió como voz para una generación completa que sabía que en el mundo podían haber muchas “Mafalda”, personas que veían la injusticia del mundo y se preguntaban ¿por qué?

Otra vez Sopa…

En este artículo, más que dar razones sobre por qué leer a Mafalda, busco hacer algo distinto porque ¿todos hemos leído a Mafalda alguna vez, no? Pues para aquellos que no, un rasgo que la melenada niña tenía era su odio eterno hacia la sopa, una comida que para muchos es disfrutable pero que para ella se hacía tan repetitiva que no podía soportarla.

Hagamos un ejercicio: ¿qué otra cosa repetitiva nos desagrada al punto de vilipendiarla? Las respuestas son infinitas, pero si hay algo que actualmente se repite es la injusticia. Porque ver que los recintos penitenciaros tienen una puerta giratoria harta; ver que día a día más mujeres son asesinadas y abusadas es horripilante; que un acto de rebeldía tan puro como manifestarse a favor del cambio social que necesita el país sea reprimido por fuerzas policiales, mientras grupos de odio se reúnen sin las mismas repercusiones es simplemente eso, “sopa”.

Y hay muchos que estamos hartos de la “sopa”, probablemente varios tienen ese descontento gracias a Mafalda, cuyo simbolismo es aplicable a muchas situaciones alrededor del mundo, situaciones donde la injusticia reina y son pocos quienes están dispuestos a levantar la voz en contra de lo que está mal, quienes buscan un cambio real para el bien de todos.

Si bien la muerte de Quino es una noticia terrible para el mundo del noveno arte, su obra, su creación, está muy lejos de morir. Quino supo retratar a la verdadera clase media trabajadora y lo logró de manera excepcional usando a Mafalda, Felipe, Joaquín, Manolito, Raquel, Susanita, Guille, Miguelito y Libertad. Un grupo de carismáticos niños de los cuales todos tenemos o mucho o poco, pero que nos ayudan a recordar que todos tenemos un niño interior, que ya está harto de la sopa.

Muchas gracias, Quino.