“Criminal”, de Netflix, es de esas apuestas audiovisuales que resultan extremadamente interesantes como concepto audiovisual, pero que en su ejecución siempre quedan un poco cortas a la expectativa anticipada del espectador. Es una serie que, a grandes rasgos, cumple su función, mas deja con gusto a poco en relación a todo aquello que prometía un concepto innovador de grabación y producción en colaboración.
Se instala, entonces, como una apuesta interesante, que no logra, sin embargo, impregnarse de manera memorable. En otras palabras, creo que nadie diría que “Criminal” es su serie favorita de todos los tiempos. Por el contrario, es de ese montón de producciones que pasan a formar parte de la larga lista de cosas que uno vio y que quedan almacenadas para futuras recomendaciones o para recordar como posible referente.
La apuesta de “Criminal”
La serie se instala como una coproducción entre diferentes países de Europa. La realización se hizo el 2018 y se lanzó en Netflix en septiembre de 2019. El porqué de que comienza a estar ahora en la sección de recomendaciones y tendencias no lo sé… la verdad es que no había escuchado de esta serie hasta entrado octubre del presente año.
La premisa, entonces, es lo más interesante de la serie: una sala de interrogatorios que se instala como único espacio de los acontecimientos, en donde concurren diferentes acusados. Cada uno con su propia historia y su propio crimen.
Cada país tenía autonomía para realizar sus propias historias, su propio guion, su propia dirección y su propio casting; la plataforma lanzó “Criminal” como un compilado de cuatro partes diferentes. Existe, entonces, el show en su versión española, francesa, alemana e inglesa. Lo interesante radica en las diferencias de cada una de las producciones a pesar de funcionar exactamente bajo la misma base de realización.
Toda la serie se grabó en Madrid, en la misma locación. Pero los rasgos característicos de la perspectiva audiovisual de cada país se revelan desde el comienzo.
La serie se vuelve, por tanto, una radiografía de los diferentes temas que se van develando por la decisión en sus historias, la técnica al grabar y las diversas poéticas actorales que van apareciendo.
Analicemos cada una de las tramas en sus distintas locaciones.
Criminal: España
Los tres capítulos de España son quizás de los que menos logran instalarse. El primer episodio es el más interesante por la elección de detalles que incorporan en la historia, pero el fallo de la serie está en la falta de desarrollo de la historia de sus personajes “estables”.
Ese es quizás uno de los mayores desafíos de la serie: la instalación de los personajes que sí tienen continuidad.
En tres capítulos debe existir alguna especie de cohesión que instale la noción de principio, desarrollo y final con los personajes que se encuentran en la sala de interrogación de manera permanente. El equipo de detectives se presenta de manera estable y lo difícil es entregarle un arco a esos personajes, siendo que todo el tiempo de cada capítulo se aboca casi por completo a ahondar en el desarrollo del interrogado en cuestión y la historia del crimen.
En “Criminal: España” la elección de esta historia no fue tan acertada. Introduciendo un amorío con diferencia de edad, una rivalidad entre los dos personajes femeninos; lo más destacable que logra quedar es el cuestionamiento incipiente a la institución policial y a la noción de justicia.
La parte española hace hincapié en poner de manera evidente los saltos de protocolo y la manipulación por parte de los detectives para conseguir resultados, una noción de “el fin justifica los medios” que en estos tiempos se ha visto bastante en varias noticias y documentales de crímenes verídicos.
Sin embargo, son reflexiones interesantes que no se logran instalar del todo debido a la gran cantidad de información que se va entregando. A causa de la corta duración de los capítulos ninguna de las diferentes historias “estables” se asienta con el necesario impacto en la construcción de la narrativa.
“Criminal: España”, entonces, queda a medias y a veces anecdótica. Las historias son interesantes y extremadamente particulares, pero los desenlaces pierden fuerza y terminan por debilitar toda la construcción anterior.
Se revela, eso sí, la personalidad actoral y audiovisual del país. De inmediato se percibe una construcción hacia afuera, explosiva y con una personalidad extremadamente fuerte. Y cabe preguntarse si quizás con más tiempo o más capítulos el resultado habría sido más acabado…
Criminal: Alemania
Esta es quizás una de las partes que más se acerca a constituir una serie memorable digna de recordarse…
No es una producción extraordinaria, pero la parte alemana Criminal logra formar una historia cohesionada en sus tres capítulos con temáticas particulares que se van ahondando en cada uno de los capítulos.
Y su gran acierto está en articular como tema recurrente de la narrativa la división existente de Alemania durante el periodo de la ‘Guerra Fría’. Desde el primer capítulo se menciona de manera tajante la claridad con la que siempre se puede identificar entre un alemán occidental frente a uno del lado oriental, sobre todo en Berlín en donde la división fue aún más clara que en el resto del territorio. La caída del muro de Berlín y sus implicancias sociales aparecen con fuerza en cada uno de los capítulos, noción que pocas veces se muestra en producciones de este tipo.
Se saben las implicancias políticas del hecho histórico, algo que nos ha recordado de manera tajante el cine occidental, pero la implicancia social es algo nuevo y se vive de manera patente desde el desarrollo de personajes.
El coste de esto es que muchos de los personajes “estables” de la serie no tienen mayor desarrollo y aparecen de manera anecdótica. Pero los que sí logran desarrollarse, lo hacen de manera contundente y memorable.
Esta parte, por tanto, se completa de manera redonda. No solo cada uno de los casos es interesante, sino que además encuentra una manera de ser relevante y particular en su forma de responder a una perspectiva única de Alemania.
Criminal: Francia
En el caso de la parte francesa de “Criminal” sucede que los casos son interesantes, pero ninguno de ellos es realmente emblemático y ninguno logra calar de manera profunda en el espectador. El problema es que precisamente las historias de cada capítulo terminan siendo lo más llamativo.
La dinámica de los personajes “estables” en este caso nunca logran articularse del todo. Es la gran dificultad que tiene la serie: instalar personajes y arcos narrativos en tan solo tres capítulos.
Cada país hace su versión frente a esta dificultad, algunos mejor que otros, pero en el caso de Francia ninguno de los conflictos que propone entre los personajes de los detectives impacta demasiado.
En terminos técnicos tampoco se evidencia mucha investigación. Considerando la historia audiovisual de Francia, se extrañan ciertos planos más experimentales o la herencia visual de la Nouvelle Vague y sus respectivos cineastas.
Es una apuesta segura y correcta, que tiene como principal interés las historias del interrogatorio en cuestión, pero que a diferencia de alguna de las otras versiones no muestra algo auténtico ni único a la visión local del país.
Criminal: UK
Esta última parte de “Criminal” es quizás la más acabada junto con la versión de Alemania. Es la única, también, que consta de dos temporadas en lugar de solo una.
Lo interesante de la versión inglesa es que es en esta en la cual más se revela el vínculo inherente que tiene la propuesta de la serie con una concepción teatral del montaje. La acotación a un solo espacio escénico evidencia de inmediato esta noción, pero la versión inglesa es la única que pone de manifiesto lo teatral también en lo actoral.
El enfoque que le entregan a la construcción del texto en cada capítulo es evidente, y la investigación visual de la cámara se articula siempre como un aporte y construye en conjunto con el guion.
Es la versión en donde más se explora con el dispositivo audiovisual, creando planos y secuencias interesantes para ir avanzando la narración. Varios de ellos se encuentran en la segunda temporada más que en la primera, algo interesante porque revela un interés por seguir ahondando en la propuesta inicial de la serie.
Dentro de esta serie de mecanismos se puede rescatar un momento en el que la cámara adquiere completa autonomía al final del primer capítulo, en donde el protagonista pasa a ser el espacio; y el largo monólogo de Kit Harington frente a un plano medio que se instala de manera fija y que se alarga pone un foco férreo en el matiz actoral.
La historia que se le entrega a los personajes “estables” también logra instalarse bien. De alguna manera, desde los primeros capítulos se perfilan las diferentes personalidades y los diferentes roces y conflictos que puedan haber sin quitar el foco de las historias incidentales que van apareciendo.
Lo “inglés” en ese sentido, aparece en cada uno de sus elementos. Desde el guion, a la propuesta visual, a la construcción actoral; aparece lo específico y particular. Haciendo de ésta versión algo interesante y único.
Conclusiones…
“Criminal” y sus cuatro partes no se logran instalar como una de las grandes series que pasara a la historia. Dudo que esté en alguna lista de producciones predilectas o incluso que se llegue a ver de manera masiva como sí lo han hecho otras apuestas de Netflix.
Sin embargo, es una serie que propone desde su premisa algo extremadamente interesante e intenta establecer una especie de investigación más allá del resultado comercial que pueda tener.
Es un programa que vale la pena para todos aquellos que disfrutan analizar la construcción audiovisual de una producción, que observan más allá de la historia y buscan esa investigación detrás de cámara, esa innovación actoral o la construcción de una narrativa.
Es una serie que al tener varias partes da pie para establecer comparativas y llegar a conclusiones. ¿Por qué ciertos capítulos están mejor construidos que otros?, o ¿por qué ciertos países logran dar cohesión a lo breve siendo que otros no?
Lo más atractivo es precisamente que se develan aspectos culturales y de idiosincrasia a través de lo que deciden poner o no en esos tres capítulos. Las historias, las temáticas y las interrogantes que abre cada uno son particulares y únicas: propias del espacio y lugar de quienes la crean.
Sirve, por sobre todo, como ejercicio audiovisual.
Y a todo a quién le interese pasará un buen rato debatiendo las diferentes propuestas y respuestas que dio cada país a la premisa inicial.