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Carlos Araya, director de “El viaje espacial”: “Este país ofrece humor, delirio, resistencia y melancolía”

Sospecho que todos hemos usado un paradero alguna vez en nuestras vidas. Nos hemos quejado de ellos y, ¿por qué no?, podríamos tener nuestro favorito. Es que el transporte público es clave en nuestro día a día. Incluso funciona como acción de protesta. ¿Quién imaginó que su evasión hace un año iba a desencadenar un estallido social que acabará con la Constitución de Pinochet? En ese viaje de reflexión nos adentra “El viaje espacial”.

“El viaje espacial” es uno de los estrenos digitales de este 2020 del programa MIRADOC. Dirigido por Carlos Araya Díaz, este largometraje nos invita a observar los paraderos, espacio de únicas y espontáneas conversaciones entre pasajeros. Un viaje con toques experimentales por un Chile en tránsito, tensionado con la migración, la discriminación y la violencia.

El documental nos ofrece una oportunidad para valorar este espacio comunitario, descubriendo distintas maneras en que las personas se relacionan con ellos. Una mirada colectiva, con foco en la ciudadanía y sus voces, que acude a ellos, ya sea en una breve espera o ante una situación de auxilio o emergencia. Generando diálogos llenos de humanidad, humor y reflexión. Es que tenemos varios motivos para conversar en Chile.

“El viaje espacial”, además, no se propone ofrecer verdades ni cerrar las discusiones, más bien presenta una diversidad de testimonios en tránsito para aproximarnos a nuestro sentir como sociedad. Similar a las conversaciones que escuchamos mientras esperamos secretamente en el paradero, las cuales nos intrigan pero que dejamos incompletas cuando llega el momento de subir a nuestra anhelada locomoción. Una voz inconclusa cargada de significado.

Solo con una cámara estática, “El viaje espacial” es un recorrido físico y social por Chile. Aunque fue grabado pre estallido, sus testimonios iluminan nuestras actuales conversaciones.

En La Máquina conversamos con su director, Carlos Araya, para profundizar en algunas de las ideas centrales de este aplaudido documental.

¿Cómo nace la idea de “El viaje espacial”? ¿Por qué te interesó realizar este documental?

Soy nortino y el año 2007 me vine a vivir a Santiago durante los meses en que se implementó el fallido Transantiago. Me obsesioné con los paraderos, me di cuenta de que eran una especie de testigos silenciosos del caos y las relaciones humanas que se producían alrededor. Años después, retomé la obsesión y salí a la calle con una cámara y un trípode para registrar paraderos, sin saber muy bien por qué. Después de mucho tiempo y trabajo la idea fue mutando, se unieron compañeros de ruta y pasajeros cómplices. De pronto apareció “El viaje espacial”

¿Cuál es el foco del documental? ¿Las conversaciones? ¿El espacio? ¿El tránsito? ¿La articulación de esas dimensiones?

El gesto inicial es el cinematográfico, es decir desde la forma, hay una propuesta que permite recorrer distintos espacios a través de un objeto central que se repite, pero con la conciencia que esa decisión arrastra una intuición temática y política que dialoga con las formas que los personajes y los territorios proponen. Era importante pensar que los paraderos no solo son espacios donde se espera, sino que volverlos protagonistas, como narradores del mundo complejo que se mueve junto a ellos. A través de esos pedazos de metal o madera somos testigos de la articulación de los conflictos y los territorios de un país en transformación.

¿Cómo fue el proceso de filmación? ¿Cuánto tiempo duró? ¿Cómo seleccionaron los lugares?

Fue sorpresivo, salimos a rodar con la idea de encontrar imágenes más silenciosas y conflictos regionales. La realidad propuso la migración como tema central y el diálogo como forma de comunicación entre los personajes. Para registrar las conversaciones fue vital contar con la complicidad de los pasajeros. El rodaje duró aproximadamente dos años y la selección de lugares se basó en tres criterios relacionados con la particularidad de cada paradero, la posibilidad de encontrar personajes interesantes en ellos o por la complejidad visual de los territorios donde estaban ubicados. 

Documental “El viaje espacial” revela el Chile 2020 a través de los  paraderos

En tu opinión, ¿por qué conversamos los chilenos espontáneamente en los paraderos? ¿De qué conversamos? ¿Es un rasgo identitario esa conversación en estos espacios de tránsito?

No sé si los chilenos conversan espontáneamente en los paraderos, al menos en la película parece que sí, pero el cine es puro artificio, incluso los documentales. La presencia de la cámara produce cambios en la realidad y en el montaje se seleccionan ciertos momentos específicos. Lo que sí puedo afirmar es que las personas con las que nos encontramos tenían muchas ganas de expresarse, la grabación del documental les permitió sacar genuinamente cosas que en otro contexto tal vez no se hubieran atrevido a decir. En la película se producen conversaciones delirantes y genuinas que van desde el deseo de una señora que quiere ser gitana para ser libre hasta la ayuda que le prestan unos adolescentes a un músico haitiano perdido que intenta saber cómo llegar a Pudahuel (en Santiago), al que le ofrecen pasar la noche en un McDonald o que se quede con ellos tomando vino.

El mismo documental, en mi apreciación, funciona como una conversación de paradero. Con múltiples interpretaciones y reflexiones en un viaje en desarrollo. En tu perspectiva, ¿qué ofrece nuestro cotidiano colectivo para narrar y proyectarlo creativa o culturalmente?

Este país ofrece humor, delirio, resistencia y melancolía. Tuvimos el azar de hacer el rodaje en un tiempo pre estallido y ese material dialoga muy bien con el presente. Creo que la película contiene un espíritu constituyente. Hay un viaje colectivo por problemáticas relacionadas con la migración, las desigualdades sociales, la represión del Estado y la aparición de una especie de comunidad en crisis cansada de esperar.

Esta obra se centra en un espacio físico. ¿Cómo ha sido la experiencia de estrenar en digital? ¿Cómo ha sido el diálogo con los espectadores?

Todas las decisiones del proceso fueron tomadas pensando en el estreno en sala, pero la realidad tiene sus propias reglas. Probablemente, la película ha sido vista por gente más diversa y desde otros territorios. Aunque es difícil equiparar el diálogo que se produce presencialmente, lo digital ha regalado muchas sorpresas. Me ha escrito gente que apareció en la película, personas que recuerdan sus propias historias en paraderos, gente que después de ver la película ya no ve los paraderos de sus barrios con los mismos ojos, y mensajes directos que me han hecho entender más cosas sobre “El viaje espacial”. Además, la película tiene varios comentarios positivos en la plataforma Ondamedia del tipo: “muy buena la idea, la cagó”.

-Para ti como director, ¿qué significa esta oportunidad de llegar gratuitamente a Ondamedia para estrenar el documental?

Es una gran noticia, Ondamedia es una plataforma muy necesaria para el cine chileno y que, en este contexto de pandemia, ha sido imprescindible. Aunque los contenidos por sí mismos no bastan, hay una deuda con la mediación de audiencias. Ojalá en el futuro se logre remediar.

Carlos finalizó con una particular solicitud: “Ojalá los amigues de revista La Máquina puedan ver la película, estaré atento a sus comentarios”.

***

Y aprovechando la última invitación, ¿dónde puedes ver “El viaje espacial” de Carlos Araya Díaz? El documental se encuentra disponible en Ondamedia (gratuitamente hasta agotar un cupo de visionados) – MIRADOC.CL y la Cineteca Nacional.

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