¿Bodoque de extrema izquierda? ¿Tulio Triviño es facho?: Deconstruyendo el lado político de 31 minutos

Todo es política. Le gusta o no a la derecha, siempre podremos hacer una lectura política de todo lo que surja. Hasta de un programa infantil como 31 Minutos.

La discusión se abrió nada menos que en el debate presidencial. En el último encuentro cara a cara entre el izquierdista Gabriel Boric y el ultraderechista José Antonio Kast, entre los muchos temas que tocaron, uno que desconcertó a los televidentes fue la polémica en torno al clásico programa de títeres.

“Usted suele hablar de dar la batalla cultural contra la izquierda o contra el marxismo cultural”, comenzó planteando el periodista Daniel Matamala, quien recordó que la concejala de Las Condes, Vanessa Kaiser (del Partido Republicano), se negó a entregarle fondos a dos montajes de 31 minutos, argumentando que “basta ya de financiar a personas cuya ideología ha destruido al país. ¿Por qué tenemos que financiar con plata de los vecinos a gente que promueve ideologías de extrema izquierda?”. En ese contexto, el comunicador de CNN Chile cerró su intervención preguntando a Kast: “¿No le parece que eso es un acto de censura?”.

Mientras que el abanderado del Frente Social Cristiano explicó: “nosotros nunca vamos a ir por la cancelación ideológica… lo que ha ocurrido en Las Condes, es que los fondos deben ser concursables”; por su parte, el diputado magallánico fue un poco más irónico y espetó: “en nuestro gobierno, Tulio Triviño y el Dinosaurio Anacleto van a estar totalmente bienvenidos en las actividades culturales, porque no creo que sean una amenaza para nadie”.

Ya en La Máquina nos dimos el tiempo de analizar la ideología política detrás de Papelucho. Como no podíamos quedarnos atrás, realizamos el mismo ejercicio con el noticiero número uno de Titirilquén.

Tulio Triviño es un facho

Así lo reconoció el mismo creador de 31 Minutos y voz del personaje, Pedro Peirano, en una entrevista con The Clinic: “Si Mampato es de izquierda, Tulio Triviño es un facho”.

Hay que recordar que la serie creada por el mismo Peirano y Álvaro Díaz (voz de Juan Carlos Bodoque) es una parodia del noticiero 60 minutos, programa emitido por TVN entre 1975 y 1988. Vale decir, el noticiero oficialista de la Dictadura. Es más, uno de los conductores que tuvo el programa, Bernardo de la Maza (cercano a Evopoli y hoy miembro de la Convención Constituyente), guarda un notorio parecido físico con Tulio Triviño.

“31 minutos no es que sea de izquierda ni nada. Tiene un sentido de la amistad, pero en ese mundo Tulio era un facho que se aprovecha de los demás. Por otra parte, nunca quisimos hacer héroes, sino hueones muy miserables pero que fueran queribles. Como para entender la humanidad”, se explayó Peirano en la misma entrevista.

Hilando un poco más fino, el personaje de Triviño es famoso por ser exageradamente egocéntrico, egoísta, megalomaniaco, ignorante, vanidoso y superficial. Que esa sea la caracterización que hace Peirano de un “facho” es muy decidor.

Juan Carlos Bodoque es un ambientalista

El entrañable conejo rojo (parece que el color tampoco era azaroso), junto con ser un mujeriego y ludópata empedernido, es un reconocido ambientalista, famoso por sus notas verdes en el show infantil.

Cómo olvidar su lucha contra la Central Hidroeléctrica Ralco en Alto Bio Bío, o cuando salió a marchar, cual Greta Thunberg, contra el calentamiento global. Todos temas que han sido un verdadero dolor de cabeza para Josif Anton Kast, en cuya coalición lo acompañan varios negacionistas del cambio climático y empresarios con notorios conflictos de interés con el medioambiente.

Basta con recordar que el mismo Kast no sabía qué decía su programa sobre construir más hidroeléctricas, o que el candidato llegó a sostener en una entrevista que no podía ser que el agua de los ríos se desperdiciara cayendo al mar… aunque diga que le gustan las canciones, claramente a Kast le hace falta volver a ver la serie.

El señor Manguera es un empresario siniestro y corrupto

El temido dueño del canal, cuya voz es hecha por el inconfundible Fernando Solís, es un hombre de negocios avaro e inescrupuloso, que ha tenido diversos roces con la justicia a lo largo del programa. Su frase típica es “están despedidos”, y exige a sus empleados que se refieren a él como “amo y señor”.  

No es un retrato muy favorable del empresariado chileno. Tampoco corre mejor suerte su sobrino Dylan, el consentido del señor Manguera, quien es retratado como un niño rico mimado e insoportable, a quien no le interesa violar la ley o la dignidad de sus empleados para conseguir sus caprichos. Todo un Martín Larraín.

El presidente es un oso

Uno de los personajes menores de 31 Minutos, es el “Presidente Oso”. El peluche que representa al primer mandatario es una parodia de Ricardo Lagos (2000-2006), quien gobernaba Chile al momento de estrenarse el programa.

Álvaro Díaz es un reconocido laguista y aún hoy reivindica el legado de la Concertación. Es más, a raíz de una comentada entrevista que dio a La Tercera este año, donde fue muy duro con el “octubrismo”, los tuiteros más criticaron acuñaron el concepto de “concertacionismo cultural” para calificar a la serie.

Vale decir, 31 Minutos es una parodia del poder, con todas las críticas que ello implica, pero viene a cumplir al mismo tiempo el rol de “relato cultural” del gobierno, y funciona como espacio para debatir y hacer descargos, sin que la protesta social escale hasta derrumbar al gobierno (como le pasó a Piñera). En términos más prácticos, aunque Bodoque muestra toda la problemática de Alto Bio Bío, y entreviste a una machi pehuenche que se niega a dejar sus tierras por la represa que está construyendo el gobierno, la serie al mismo tiempo se muestra como aliada de la Teletón, y busca presentar al presidente Lagos como un entrañable y cómico oso de peluche.

En la misma entrevista, la voz de Juan Carlos fue bastante crítica con quienes gozaron de los 30 años y hoy los condenan: “En este carro de la bonanza capitalista iba mucha más gente, de muy distintos rubros. Pero cuando llegó la crítica al modelo, “no, a mí esto siempre me dolió”. Por miedo, por vergüenza, por no sentirse uno identificado cuando dice “los ricos tienen que pagar impuestos”. Perdona, pero estás en el 5% más rico, lo has pasado increíble y el movimiento también es contra ti. Para el estallido salió un video de gente que decía: “No era depresión, era capitalismo”. ¡Y eran actores de teleseries de TVN! ¡Concertación pura! Ese fue el rostro cultural de la Concertación, además de Teatro a Mil y pocas cosas más. Y de repente están diciendo “no, era capitalismo, nos engañaron”. Perfecto, pero entonces di que eras parte del engaño. Y claro, la manera de esquivar ese bulto es hablar de la élite como un ente fantasmagórico, al que yo no pertenezco aunque tengo auto, casa y sueldo de élite. Dispararle a un fantasma, porque no le vas a disparar a tus auspiciadores. Ojo, yo no creo que ellos hayan engañado a nadie, ganaron plata porque eran buenos y el país crecía. Pero ha faltado discreción. En algún minuto tienes que mirarte al espejo y decir “sí, soy parte de una historia””.

Y tú, ¿conoces algún otro ejemplo de “concertacionismo cultural”?

El Balón Von Bola es un ex CNI

Al igual que Futurama, la última temporada de 31 Minutos fue la más adulta y rupturista. No solo se reveló que Policarpo es homosexual, sino que se reveló el oscuro pasado del inmortal periodista deportivo Balón Von Bola.

La conocida pelota de fútbol, y parodia de Julio Martínez, tiene como eterno yunta al también periodista deportivo Raúl Guantecilo  (basado en Pedro Carcuro). No se sabe su edad, solo que el Balón es más viejo que el Señor Burns. A lo largo de su vida, ha sido futbolista, entrenador y comentarista deportivo. No obstante, cuando el equipo del noticiero le organizó un homenaje por su nutrida trayectoria, se mostró un episodio desconocido de su carrera.

En una breve imagen, se puede ver al Balón con lentes oscuros en una oficina, al lado, a Raúl Guantecillo agachado en una actitud sumisa, y de fondo una bandera chilena y un retrato de un chancho, también con lentes oscuros.

Para los que están acostumbrados al humor y lenguaje visual de la serie, el mensaje es más menos claro: el Balón Von Bola fue un CNI. Esto parece ser una alusión al hecho de que tanto Martínez como Carcuro fueron pinochetistas. Se puede elucubrar que tanto estos dos, como el mismo Tulio, votarían por Kast, pero que la serie retrate a Pinochet como un chancho, es un mensaje subliminal bastante elocuente…

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A estas alturas, 31 Minutos es más que una serie, una franquicia, o una campaña del gobierno. Ya es prácticamente una religión. Nuestra versión criolla de Los Simpsons. Y esa es la esencia de los clásicos: podemos volver a ver los episodios una y mil veces y no solo volver a reírnos, sino descubrir nuevas capas y subtextos. Lamentablemente eso es algo difícil de apreciar por parte de la extrema derecha. Aún más, lo más probable es que la política cultural de un eventual gobierno del Führer de Paine se dedique a suprimir este tipo de programas. La buena noticia, es que el Balón podría revivir sus años mozos.

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