Este 10 diciembre se cumplieron 14 años de la muerte del general Augusto Pinochet (y un cumpleaños más de Lucía, para mala suerte suya el mismo día). Pareciera ya lejana aquella calurosa tarde de verano de 2006. Mientras los lolos estaban descubriendo el reguetón y el Fotolog, o inventando depresivas y efímeras tribus urbanas, la generación de sus padres seguía pegada al televisor lo que sucedía en el Hospital Militar. Ni hablar de la fanaticada pinochetista, la mayoría de ellas veteranas bien ruidosas, que le hacían barra al moribundo dictador desde las puertas del hospital. Algo que las películas chilenas, sin duda, no aguantarían de retratar de alguna manera.
Aprovechando la efeméride, en La Máquina hicimos el ejercicio de zambullirnos en los archivos del celuloide nacional buscando un género muy específico: películas chilenas de derecha. Ya sé lo que están pensando, todos los artistas y más precisamente los cineastas, son de izquierda en este país. ¿Qué puede saber la derecha de cine? Increíblemente, encontramos algunos exponentes bastante interesantes.
No tenemos ninguna pieza monumental como “El nacimiento de una nación“ o “El triunfo de la voluntad“, pero el entusiasmo permitió a la derecha superar su anorexia cultural en más de una ocasión. ¿El resultado? Solo digamos que a Ed Wood también lo movía su desbordante entusiasmo…
La Araucana (1971)
El inmortal poema épico de Alonso de Ercilla llevado al cine. Una auténtica rareza para su tiempo. Esta coproducción entre Chile, España e Italia, nació gracias a las gestiones de Enrique Campos Menéndez (1914-2007). Todo un personaje para la época, Campos Menéndez se desempeñó como escritor, diplomático, productor y gestor cultural, de hecho él mismo escribió el guion de esta cinta.
Su ideario conservador era bastante extravagante: decía ser tradicionalista y monarquista. Esta nostalgia por la Madre España lo llevó a contar una versión bastante idealizada de la conquista de Chile. Los españoles son todos fieros y nobles guerreros, y los mapuche (perdón, ”araucanos”), por alguna extraña razón, hablan español a lo largo de todo el film. No solo eso, el rol de Inés de Suárez es bastante disminuido en la historia, quien es mostrada como una mujer sometida a Pedro de Valdivia.
La película fue financiada en parte con fondos públicos a fines de los 60s. Con el cambio de gobierno, durante la Unidad Popular se le realizaron distintas acusaciones a Campos Menéndez de haber malversado esos fondos. El golpe del ´73 comandado por Pinochet, acalló todas esas críticas y le significaron a este escritor un nuevo trabajo: asesor cultural de la Junta. Su cercanía con el régimen, le valió también el Premio Nacional de Literatura en 1986.
Chile y su verdad (1977)
Esta película propagandista no fue hecha por Leni Riefenstahl, pero sí contó con guion de Hermógenes Pérez de Arce (quien se peleó con Chile Films al grado de que lo sacaron de los créditos en la primera versión de la película emitida en TV). La película cubre los 3 años de la Unidad Popular y, en formato documental, buscó justificar ante los televidentes la necesidad del golpe de Estado, presentando al gobierno de Allende como caótico, corrupto e incompetente.
Destaca, entre otras cosas, la reiteración contante de una fotografía donde se ve a un joven, Antonio Aguirre Vásquez –miembro del GAP y posteriormente Detenido Desaparecido- desde un balcón, arrodillado con un pequeño lanzacohetes el día del golpe. A falta de imágenes que mostraran enfrentamientos reales entre militares y guerrilleros, la película abusa de esta fotografía hasta extremos ridículos, intercalándola con vídeos de tanques y soldados corriendo para dar la impresión que se están enfrentando al melenudo del beattle en el balcón.
¿Se ajusta a los hechos? Por supuesto que no. El telefilm acusa a la Unidad Popular de haber cometido fraude en las elecciones parlamentarias de marzo de 1973, algo que la oposición nunca pudo comprobar. También, se resaltan las viviendas que adquirió Allende en Tomás Moro y el Cañaveral, donde se encontraron armas y bebidas alcohólicas, acusándolo así de enriquecimiento ilícito, de borracho y de estar preparando un autogolpe y un ejército paralelo con armas y guerrilleros extranjeros. Acusaciones que han sido desmentidas por la mayoría de los historiadores serios.
Tras su estreno en televisión, esta película fue emitida todos los 11 de septiembre en Televisión Nacional durante la década de los 80. Lo más rescatable, quizás, es la canción “Chile es bandera y juventud”, himno de la derecha cuya letra corrió a cargo del poeta Braulio Arenas (un converso ex simpatizante de la UP).
Proyectos no realizados
Cuando se trata de cine, sobran las ideas, pero faltan los recursos. De ahí que usualmente solo uno de cada diez proyectos logre llegar a buen puerto. En el caso de la dictadura, podemos mencionar dos. El primero, se iba a titular Los Mil Días. Dicha película iba a estar basada en el Libro Blanco –otro montaje de la dictadura-, y su objetivo era denunciar la conspiración que el gobierno de Allende estaba fraguando: asesinar a los altos dirigentes de las Fuerzas Armadas y dar un autogolpe con apoyo de guerrilleros cubanos y armas soviéticas. El guion fue encargado al dirigente deportivo y cineasta Germán Becker, pero el proyecto nunca se realizó.
La otra idea que se barajó fue hacer una película biográfica de Gabriela Mistral. El gran orgullo de Chile eran sus dos premios Nobel de Literatura, y ya que Neruda era comunista, la mejor forma de contrarrestar su legado era apropiándose de la figura de la poeta, provechando, entre otras cosas, su anticomunismo (omitiendo, claro, que también era antimilitarista).
Por lo anterior, la editorial Quimantú fue rebautizada como Editorial Nacional Gabriela Mistral y su rostro se incluyó en el nuevo billete de 5.000 pesos, eliminando, de paso, el billete de 5.000 escudos con los versos de Pablo Neruda. Pero no bastaba con eso, había que hacer una película, cosa que le quedara bien claro a los chilenos que Gabriela estaba con la Junta.
Nuevamente Enrique Campos Menéndez echó mano de sus contactos y gestionó, en 1975, un convenio de coproducción con España para realizar una cinta sobre la poetisa, con guion a cargo del mismo Campos Menéndez. Lamentablemente, tampoco se concretó.
Era la época en que los Chicago Boys ganaron posiciones dentro de la Junta Militar de Pinochet, de modo que el nacionalismo fascistoide inicial debió ser aminorado para dar paso al neoliberalismo. Ahora mandaba el vil billete, invertir en películas (o en cultura) era un derroche inútil para el régimen.

Pinochet (2012)
Para conmemorar los cien años del nacimiento de Pinochet, la Corporación 11 de Septiembre realizó este documental donde, a diferencia de “Chile y su verdad”, se cubría tanto la Unidad Popular como la Dictadura (perdón, “Gobierno Militar”).
La historia parte con un abuelo que lleva a sus niños de vacaciones al sur en una camioneta. La familia proviene de un barrio acomodado, y en la radio escuchan noticias del incesante progreso económico del país, “¿abuelo, cómo es que llegamos a ser un país tan bakán?”, pregunta una de las nietas, y el anciano da comienzo a su narración.
De ahí, la película nos lleva a las elecciones de septiembre de 1970, pasando por el “pronunciamiento” del 11 de septiembre junto a Augusto Pinochet, y luego la reconstrucción y modernización del país encabezada por el “presidente Pinochet”. De la Concertación, se menciona a la rápida que en 20 años aprobaron menos leyes que las dictadas en 17 años por Pinochet, pero ni una palabra del informe Retting o Valech. Menos de las cuentas bancarias de Pinochet en el extranjero o de su visita a Londres. La película termina con la familia llegando a su destino: la carretera austral Augusto Pinochet.
A diferencia del documental setentero, aquí se incluyen tanto material de archivo como entrevistas y grabaciones recientes. No obstante, a ratos las gráficas parecen más propias de un powerpoint que de un documental. El mismo director, Ignacio Zegers Blachet, dejó bien claro que es una película hecha por encargo: no fue a su estreno en el Festival de Cine de Miami, ni en el Teatro Caupolicán, y no dio ninguna entrevista defendiendo la película, salvo unas breves palabras para la agencia Orbe.
Los Hermanos Badilla (2011-2014)
Para algunos Sebastián Badilla es el Woody Allen chileno. Para otros, un chico ABC1 al que le sobraban los contactos, pero no el talento.
Las películas chilenas de los hermanos Badilla, con Sebastián como protagonista y Gonzalo como productor, siguen todas la misma fórmula: Sebastián es un chico del barrio alto con sobrepeso y gruesos lentes, lo que significa que es medio looser y medio pollo (¿medio o entero?), pero por una serie de situaciones forzadas, improbables y ridículas, termina de novio con la chica guapa del vecindario. En medio, un desfile de cameos de famosos y de groseros placements.
¿Logra hacer reír? El humor es subjetivo, pero la desastrosa taquilla de su última película es bastante elocuente: a “Maldito Amor” la fueron a ver menos de 13 mil espectadores. Después de eso, los hermanos Badilla partieron a Estados Unidos a estudiar cine.
¿Qué es lo que lo vuelve de derecha? El mismo Sebastián ha subido a su cuenta de Instagram material a favor del Rechazo en el pasado plebiscito y hasta fue entrevistado por José Antonio Kast.
Pero la pregunta del millón: ¿el cineasta transmite sus ideas políticas en sus películas? Sin ser muy rebuscado, apreciamos que los Badilla rompen con una vieja tradición del cine chileno: en vez de grabar en el barrio alto para mostrar familias disfuncionales o personajes infelices, graban a gente acomodada viviendo una acomodada vida. ¿Por qué los ricos tienen derecho a pasarlo tan bien? A Sebastián no le interesa el porqué, simplemente lo pasa bien sin complejos.
Ya en su primera película se deja entrever cierto clasismo. En “El Limpiapiscinas“ (2011) vemos a un adolescente recién egresado del colegio, cuya familia ha caído en bancarrota, truncando sus sueños de estudiar derecho. En vez de resignarse, Sebastián se pone a trabajar de limpiapiscinas e inexplicablemente, en un solo verano, logra ahorrar lo suficiente… en el universo de la película, la gratuidad pareciera ser que está de más.
Pero quizás el momento más políticamente incorrecto es cuando su madre (Alejandra Fosalba) debe despedir a la nana. Siendo sumamente cortés, la matriarca le explica que ya no pueden seguir pagándole y que suspenderán su contrato hasta nuevo aviso. Pero la empleada es inflexible y se escuda en “la ley dice que me tiene que pagar”. Aunque tenga razón, no se lo exige de la forma más educada. Llegan a una solución salomónica y la empleada se va a vivir a la casa de sus patrones con su hermano, los dos personajes “populares” de la película. El mensaje es más menos claro: a estos rotos les das la mano y se agarran del brazo.
A “El Limpiapiscinas“ le sucedió “El Babysitter“ (2013), luego “Mamá ya crecí“ (2014) – la frase más inolvidable de esta última es cuando Katty Kowaleczko dice “Vitacura ya no es lo que era. Ha llegado tanta gentecita de color”- y finalmente “Maldito Amor“ (2014). De esta última, una de las razones para entender por qué le fue tan mal en cines, la podemos encontrar en la crítica de Diego Muñoz en El Mercurio, donde afirmó que el filme “cae en el clasismo y la peor misoginia“.
1 Comentario. Dejar nuevo
hace rato no me reia tanto… que onda el analisis del babysitter, hahahah la pelicula mas weona de chile, dirigida y actuada por el par de wetas mas odiados de chile ademas xD