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10 películas chilenas de ciencia ficción

El cine chileno en sus cien años de historia ha producido distintas joyas, rarezas y reliquias hoy difíciles de encontrar. A lo largo de un siglo las películas chilenas han experimentado con diversos géneros y la ciencia ficción no podía estar ausente. Ya vimos, por ejemplo, que la televisión nacional solo ha experimentado con una sola serie de ciencia ficción, la inolvidable Gen Mishima. La cinematografía criolla, afortunadamente, ha tenido más apuestas con este género.

Por ello, en La Máquina te presentamos una recopilación de las distintas producciones audiovisuales locales que han incursionado en el género inventado por Mary Shelly hace ya doscientos años. No contamos con ningún George Melies que nos entregara clásicos del cine mudo, ni menos una súper producción tipo ‘2001: Odisea en el espacio‘ o ‘Star Wars’, pero sí interesantes trabajos –algunos de ellos de culto- producidos desde el 2000 en adelante.  

https://lamaquinamedio.com/septimo-arte/cinema/las-10-mejores-peliculas-chilenas-segun-imdb/

A modo de contexto: Estamos en el Chile de Ricardo Lagos, el Chile del “Crecer con Igualdad“. Nuestro país entró al nuevo milenio reformando la Constitución de 1980, construyendo muchas carreteras y diseñando un sistema de transporte público de última generación para la capital… Mientras, en la Universidad de Concepción clonan exitosamente al primer ternero en Latinoamérica y la Fuerza Aérea Chilena, FACH, se preparaba para el Bicentenario con su tercer satélite made in Chile: el Fasat Charlie, que al igual que sus antecesores (el Fasat Alfa y el Fasat Bravo), no duró mucho.

Chile miraba hacia adelante y el buen momento económico permite a sus cineastas soñar con el futuro… o tener pesadillas con él. 

Ogú y Mampato en Rapanui (2002)

Un clásico de clásicos. Nuestro Doctor Who, la historieta creada por Eduardo Armstrong y Themo Lobos sobre un niño llamado Mampato (de quien hablamos en extenso acá) que, gracias a un cinto espacio-temporal regalado por el alienígena Xse, puede viajar a través del tiempo y el espacio en compañía de su amigo el cavernícola Ogú. De las docenas de historietas, los realizadores eligieron la ambientada en Isla de Pascua, con la idea de mostrar una aventura criolla, pero al mismo tiempo lo suficientemente exótica para internacionalizarla, ¿y qué mejor que con los moáis de nuestro querido Rapanui?

Viajes en el tiempo y poderes telequinéticos, además de una ancestral cultura, dan forma a esta aventura animada para toda la familia, además de una respuesta a un viejo enigma: ¿Cómo rayos fueron erigidos los moáis? La respuesta los asombrará.

El Huésped (2005)

Nuestra primera película de terror y ciencia ficción. Protagonizada por Jaime Vadell, Erto Pantoja e Iñigo Urrutia, la historia se ambienta en un viejo hospital (el Hospital Salvador de Providencia) donde cinco internos de medicina deberán enfrentarse a un horrible monstruo que acecha en la noche.

Se trata de un ser parasitario, que vive en los subterráneos del edificio y se alimenta de las placentas y los desperdicios. Este ser fue el resultado de un experimento genético que salió muy mal, un embrión transgénico con el que los científicos buscaban crear una cura para el cáncer- los mismos que clonaron a la vaca en el sur, quizás-. El asunto se descontroló, la criatura cobró vida y salió en búsqueda de alimento.

Con el equipo médico encerrado en el hospital e incomunicado con el exterior, por orden del médico interpretado por Jaime Vadell, este filme bien podría pasar por una versión local de ‘Alien‘ o de ‘Rec’. De hecho, el monstruo, creado de forma digital, guarda no pocos parecidos con el de Ridley Scott.

Tristemente hoy es una película inubicable, casi una leyenda, pero tenemos el tráiler de YouTube.

Papelucho y el marciano (2007)

Otra vez una película animada y basada en otro clásico infantil. Curiosamente, la misma actriz de doblaje de Papelucho da su voz al protagonista: la mexicana Marina Huerta, la voz de Bart Simpson.

De las muchas aventuras de Papelucho, creado por Marcela Paz, los cineastas nuevamente debieron optar por una sola para llevar al cine. La escogida fue el libro de 1968, donde un marciano llamado Det estrella su nave espacial contra la Tierra y se refugia en el cuerpo de Papelucho, el cual controla erráticamente llevándolo a actuar de forma extraña (¿habrán sacado de aquí la idea los creadores de Ratatouille?). El pecoso e imaginativo escolar entabla una estrecha amistad con su verdoso visitante, a quien ayuda a reparar su nave para volver a casa, llevándolo a una aventura interplanetaria.

El libreto y la animación dejan mucho que desear, al igual que los placements de las marcas auspiciadoras (vicio bastante recurrente en el cine chileno), pero en medio se agradecen los guiños a Mampato y a la Guerra de los Mundos de H. G. Wells.

Malta con huevo (2007)

Nuestro Día de la marmota, pero con malta. Diego Muñoz interpreta a Vladimir, un escultor vago que recién se mudó a la casa de su amigo Jorge (Nicolás Saavedra). Allí, el personaje de Muñoz desarrollará un drama muy parecido al de Bill Murray: el tiempo se le desordena, cada vez que duerme viaja en el tiempo. Se va a acostar el día de la mudanza y se despierta tres semanas después, durmiendo junto a la novia de Jorge. Además, un tipo lo quiere golpear sin razón aparente y una chica gótica lo amenaza. Al día siguiente se despierta dos semanas antes, cada vez más confundido y paranoico.

 ¿La razón? resulta que la fórmula para viajar en el tiempo es ni más ni menos que un combinado de malta con huevo, zonapropinol y miticarionil. Un experimento de laboratorio farmacéutico con insospechadas consecuencias. En otros pacientes, la receta les dio el poder para atravesar las paredes. En el caso de Vladimir, el resultado fue una comedia negra y urbana, para reír y beber con los amigos.

Chile Puede (2008)

Para algunos, es la primera película de ciencia ficción propiamente tal; para otros, no es ciencia ficción, puesto que toda la tecnología aquí presente ya existe. Sea como sea, ‘Chile Puede‘ es una comedia familiar donde Boris Quercia– guionista y protagonista- interpreta al primer astronauta chileno (cómo te quedó el ojo, Klaus von Storch), un humilde profesor de castellano llamado Guillermo, quien ganó un concurso televisivo organizado por Patricio Rodríguez (Willy Semler), un desequilibrado empresario obsesionado con poner un chileno en el espacio. Con insuficiente dinero y todo el mundo en contra suya, Rodríguez fundó la Central Aeronáutica de Atacama (CAAT), donde inventó la nave Nobel II, cuyo diseño está basado en el sesentero auto Nobel (made in Chile too).

Llega el día del lanzamiento y, siguiendo la tan chilena Ley de Murphy, todo lo que podía salir mal, salió mal. Por insistencia de Rodríguez la nave despegó, pero después no fueron capaces de traer a Guillermo de vuelta a la Tierra. Con el mundo expectante y el oxígeno de la nave acabándose, deberán hacer malabares para que el Nobel II no se convierta en un nuevo Fasat Alfa.

El mismo título de la película es de por sí una declaración de principios: aun siendo un país mediocre, de gente que se saca puros 4,0, donde las calles se inundan cada vez que llueve (como plantean los personajes), a pesar de todo eso, cuando hay mucha garra e ingenio – y harta suerte, hay que decirlo-, Chile puede literalmente tocar el cielo. A la mala y a medio morir saltando, pero puede.

Y es que el mensaje chovinista y antiimperialista en la película es bastante explícito. La sátira que se hace de unos paranoicos y confundidos norteamericanos hablando spanglish, bien podría haber salido de un sketch de Sábado Gigante. El mismo personaje de Semler, con su abierto desafío “al imperialismo yankee” -por algo el lema de la CAAT es “El cielo es de todos”- y su chaqueta roja, guarda cierto aire a Hugo Chávez.

Una nave espacial llamada Nobel II- homenaje a Mistral y Neruda, una cueca en medio de un lanzamiento espacial, y un aterrizaje celebrado con un festival nortino, delinean una verdadera carrera espacial con aroma a vino y empanadas.   

Los efectos especiales no son los mejores, pero le dan su toque. En suma, estamos ante una comedia espacial que se adelantó doce años al Space Force (que reseñamos acá) de Steve Carell.

Solos (2008)

Ver militares con mascarilla rondando las calles hoy nos suena tristemente cotidiano, pero cuando se estrenó ‘Solos’ (Descendents en inglés) no era así.

Grabada en inglés y en español, el director Jorge Olguín, nuestro George Romero, nos presenta la primera película de zombies chilena. La trama se ambienta en un futuro postapocalíptico donde un virus ha convertido a gran parte de la humanidad en zombies. En medio de ciudades en ruinas y militares enfrentándose a muertos vivientes, la película seguirá el periplo de Camille (Camille Lynch), una pequeña mutante que ha desarrollado inmunidad al virus y que debió separarse de su madre una vez que esta fue contagiada por los zombies. Tras esto, Camille seguirá las instrucciones de su progenitora de continuar su camino hacia el mar, donde, le prometió, estará segura. En el camino, se le sumarán otros niños, también inmunes, que deberán protegerse entre sí del ataque de zombies y militares.

Es en la escena postcréditos cuando nos enteramos de que el virus se originó en la localidad de Chaitén, luego de la erupción del volcán (tema contingente cuando se estrenó el filme). Si cambiamos la locación por China, nos queda una película aterradoramente parecida a la realidad.

Star Wars: Renacimiento (2009)

La única space opera del listado y con el sello de aprobación ni más ni menos que de Lucasfilm. Sí, señoras y señores, estamos ante un filme canónico de Star Wars.

Este mediometraje de media hora fue hecho por un fan, con fans y para los fans. Hablamos del gran Inti Carrizo-Ortiz, posiblemente la mayor autoridad que hay en Chile sobre el universo creado por George Lucas. La producción se ambienta entre el episodio III y IV, poco después del alzamiento del Imperio, cuando ya se ha desatado la persecución y exterminio de los jedis por toda la galaxia. Pero un grupo de maestros sobrevivientes logra organizarse en el Grupo del Renacimiento y reúne todas sus fuerzas para enfrentarse a las tropas imperiales en el industrial planeta Fondor.

Banda sonora original y cameo de Darth Vader incluido. Si a usted le gustó Rogue One, entonces esta película no lo va a defraudar. ¿Es que no es lo mismo, ni la producción, ni el presupuesto? Da lo mismo. No por nada Chile es un país Jedi: Por la Razón ¡o la Fuerza!

Juan in a Million (2012)

Nuestro Soy Leyenda. Una película que lamentablemente no llegó a los cines, solo a festivales acotados.

Juan Pablo García (Sergio Allard) es un estudiante de ingeniería comercial de la Universidad Católica, que está postulando a un posgrado en Estados Unidos. Lo último que hace antes de acostarse, es grabar con la cámara de su computador una presentación en inglés que envía al comité de postulación. Se va a dormir, la noche del 20 de diciembre de 2012 (¡cómo olvidar a los mayas!) y, al despertar, por alguna desconocida razón, es el único hombre que hay en toda la ciudad.

El protagonista pasa por todas las fases del síndrome último-hombre-sobre-la-Tierra. De la confusión y ansiedad pasa al libertinaje desenfrenado, después al aburrimiento, la soledad y finalmente la desesperación. Comienza a hablarle a una figura de plástico y a grabar un diario virtual en inglés. También camina desnudo por la calle y bebe. Bebe mucho.

Que toda la película se haya grabado solo en calles vacías del barrio alto (salvo por la infaltable postal de La Moneda vacía) y los monólogos en inglés del personaje, la imbuyen de cierto aire elitista. Una película hecha por un chico PUC y para chicos PUCs. No obstante, no se engañen, no es una película desechable tipo Sebastián Badilla. Siendo menos críticos, debemos tomar en cuenta que es más fácil para una producción de bajo presupuesto grabar y encontrar calles vacías en Las Condes y Providencia y que el idioma inglés permite internacionalizar más fácilmente una cinta pensada para festivales.

El final, aunque predecible, peca de pretencioso en sus reflexiones filosóficas, con conclusiones bastante discutibles, por lo demás. Si logran pillarla, véanla, vale la pena.

El Circuito de Román (2012)

Protagonizada por Cristián Carvajal (el mismo de Gen Mishima), quien interpreta al neuropsicólogo Roberto Román. Este científico se fue a trabajar al extranjero luego de haber alcanzado un gran éxito académico, gracias a que pudo demostrar su teoría de que los recuerdos migran físicamente en el cerebro al hacerse conscientes.

Vuelve a Chile, diez años después, con una novia argentina, pero sintiéndose un fracasado: su mayor logro en toda su carrera fue una idea que le robó a su amigo José Luis, actual marido de su exnovia, Silvia (Paola Gianini), con quien también se reencontrará. Sintiéndose estancado e infeliz, un ayudante revitalizará su amor por la investigación al presentarle una nueva teoría: lo que él llama migración es la fusión de dos recuerdos durante los chispazos creativos. Esto los llevará a un experimento donde Román explorará el circuito de su memoria, con lo cual la película comienza a dar saltos temporales aparentemente incoherentes entre sí, donde el pasado se funde con el presente.  

Estamos ante una película de ciencia y ficción según reza el afiche. Un filme sicológico que se pierde en los laberintos de la memoria y la mente humana. Imaginen un cuento de Borges, pero llevado al cine por Christopher Nolan. Si usted se perdió con Memento, esta película le va a costar más todavía.

Noche (2017)

Otra vez Inti Carrizo-Ortiz. Ahora el monstruo de la película no es Godzilla, ni Depredador, ni el ser manipulado genéticamente de El Huésped. Al igual que Juan in a Million, esta historia se basa en una idea simple y fácil de grabar: ya no eran calles vacías de gente, sino la noche. La archiconocida oscuridad dejada por la ausencia del sol. Un enemigo poderoso e invisible, diría alguien por ahí.

Esta producción es el primer largometraje de Carrizo-Ortiz y parte con un peculiar fenómeno astronómico: el sol ha sido bloqueado por una fuerza desconocida y la Tierra entera permanece a oscuras durante cuarenta y dos días. El pánico cunde, hay que hacer filas para obtener una ración de vitamina D, comienzan los saqueos y el gobierno saca los militares a la calle.

Entremedio de todo este caos, Gabriel (Carlos Talamilla) busca desesperadamente a su novia, Claudia, detenida injustificadamente por los uniformados. A medida que investiga, Gabriel descubre una conspiración, los poderosos sabían que esto iba a pasar, todo es parte del “Protocolo Noche” y de las sombras surge un guerrillero desconocido, el Comandante Proxy (con cameo del escritor Jorge Baradit incluido), quien lucha contra la represión del gobierno.

Otra cinta que resultó tristemente profética. Muy recomendable para ver en cuarentena:

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