Que existan grandes talentos artísticos en nuestro país no es ninguna novedad. Prueba de ello son los dos premios Nobel que la literatura chilena posee y la vasta cantidad de escritores, poetas, dramaturgos y actores que, constantemente, se han sabido mantener a lo largo del tiempo y de diferentes generaciones. Codeándose con lo más selecto de sus colegas en sus respectivas áreas, logrando generar grandes instancias donde el nombre del país queda muy bien visto.
Por supuesto, el ámbito de la actuación no queda relegada de esa tan favorable y fructífera cosecha de talentos artísticos, muchos de los cuales le han ganado a la apatía del Estado y la sociedad rígida para lograr destacarse.
En los estrictamente actoral este país se ha destacado siempre, a sus ya poco más de un siglo de vida teatral, en tener grandes actores que han cumplido roles paralelos y también han sido piezas claves en el andamiaje de la gestión, producción y realización cultural y cinematográfica de este país.
Nombres como Alfredo Castro, Alejandro Sieveking, Víctor Jara, Bélgica Castro, Claudia Di Girolamo, Héctor Noguera, entre tantos otros y que casi pareciera una falta de respeto dejarlos fuera debido a su rol importantísimo en la vida actoral, teatral y cinematográfica chilena.
Pero también es turno de que hoy, año 2020, las nuevas generaciones sigan ese camino y al parecer encontraron en una joven y talentosa actriz, una ruta para abrirse caminos que en el futuro de seguro traerán tanto para ella como para el resto de la escena cinematográfica chilena un proceso de crecimiento insospechado.
Nos referimos a Lorenza Izzo Parsons (30), quien desde muy joven logró inmiscuirse en el espectáculo haciendo uso de su gran talento, habilidad, carisma y, por qué no decirlo, aprovechando de buena y sólida manera las “ventajas” que posee ser hija de Rosita Parsons y sobrina de Carolina Parsons, ambas reconocidas modelos.
Izzo: el camino al éxito
La carrera de Lorenza Izzo comenzó siendo muy joven. Recién cumplido los 18 años, viaja a Estados Unidos donde cursaría un taller de actuación en la prestigiosa academia de Lee Strasberg en Nueva York. No contenta con eso, decidiría entrar a estudiar Periodismo a la Universidad del Desarrollo, demostrando interés en aprender y entender más y mejor a la comunicaciones, complementando lo anteriormente hecho, lo que sin duda se manifiesta en su gran dominio y capacidad escénica acompañado, además, por un buen manejo ante las cámaras de televisión.
Su ansiado debut se daría hace ya una década cuando en el 2010 tendría un papel en la cinta “Instrucciones para mi funeral“, de Sebastián Radic.
Su “presentación masiva” en los cines chilenos se dio con su participación en dos de las películas correspondientes a la trilogía de Qué Pena del director Nicolás López, más precisamente en las partes correspondientes a Qué Pena tu Boda y Qué Pena tu Familia.
En ambas producciones encarnó al personaje de Lucía Edwards, dejando ver su gran capacidad de interpretación, que a pesar del rol excesivamente estereotipado en la mujer linda y sexy (y de un guion irregular), Lorenza lograba demostrar sus dotes actorales acompañados de la ya mencionada capacidad que tiene para desenvolverse ante las cámaras y los espacios abiertos, como lo hizo, por ejemplo, en la escena donde termina en la piscina con Ariel Levy, quien esa oportunidad (así como en toda la saga), interpretó a Javier Fernández.
Pero la carrera de Lorenza Izzo seguiría muchísimo más allá de las películas de López, logrando derribar barreras y comenzando a ubicarse rápidamente en el radar de productores y directores de cine en nada más y nada menos que Hollywood cuando en el 2013 debuta en la película The Green Inferno, de Eli Roth quien fuera, además, su marido desde 2014 hasta 2018.
Luego de eso Lorenza permaneció el mercado norteamericano, logrando consolidar una posición que hoy la tiene como la exponente chilena con mayor campo y posibilidades de internacionalización y consagración en un mercado donde su propia naturaleza la hará estar rodeada de los mejores actores, actrices, directores y productores de cine del mundo.
Su trayectoria continuaría de la mano de Guillermo Amoedo tendría un papel de relevancia interpretando a Ana en The Stranger, cinta en la cual la capacidad de adaptación y su amplitud actoral se verían puestas a prueba, logrando buenas críticas y lo más importante: salir de una zona de confort, trabajando con un director nuevo, lo que sin dudad fue fundamental para lo que vendría después. Nuevamente de la mano de Eli Roth, esta vez con la película Knock Knock (2015), donde Lorenza asumiría un rol mucho más serio y “adulto” en relación a sus anteriores interpretaciones.
Posteriormente, su filmografía se acrecentaría con películas como Holidays (Adam Egypt Mortimer), Mrs Banavelt (Eli Roth) y Life Iself (Dan Fogelman).
El gran salto
Luego de armar una sólida, constante y cada vez más ascendente carrera, Lorenza Izzo daría un salto considerable y que significaba posicionarse prácticamente donde ningún actor o actriz chileno había conseguido hacerlo: trabajar con el destacado (y ya mítico) Quentin Tarantino.
Quentin Tarantino, probablemente uno de los más grandes directores de la historia del cine, ponía sus ojos en Lorenza para interpretar a Francesca Cappuci en su último filme Érase una vez en Hollywood (2019), donde además compartiría escena con actores de talla mundial como Leonardo Di Caprio, Brad Pitt y Margot Robbie.
Su rol en esta cinta, definitivamente, sería algo totalmente diferente a lo anterior y un salto sumamente cualitativo en relación a lo que fueron sus inicios en la saga de Qué Pena. Lorenza estaba en las grandes ligas, rodeada de la élite cinematográfica mundial, midiéndose de tú a tú con el director de películas como Kill Bill o Pulp Fiction; con actores de películas como The Fight Club, Troya o el Sr. y Sra. Smith (Pitt) o Titanic y el Renacido, en el caso de DiCaprio.
Los actores y actrices chilenos podrían estar tranquilos, que más allá de nuestras fronteras, al otro extremo del continente y, repito, rodeada de la élite cinematográfica del mundo, lo cual la sitúa como un ejemplo para poder demostrar que en tierras chilenas existe talento suficiente para que, con los recursos, apoyo y las estructuras de acompañamiento necesarias, sobre todo por parte del Estado con políticas públicas, se pueda poco a poco ir subiendo el ya buen nivel existente, pero que aun así tiene mucho que mejorar para poder situarse en el ámbito internacional.
Lorenza Izzo, en definitiva, es actualmente el gran rostro actoral de nuestro país y lo mejor es que es dueña de un potencial aún sin techo.