Moisés Sepúlveda, director de “Gran Avenida”: “La película es otra forma de decir ‘clase media’ no como victimizante ni una apología”

El cineasta chileno Moisés Sepúlveda acaba de estrenar en salas nacionales su segundo largometraje como director, “Gran Avenida”, el cual explora la vida de un conjunto de personajes lidiando, a través de una mirada tragicómica, con el miedo, la desesperación y el fracaso, insertos alrededor de la avenida José Miguel Carrera.

“Gran Avenida” es protagonizada por Gabriel Cañas, Paulina Giglio, Gastón Salgado e Iván Parra, producida por Juntos Films y filmada completamente en las cercanías de Gran Avenida, sector sur de Santiago.

La película tuvo un exitoso paso por festivales de cine nacionales e internacionales, recibiendo el premio especial del jurado en el Festival de Cine Chileno (FECICH) y el Premio a la Mejor Actuación en el Festival Internacional de Cine de Iquique.

Para Revista La Máquina, el director conversó sobre la génesis del proyecto, las vicisitudes de crear un filme independiente en Chile y sus próximos objetivos como cineasta tras “Gran Avenida”.

“Gran Avenida”: La cinta chilena de humor negro que retrata el fracaso del ser humano

¿Cuál fue el origen de “Gran Avenida”?

Quería hacer “Gran Avenida”, aunque todavía no tenía muy claro cuál iba a ser la historia completa. Aquí puse en práctica una metodología de trabajo que consiste en una forma de hacer historias muy usada en el teatro. La he visto particularmente en la compañía Bonobo y en La Mala Clase, donde pasa algo muy común en todas las compañías y es que hay un elenco primero, antes que la historia. A diferencia del cine, en que lo normal es tener una historia y después buscar al elenco. Yo sabía que quería trabajar con Gabriel Cañas, Paulina Giglio, Iván Parra y Gastón Salgado, que son actores que admiro mucho. Nos juntamos a ensayar escenas que escribí en términos generales, pero modificándolas con dinámicas de improvisación. Le propuse a los actores una pequeña historia contenida en escenas, justamente la escena del robo del celular, que es muy importante en la película. La ensayamos y modificamos, mientras grababa estos ensayos. Los actores fueron aportando modificaciones, técnicas de improvisación y se ensayaron otras escenas importantes del guión, que debe ser el 40 o 50 por ciento de la historia. El resto del guión se escribió de manera más tradicional, con Michelle Gajardo, mi co-guionista, con quien me junté a escribir durante varios meses y después la película se filmó con ese guión, que tiene el aporte inicial de las improvisaciones más una estructura un poco más tradicional y de escritorio con un co-guionista.

¿Qué prevalece en “Gran Avenida” al tratarse de una historia coral y con situaciones que fácilmente pueden asociarse a proyectos dramáticos?

Lo más importante en esta pequeña historia de estos tres vecinos es el rollo del prejuicio. Pero también los miedos, la desconfianza y las ideas preconcebidas que se tiene de las personas que no se conocen. Hasta qué punto eso puede dar paso a un juicio informado. Otro aspecto que conecta a los protagonistas es esa batalla un poco perdida contra la violencia de la ciudad. También contra la desconfianza y contra el miedo que tenemos entre nosotros. Son personas que están sumidas en ese fracaso, donde se pone en juego su capacidad de salir de ahí o no. Retrata un poco la falta de tiempo para el ocio, esos largos viajes en el transporte, esa incapacidad de comunicarnos con nuestros vecinos, etcétera. También está presente el espacio laboral, porque todos los protagonistas trabajan, ya sea en una fábrica, como dentistas, oficinistas, o lidiando con el egoísmo dentro del trabajo. Si bien, lo que enseña puede parecer bastante triste, la película intenta hacer que miremos todo con cierta distancia para dotarlo de ligereza, que es justamente el humor negro. No es solo un retrato o una denuncia, sino que tiene un tono hacia la comedia negra.

¿Tuviste referentes en el cine para la creación de “Gran Avenida”?

La referencia más potente que tuve fue con la manera en que funcionan estos personajes y la trama. Eso tiene mucho de Robert Östlund (“Triángulo de la tristeza”). Pero cuando filmamos “Gran Avenida” estaba súper metido con la película “Force majeure” y sobre cómo los fracasos nos definen. Eso es un tema que yo he visto en películas de Mike Leigh, que me interesan mucho o de Östlund, que son temáticas de cómo nuestros errores dicen mucho más sobre nosotros que nuestros orgullos y acaban por definir nuestras vidas.

¿Por qué apostar por Gran Avenida como escenario principal y como título?

Soy de clase media y crecí en Puente Alto. Entonces hay una cuestión con el retrato de la clase media chilena que me interesa mucho y “Gran Avenida” es un símbolo de eso. Recuerdo que iba al colegio en Quinta Normal y me pasaba entre dos o cuatro horas arriba de la micro, mirando Gran Avenida y Vicuña Mackenna. Gran Avenida siempre me pareció muy bella y fotográfica. Es un lugar que tiene mucha variedad, comercio y caos, así como decadencia y mucho esfuerzo de trabajadores atravesándola todo el tiempo. Yo no tenía tan claro dónde quería filmar la película, pero sí tenía claro dónde no: en lugares como Providencia, Lastarria o el Barrio Alto, que salen un montón de veces en la publicidad y en todo lo audiovisual chileno. Quería centrarme en lugares que me parecen tremendamente fértiles visualmente y que están un poco escondidos. Ahí volvieron esos recuerdos de niño y pensamos en Gran Avenida como un escenario que, además de todos esos componentes visuales, tiene esa marca de clase media. La gente que es de Gran Avenida, de “Grana”, es una comuna particular. Incluso puede que no vivan en la misma avenida, pero hay varios que circundan ese lugar y cuando alguien habla de Gran Avenida no se refiere a la precariedad absoluta y tampoco habla de riqueza, sino que directamente de la clase media. Entonces otro título que esta película pudo tener habría sido “Clase media”. Pero “Gran Avenida” es otra forma de decirlo. Por mucho tiempo, la mirada de los cineastas fue muy elitista, porque el cine chileno lo es  y la mirada tiene mucho que ver con los problemas de la clase alta o de la clase baja. Durante muchos años no hubo directores, productores o guionistas que vinieran de la clase media. Entonces la mirada sobre la clase baja es súper exotista y súper exitista con la clase alta. En ese sentido, la clase media queda un poco huérfana y a partir de los dosmiles empezamos a egresar del cine muchas personas que quizás antes no habrían tenido la posibilidad de dirigir películas y empieza a aparecer un retrato de cierta forma de la clase media, que tiene un poco más de sustancia y ocupan más minutos en la pantalla. En “Gran Avenida” intentamos que ese retrato de la clase media no fuera victimizante ni tampoco una apología a la clase media, sino que los problemas ahí dentro no son de clase, sino que de convivencia, confianza y económico.

¿Es cierto que “Gran Avenida” demoró seis años en llegar a la pantalla grande?

Demoró su tiempo. Fue una gestión súper larga, que tuvo que ver con varios factores. El primero fue que la película se hizo con muy pocos recursos y con la colaboración de un montón de personas, que fueron aproximadamente unas cien. Equipo técnico, inversionistas, o sea, una película hecha con la colaboración de un grupo grande y eso siempre hace las cosas un poco más difíciles. Después grabamos el 2017 y 2018. Pero no es raro que los montajes lleguen a durar un año o seis meses y nosotros duramos más que eso. Después vino el estallido social y la pandemia. Entonces, el estreno no venía, porque estábamos esperando que se acabara la pandemia. Finalmente, el 2021 la estrenamos en festivales que en su mayoría eran online. Solo un par fueron presenciales. Hasta la fecha, “Gran Avenida” ya se mostró en festivales hace casi dos años.

Además de la promoción de “Gran Avenida”, ¿te encuentras inmerso en otros proyectos audiovisuales?

En este preciso momento estamos filmando una película en el desierto de Atacama, en la cual yo soy productor y guionista. Pero en el segundo semestre de este año, voy a filmar mi tercera película como director, que es una película de ficción basada en el caso La Polar. Será un thriller económico acerca de la historia de los creadores de la estafa. No de las víctimas, sino que desde el punto de vista de los gerentes.

¿Cómo recomendarías “Gran Avenida”?

En primer lugar, me gustaría resaltar que es una película en la que se puede pasar bien. Que apuesta por las emociones que involucran al espectador. Te puedes reír un rato y apenarte también. Es un rato de diversión que también te permite irte a tomar una cerveza y debatir, entorno a lo que “Gran Avenida” plantea. Porque hay un montón de temas que no son fáciles y que están metidos adentro. Como la desconfianza, la paternidad, el legítimo deseo de no ser padre, o que tan fácil es ser un mal padre en las condiciones que vivimos en esta sociedad. “Gran Avenida” es una película entretenida que provee de entretención, pero al mismo tiempo de temas para debatir.

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