“Y están todas las productoras grandes compitiendo por esos fondos que, aunque suene controversial, a veces creo que ni siquiera los necesitan”, menciona Iñaki Velásquez.
Iñaki Velásquez es un cineasta chileno que ha construido su carrera desde la autogestión y el trabajo colaborativo. Ha dirigido proyectos como la webserie FROW, ”Whatever” con Pin Montané y el cortometraje ”Danka Priscilla Danka”, protagonizado por Tamara Acosta y Katty Kowaleczko. También ha realizado videoclips reconocidos en festivales y hace poco compitió con tres obras en el Festival Internacional de Cine de Lebu. Además, su trayectoria ha sido premiada con reconocimientos como el primer lugar en FICVIÑA, Mejor Cortometraje Latinoamericano en el Festival Curta Cinema de Río de Janeiro y Mejor Dirección en el Miami Web Fest por su proyecto “Reino de Salt”.
En 2023, el Fondo de Fomento Audiovisual (FFA) del Ministerio de las Culturas destinó más de 7.600 millones de pesos para apoyar 203 proyectos audiovisuales en Chile, con énfasis en la descentralización, ya que más del 40% de los recursos se asignaron a iniciativas fuera de la Región Metropolitana. Sin embargo, el proceso de postulación, con altas exigencias técnicas y administrativas, sigue siendo un obstáculo para muchos realizadores emergentes y proyectos independientes que buscan abrirse paso en la industria nacional.
En conversación exclusiva con Revista La Máquina, el director chileno independiente, Iñaki Velásquez, abordó una de las tensiones más persistentes del cine nacional: la lucha por el acceso al financiamiento audiovisual.
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Desde que Velásquez comenzó en el mundo audiovisual, solo en una ocasión ha logrado acceder a un fondo estatal, específicamente para la realización de un videoclip. “La única vez que nos hemos ganado el fondo ha sido con un videoclip, que afortunadamente postulamos, ganamos y quedamos muy felices”, mencionó. Sin embargo, agrega: “en general no hemos podido ganar el fondo”, lo que lo ha obligado a buscar alternativas fuera del sistema público: “Entonces, la opción en Chile es buscar auspiciadores que comprometen hartas cosas y es difícil trabajar con marcas. O hacer las cosas de manera independiente, tratar de ahorrar y juntar las lucas”.
Iñaki considera que por el mismo motivo solo se ha dedicado a hacer cortometrajes porque “hacer una película sin financiamiento es imposible”, menciona el director.
“En relación al financiamiento, yo lo que diría es que ha sido difícil, porque en estos últimos años pesa no hacer proyectos con grandes presupuestos”, asegura. Aunque desde fuera sus producciones puedan parecer que cuentan con un gran apoyo financiero, muchas veces son fruto del sacrificio personal: “Estuvimos recién en un festival y, claro, nos preguntaron: ¿Quién financió esto?. Yo les respondí: “Fueron ahorros propios y un equipo que apañó a hacer todo gratis’”.
Esta escena no es única. Iñaki Velásquez cuenta que la mayoría de sus proyectos han nacido del trabajo colaborativo entre personas que creen en una idea, más que en un plan de negocios. Salvo por excepciones puntuales como la serie FROW, estrenada en 2022 y financiada con grandes auspiciadores como Starbucks, Skechers, Pichara y Líder, la experiencia de su productora ha sido operar con recursos mínimos.
“Ese ha sido el proyecto más grande que he hecho hasta ahora y con un presupuesto también super grande. Andábamos en un camión de producción, con un equipo de 30 o 40 personas. Pero los otros proyectos independientes, han sido todos autogestionados”, comenta.
Frente a esta dificultad, las alternativas no son muchas. Buscar auspicios requiere tiempo, redes y suerte. Y postular a fondos públicos se vuelve una realidad cada vez más desgastante, así lo asevera: “O haces algo de manera independiente, con libertades creativas y manejando tus propios tiempos, o tienes que ganarte un fondo, y sabemos que eso es súper difícil. Es muy, muy competitivo, y están todas las productoras grandes compitiendo por esos fondos que, aunque suene controversial, a veces creo que ni siquiera los necesitan”.
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Velásquez no acusa directamente favoritismo, pero sí reconoce una ventaja de las productoras de renombre: “Tenía una amiga que trabajaba en la productora más grande de Chile. No quiero dar muchos detalles, pero ella me comentaba: ‘Esta productora no necesita ganarse el fondo. Podría hacer ciertas producciones porque los contratan desde Netflix o Amazon’. Y aun así, postulan y se los ganan, porque claramente tienen experiencia y hacen muy buenos proyectos. Pero, de repente, falta ese espacio para proyectos nuevos y productoras que están recién surgiendo”.
Según el realizador, no se trata de un problema de malas intenciones, sino de una competencia desigual: “Productoras establecidas como Fábula o Parox, al tener mucha experiencia, lo tienen más fácil para ganarse los fondos. No creo que haya favoritismos, ellos simplemente postulan muchas veces, saben cómo hacerlo, no caen en tecnicismos, y en el currículum y la experiencia tienen puntajes perfectos. Entonces, claro, es como enfrentarse a Goliat, ¿me entiendes? Como ir con una espadita chica contra un dragón gigante”.
Una de las fórmulas que exploró fue el crowdfunding. Aunque reconoce que no es la solución definitiva, valora su experiencia usando este método. “Lo bonito de haber hecho un crowdfunding fue que logramos involucrar a personas en el proceso. Recuerdo, por ejemplo, a una chica que aportó una buena suma y pudo participar en el rodaje. Gracias a ese aporte, no solo pudimos grabar la serie, sino también postularla a festivales de cine, lo que es bastante caro. Las postulaciones cuestan entre 20 y 100 dólares”, dijo.
Sin embargo, no todos los intentos funcionaron: “Hice otro crowdfunding que no resultó. No alcanzamos la meta, lo cancelamos y se devolvió el dinero. Es difícil que alguien se involucre en un proyecto desde cero, sobre todo hoy, cuando en Chile el nivel de producción está altísimo”.

La llegada de plataformas como Netflix, HBO Max, Amazon o Disney+ ha elevado los estándares de producción, pero también ha desplazado a muchos creadores independientes que ya no logran el mismo nivel de visibilidad. “Años atrás, un proyecto independiente podía destacar más fácilmente, pero hoy cuesta mucho más. Hasta ahora, no he tenido un proyecto que pueda decir que fue financiado completamente por crowdfunding”, declara Iñaki.
El cineasta también contó que su proyecto de tesis se basó en los prejuicios y barreras del cine chileno, no obstante reconoce que ha habido un cambio de mirada y valores hacia la industria nacional: “Te podría decir que, hasta alrededor del 2010, había mucho prejuicio sobre el cine chileno. Se repetía la idea de que el cine solo trataba temas políticos, la dictadura, o que era muy vulgar. Pero hoy ya no siento que exista ese mismo prejuicio. El cine chileno ha logrado levantarse y romper muchos esquemas”.
Destaca que gracias a las plataformas y al auge de las webseries, se ha abierto un espacio para contenidos más diversos, donde su productora también ha podido innovar. “Hoy tenemos series como Baby Bandito, 42 días en la oscuridad, y muchas otras que demuestran que hay hambre por contar nuevas historias. Dentro de ese panorama estamos nosotros, con una motivación constante por innovar”, menciona Iñaki Velásquez.
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Al cierre de la conversación, Velásquez se detuvo a reflexionar sobre la existencia de una posible élite dentro del cine chileno y lo compara con otros fenómenos culturales. “Yo creo que el cine chileno, y similar a muchas otras artes, como por ejemplo la música, viene de diferentes lugares”, comenta, recordando una idea que escuchó en un festival: “Decían que el reggaetón se volvió la élite de Chile en la música, lo cual era algo impensado, porque este género nace como una contrarrespuesta al pop de élite. Pero en Chile, hoy prima la música urbana, el trap. Y ellos son los que tienen el gran apoyo monetario de las productoras y de los sellos.”
Desde esta analogía, concluye que la percepción de privilegio siempre depende del lugar desde donde se observa. “Si estoy en un lugar de lucha o de dificultad, lo voy a evaluar de una manera. Si estoy en un lugar de privilegio, lo evalúo de otra”, afirma. Reconoce que las productoras consolidadas tienen más facilidades, pero rescata con fuerza el valor de la independencia: “Desde los presupuestos bajos y la carencia de recursos también viene la creatividad. Hay proyectos que no lo lograron por ser parte de una élite, lo lograron por carencia de recursos, por carencia de oportunidades y por ese empuje.”
A pesar de estos obstáculos, Velásquez ha logrado ser reconocido en el panorama audiovisual. Compitió con tres de sus proyectos en la 25ª edición del Festival Internacional Cinelebu, uno de los certámenes más relevantes del país y calificador para los premios Oscar y Goya. Sus obras en competencia incluyeron el cortometraje “Danka Priscilla Danka” y los videoclips “Nadie me va a entender” de Qloud y “Para mí es tarde” de Entremares.