“El concierto busca reivindicar estos placeres tildados de ‘culposos’ y que en realidad no existen. Son canciones que identifican a todos y que son himnos en la comunidad LGBTQIA+”, menciona Simón Sotomayor, líder de Fortepiano.
Conversamos en Revista La Máquina con uno de los artífices del más reciente coro Fortepiano, integrado solamente por cantantes amateurs que comporten alguna orientación, género o expresión dentro de la diversidad sexual en Chile y sobre su nuevo concierto “Placeres culposos”, que reivindica a canciones pop en español de todos los tiempos y con el cual ha tenido una buena acogida por algunos lugares del país en que se han presentado, especialmente durante el reciente mes del Orgullo LGBTQIA+.
El origen del coro Fortepiano data de noviembre de 2023, siendo una idea del músico Simón Sotomayor y el grupo de amigos que hizo trabajando en un musical para la Corporación Cultural de Lo Barnechea: Pablo Opazo, Pedro Pablo Herrera y Álvaro Jorquera. El primer proyecto que los impulsó a seguir juntos en la senda de la música coral fue “Naviqueer”. Se trató de un concierto hecho en diciembre, que llevó a 16 coristas por comunas de la Región Metropolitana como Las Condes, Santiago Centro y Lo Espejo. Cada show tuvo un buen recibimiento por niños y adultos mayores, y el coro llegó a tener una mejor recepción al cantar en el barrio París-Londres, donde muchos transeúntes se sorprendieron al presenciar a un grupo de personas entonando villancicos durante una calurosa jornada en la capital.
Ahora hay un nuevo proyecto en el que están embarcados Simón y sus alumnos de Fortepiano, que es mucho más ambicioso y apela a un segmento dentro de la música popular que no es tomada tan en serio académica como masivamente: el pop en español. Éxitos de Shakira, Fey, Javiera Mena, entre muchos otros artistas, están incluidos en el repertorio del concierto “Placeres culposos”.
“Estudié en un colegio de hombres y era muy frecuente escuchar la frase ‘es de minas’ para referirse a canciones como estas”, cuenta Simón Sotomayor.
“El concierto busca reivindicar estos placeres tildados de ‘culposos’ y que en realidad no existen. Son canciones que identifican a todos y que son himnos en la comunidad LGBTQIA+. Porque así como la diversidad, la música no tiene género y la idea del concierto es esa: entender que tenemos más cosas en común que en discordancia”, asegura el director de coro, quien está a cargo de la mayoría de los arreglos musicales originales en “Placeres culposos”, junto con algunas coristas.

Simón Sotomayor, la idea detrás del proyecto Fortepiano
Simón Sotomayor Sepúlveda tiene 30 años, estudió Teoría de la Música con especialidad en Dirección Coral en la sede Alfonso Letelier Llona de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile. Las melodías de videojuegos como “Zelda” y “Final Fantasy” fueron sus mayores referentes para que años después estudiara esta carrera. Se define a sí mismo como una persona y un artista siempre abierto a descubrir nuevos géneros musicales. El pop en inglés y en español tuvieron gran influencia en su crecimiento, destacando artistas como Aretha Franklin, Amy Winehouse, Adele, Francisca Valenzuela y Princesa Alba, por nombrar algunas.
También hubo cabida para el teatro musical, las bandas sonoras de películas hollywoodenses, la música clásica francesa y los compositores académicos latinoamericanos. Imparte clases de música en la Escuela de Párvulos Ichuac en Cerrillos y trabaja desde hace seis años en la Corporación Cultural de Lo Barnechea, donde ha tenido a su cargo la dirección de los musicales vecinales anuales de la comuna. Este 2024 prepara el montaje de “Grease”.
35 personas conforman el coro Fortepiano, que inicialmente tuvo a 60 postulantes en su etapa de audición, y sobresalen homosexuales, lesbianas, bisexuales, mujeres y hombres trans, y personas de género no binario mayores de edad. Hay quienes poseen conocimientos respecto al área musical, de canto y piano. Pero existen también muchos aficionados que debutan en lo que respecta a cantar en público gracias a Fortepiano. Hay meseros, estudiantes de moda y vestuario, ingeniería, derecho, trabajadores de una fundación, administrativos y dueños de sus propios emprendimientos. Muchos asocian el nombre que tiene el conjunto de personas con el instrumento que antecedió al piano. Pero Simón Sotomayor vio en esta coincidencia una forma de brindarle una connotación seria y lúdica a su proyecto, para que Fortepiano pueda oírse formal y al mismo tiempo tratar de volverse una referencia a la cultura popular chilena.
“Es un privilegio estar en un ambiente en el que te acepten como eres, porque no todes tenemos esa suerte” comenta Sotomayor sobre el coro Fortepiano. “Es súper bonito ver las realidades de cada une y que al final del día, cada une tiene su realidad. Presenciar cómo se van desenvolviendo, haciéndose amigues, y se va gestando esta confianza”, añade.
Desde hace casi tres meses que realizan ensayos, cuya frecuencia cambió de una a dos por semana, y Simón no puede ausentarse de ninguna sesión, ya que él dirige todos los ensayos. Es tanta la persistencia que ni el clima o su propio cuerpo pueden detenerlo. “En mayo me operé y al otro día estaba dirigiendo el ensayo. No había tiempo para faltar. Si llego a enfermarme, iré con mascarilla, pero allí voy a estar presente” señala el músico, que también agradece el compromiso que han desarrollado sus alumnos en tan poco tiempo, como para suplirlo brevemente cuando llega atrasado. “Quizás en este momento la carga de dirección musical la llevo más yo, pero eso no quita que haya una colaboración de todes al final. Estamos remando en el mismo sentido y queremos que al coro le vaya bien, que resulte, y estamos contentos de formar parte de esto” manifiesta Simón.

El coro Fortepiano no es la única agrupación musical en el país que integra a personas de la diversidad sexual. “Queer Chile” es el más antiguo y también están “Contramundum”, “Espora” y un coro en la ciudad de Concepción. Al director de Fortepiano les gustaría hacer alguna colaboración con todos esos coros.
“Soy de la idea de que todes tenemos cabida. Hemos tenido suerte también, porque al ser un directorio que ha trabajado harto y ha tenido buenos contactos, crecimos mucho en poco tiempo, por un tema de gestión, formas de trabajo y de confiar en el profesionalismo de cada uno” cuenta Sotomayor. “Cada coro tiene su personalidad, su repertorio y su impronta. Es lindo ver que somos parte de este colectivo, que nos incluyan en sus conversaciones y es muy interesante comprobar que estamos en otros lados”, dice.
A pesar del entusiasmo y proyección que tiene el Coro Fortepiano, también enfrentan dificultades en lo que respecta a un lugar fijo para sus ensayos. Uno de los primeros espacios que ocuparon fue cerca del metro La Moneda, que resultó un lugar muy espacioso y difícil de pagar para los 35 participantes y su director. Actualmente practican en Espacio Fauna y a todos los alumnos se les cobra $4000 como cuota mensual. Tienen en la mira expectativas y planes para contar con su propio sitio de ensayo, así como conversaciones con la Fundación Música para la Integración. Porque al Coro Fortepiano le interesa crear su propia personalidad jurídica y algún día transformarse en su propia fundación. “Ser independiente nos da más libertad para escoger nuestro repertorio y seleccionar lo qué queramos hacer” se sincera Simón.
Aunque ambas figuras son intérpretes, existen diferencias entre un director de coro y un director de orquesta. Por ejemplo, el director de orquesta se encarga del funcionamiento de un grupo de músicos profesionales mucho más grande. En cambio, quien dirige un coro suele trabajar con gente amateur, que no lee música y que, generalmente, no sabe cantar. El objetivo del o la directora es que este grupo de personas suene bien cantando juntos. “Un coro no es rápido de armar, pero es barato” cuenta Simón Sotomayor. “Solo necesitas a la gente que vaya y que fotocopie. Si eres amable con el director, le puedes tener un teclado. Porque si el director no lo tiene, lo hace a pulso. Con su guitarra o lo hace cantando” afirma. Con su vocación y todos sus conocimientos, cualquiera podría señalar rápidamente que Simón es un artista, aunque sea un adjetivo con el cual no comulga a pies juntillas. “La definición de artista es mucho más amplia y el arte puede venir de cualquier lado” dice el fundador del coro Fortepiano. “La música da para mucho y la música coral tiene bastante del factor humano. Hoy en día la música coral posee una experimentación muy bonita, como en el folclore. Son espacios muy bacanes y creo que la gente debería animarse a cantar más” asegura Sotomayor.
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A pesar de que trate de huir de la frase cliché, Simón se siente identificado con el descontento general relacionado al trato y funcionamiento de las industrias culturales y políticas públicas en Chile. “Hasta antes de la pandemia, el Ministerio de las Culturas era una oficina del Ministerio de Educación, y lo tenemos hace relativamente poco. Eso te dice más o menos cuál es la visión del país frente a la cultura” expresa el director de coro. “Como varios lo dicen, en Chile hay talento pero falta inversión. Hablando desde la música, muchos están triunfando tanto aquí como en el extranjero. Pero casi todos han tenido que rascárselas solos. Porque Chile no tiene una industria cultural que produzca dinero y un Producto Interno Bruto (PIB) importante”. Sotomayor aplaude intervenciones corales como “Réquiem por Chile” y “Víctor Jara Sinfónico” que funcionaron para acercar la cultura a sectores de la población que no están acostumbrados a recibir eventos artísticos y de buena calidad. “Hubieras visto las plazas llenas y a gente acercándose después del concierto, preguntando a todos los participantes cuándo iban a volver, porque esos shows no venían a sus comunas” recuerda el músico. “No es que el chileno no aprecie el arte, sino que no tiene acceso a este y eso se da por políticas públicas. Es mentira que eventos como estos no funcionen en el sector poniente. Porque se llena y la gente es muy agradecida”.
Más allá del interés que pueda existir a nivel estatal o político, el director del coro Fortepiano piensa que uno de los principales defectos y obstáculos en el sistema chileno es el amiguismo o ‘pituto’. “Me da lata decirlo, pero el rubro está un poco viciado, con gente que siempre acapara mucho y como saben que ya tienen esa pega asegurada y no tienen el tiempo para preparar todo, bajan el nivel. Lamentablemente, como todo en Chile, las pegas más grandes en el medio están secuestradas por gente de influencia” dice Simón Sotomayor, quien asegura que este mismo descontento lo viven otros artistas jóvenes como él, ante la inexistencia de un espacio de trabajo colaborativo en la cultura chilena, donde no esté la obligación de competir. “Chile todavía no entiende que la cultura no es solamente a pulso y buena onda, o que la gente que estudió Arte es ‘porque es un hippie’. Hacen falta políticas públicas y una industria cultural de verdad. Yo que trabajo en teatro musical, sé que es un gastadero de plata enorme. ¡Para qué hablar de Broadway que produce mucha plata! Precisamente: alta inversión es igual a alta ganancia o alto riesgo” aclara el director del coro Fortepiano.
Simón, al ser consultado por su opinión sobre lo que atraviesa la comunidad LGBTQIA+ chilena en lo que llevamos de 2024, reflexiona que siempre hacen falta cambios y mayor proactividad, además de lamentar que todavía ocurran episodios de violencia y discriminación en contra de quienes sienten atracción por alguien de su mismo sexo o que se identifican con un género disidente.
“No sé de qué manera aportar mayor que la música. Yo me especialicé en esto y puede llegar a ser prácticamente inútil. Pero al mismo tiempo, creo que podría ser una gran herramienta para educar a la gente, ya que el miedo y la violencia hacia la comunidad LGBTQIA+ vienen desde el desconocimiento. Esta es mi trinchera y al menos desde lo que yo sé hacer, puedo aportar desde el arte y la música”, apunta Sotomayor y además hace un hincapié en un punto clave que quizás muchos no reparan tanto como él.
“Una de las mejores formas de representar a la comunidad es existiendo y con el ejemplo. Independiente de cómo sea la persona que se sienta identificada con esta bandera” dice. “Al final del día, somos igual que todos. Si nos pegan, nos duele. Si nos cortan, sangramos. Si amamos, amamos con locura y se nos rompe el corazón. Es súper importante entender que nuestra sola existencia es desde ya un acto muy valiente”.
Simón Sotomayor también cree en la importancia de generar redes dentro de la comunidad, sobre todo para luchar contra alguna injusticia donde se vulnere la libertad de expresión. Crear redes y trabajar en colectivo puede transmitir de forma más directa que homosexuales, lesbianas, trans y no binarios, por nombrar algunos, siempre han existido en la historia de la humanidad.
Hasta ahora el concierto “Placeres culposos” se ha presentado en las ciudades de San Antonio, Viña del Mar, Concón y en las comunas de Pedro Aguirre Cerda, Lo Espejo y próximamente en La Cisterna. Cuentan con dos formatos de show, que dependen de la duración acordada de las presentaciones, pero que normalmente oscilan entre los 20 minutos a la hora.
Respecto al repertorio: “Pasamos del amor adolescente no correspondido al amor adolescente en su descubrimiento. Hay una narrativa de atrás que también habla un poco de la narrativa de la felicidad. Somos gente representada en nuestras canciones y muchas son himnos. El cierre es más épico, divertido y nacional”, cuenta uno de los cerebros detrás del coro Fortepiano.
Por el momento, no hay planes de generar un proyecto completamente similar o distinto a este concierto en lo que resta del 2024. Sí hay intenciones de retomar el recital navideño “Naviqueer”. Los integrantes del coro que dirige Simón Sotomayor son cuidadosos respecto a la cantidad de contenido que pueden compartir en redes sociales, ya que no quieren dejar escapar el factor de novedad que los rodea, si llegan a ser inmortalizados en Internet. Lo que más rescata Simón de su agrupación musical es que “no solamente los participantes encuentran un espacio seguro, sino que yo también lo he encontrado. Ellos aprenden de mí y yo mucho de ellos”.
Para mayor información del Coro Fortepiano, síganlos en Instagram como @corofortepiano