Editorial| Marvel: Más que tecnología, mallas y súper poderes

En 2008, Marvel Studios daba inicio al que es, sin muchas dudas, uno de los universos cinematográficos más grandes del cine contemporáneo. Todo desde la mirada de Kevin Feige luego de desastrosas películas e inacabadas ideas que, como una letanía completa, se veían lejanas, sobre todo unas iniciativas.

La película encargada de la génesis fue Iron Man (Jon Favreau), cuya taquilla e impacto mediático en la opinión pública tuvo consecuencias que, si bien eran esperables, pocos se hubiesen atrevido a que el remezón fuese de tal magnitud.

Iron Man, según creo, logra abrir un camino de expansión de lo que se llevó a cabo durante los años 30 y las décadas siguientes por parte de Marvel: dar espacio a la humanidad de personajes cuyos recursos de todo tipo (monetarios, bélicos, de habilidades, mitológicos, etc.) eran, sin dudas, de un nivel que permitía que las historias fueran atrayentes desde la espectacularidad, pero que, al  mismo tiempo, sus bases más profundas no estaban del todo asentadas en la mayoría de las personas, salvo en aquellas que tenían especial devoción por los cómics, las viñetas o que alguna vez, como casi todo niño, se sintió atrapado por las acrobacias y chiches que un determinado súperheroe mostraba en series de televisión o se podían llevar a cabo gracias a atrayente mercancía de juguetes.

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Apertura creativa

Los avanzados recursos tecnológicos en cuanto a animación, efectos especiales y de sonido, han permitido establecer una apertura creativa, adaptada desde los cómics hacia la pantalla grande, sin grandes diferencias e incluso aumentando su dosis de brillo y grandilocuencia.

Lejos han quedado esos intentos insulsos, algo aburridos y simples de hacer películas (o en algunos casos series) donde los recursos disponibles, más allá de la imaginación que un niño, adolescente o adulto como espectador pudieran darle, dejaban a la vista una serie de falencias técnicas que, aunque entendibles, terminaban mellando una producción, una historia y un acabado artístico importante, dejando muchas veces al debe la profundización de estos argumentos, debido a la imposibilidad de recurrir a ciertas adaptaciones técnicas que permitiesen la correcta realización en la aparición de algunos personajes y/o escenas que desarrollaran estas historias.

Casos sobran, como lo fue con Hulk, de 2003, las dos películas de Ghost Rider, el bodrio de Daredevil con Ben Affleck, entre otras.

https://youtu.be/soyGLAkLGNM

El Universo Cinematográfico de Marvel (UCM), pese a sus bemoles, según los más puristas del séptimo arte, ha democratizado y entregado un contenido en torno al súperheroe mismo que ha llevado a espacios antes casi inimaginables la aparición de grandes momentos visuales, como por ejemplo, la llegada de Thor, príncipe de Asgard, hasta Wakanda en la, hace poco, estrenada Infinity War para derrotar (intentarlo al menos) al Titán Loco, Thanos.

Otro ejemplo plausible y concreto de esto, es la creación e implementación exitosa que tuvo el traje de Black Panther en su cinta homónima: acierto tecnológico y visual de efectos especiales que, sin duda, fue un aporte a la inmensidad de lo que era por sí mismo un guion cuya trascendencia va más allá de los cómics o una simple película para entretener.

Una gran responsabilidad

Como mencioné, el UCM ha democratizado la entrega de lo que fue (y sigue siendo) la particularidad fundada por Stan Lee (con un homenaje que puedes leer aquí) y Jack Kirby: entregar algo más que mallas, súper poderes o alta tecnología al servicio de la entretención de todo público, sino que además buscaban y buscan entregar un mensaje que cale más allá del atractivo que pude generarse en un dialogo de viñeta o en la explosión ocurrida en Sokovia durante Avengers: Age of Ultron, sino que también el objetivo de este medio como un todo es el hacer ver al súperheroe como una “institución” de desarrollo humano, como bien ocurre con Tony Stark durante la saga correspondiente a este universo, o los constantes impedimentos y dificultades que debe enfrentar Steve Rogers cuando se ve involucrado en dilemas éticos, morales e incluso sentimentales en una época, que por muy adaptado que esté,  no corresponde a la suya.

El UCM ha contribuido a que no solo el típico nerd o fanáticos de los cómics o de series de algún héroe en particular pueda acceder, sino que también aquellos que, simplemente, se ven atraídos por lo llamativo de los efectos especiales o por la presencia de X actor en determinada película. Porque los superhéroes son algo más que poderes y lindos trajes, también tiene una enorme responsabilidad.

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