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Crítica | “Chromatica”: Lady Gaga y su retrasada propuesta futurista

El pasado viernes 29 de mayo, se liberó el álbum Chromática de la artista estadounidense Stefani Germanotta, mayormente conocida en el mundo bajo el pseudónimo de Lady Gaga. Luego de toda la parafernalia, el estallido de reproducciones y el agote del replay, es el tiempo perfecto para observarlo con calma, entender lo que me produce y reflexionar por qué siento esta suerte de “decepción” que me costó mucho aceptar.

Gaga: en fase de experimentación

El álbum no es absolutamente nada similar a los trabajos previos de la artista y, a la vez, nada que no hayas escuchado antes. Si te preguntas por qué, la respuesta es sencilla: lo que hallas es una mezcla de disco, house y dance/electro pop de los años 2000 o incluso un poco antes. Un coqueteo descarado con Kylie Minogue y a ratos con Madonna, entre otros. Nada malo, pero absolutamente diferente a lo acostumbrado.

De hecho, es curiosa la paradoja que ocurre con la temática futurista y moderna que aborda Chromatica, cuando, en el fondo, la música que realmente compone el disco todo el tiempo te recuerda a los tunes clásicos del pasado, de esos que irías a bailar a Blondie hace unos 20 años.

Cuatro años tuvimos que esperar desde el íntimo Joanne para contar con un disco nuevo de “Mama Monster”. La cantautora, que saltó a la fama en 2008 con el álbum The Fame, ganó rápidamente atención de lo más adeptos por su propuesta artística y la puesta en escena, con un estilo estrafalario que siempre estuvo en la palestra, dando vida a un icono irrepetible.

Sin duda que la música fue lo esencial, pero Lady Gaga era un concepto por sí sola. “Born This Wayvendría el 2011 y nos dejó grandes himnos que hasta hoy resuenan, consolidando a la artista como una de las grandes revelaciones del pop, llenando escenarios y estadios con un recaudo de cuantiosas ganancias, ganando terreno espacioso en una industria musical repleta de pop insípido.

Más tarde vendría la época donde la artista ganaría un segundo grupo de adeptos real y genuinamente más interesados en la calidad vocal y compositiva de Gaga, que en el atuendo y la estética extravagante. Diría que incluso fue una sorpresa para otros colegas o así se dejó ver en las distintas presentaciones en vivo– como aquellas con Tony Bennett después del álbum Cheek To Cheek, el espectacular tributo a Julie Andrews (“The Sound of Music”) y las que surgieron después del estreno de A Star Is Born-, donde deslumbró a la audiencia en incontables ocasiones con una voz sólida y un pitch perfecto.

Para quienes veníamos siguiendo su carrera, esto no era ninguna novedad. Pero hubo otros que tardaron más años en dejarse conquistar.

Una retrospección retrasada

Hoy, sea de manera espontánea o cuidadosamente estudiada, Lady Gaga va en ruta segura a conquistar un nuevo terreno de adeptos, si es que no logró ganárselos antes, dado que la apuesta de Chromatica es navegar por aguas nuevas que nunca exploró antes. Por mi parte, lamentablemente, si me toca una vez más navegar por esas aguas, seguramente salto del barco con anticipación. Este disco, no es mi taza de té.

El álbum como tal es una historia que sigue un hilo lógico dividido en tres partes, que se valen de los temas Chomatica I, II y III para espaciar los momentos. Empieza con una propuesta orquestal digna de película clásica, con la intro de sólo un minuto de duración, pero que entibia los oídos y deja un nivel de ansiedad lo suficientemente adecuado para dar la bienvenida al esperadísimo estreno.

Alice es mi pieza favorita del disco. Empieza interesante y tiene un coro catchy muy en la línea del pop del 2000 – como la mayoría del disco-. Si bien no ha sido de las más renombradas y hasta la fecha ya no apareció siquiera como single, no tengo duda alguna de que en un contexto mundial sin pandemia, estaría brillando en las pistas de baile de pubs, discos y bares, posiblemente remixeada, como base o en alguna versión extendida.

Lamentablemente, la canción comete un error garrafal: le quitaron por lo bajo dos minutos de vida para terminar de explotar como corresponde. Dos minutos que la habrían transformado de mundana, en fantástica. Para ponerlo en concreto: con una canción de 4 minutos o más, alcanzas a coquetearle a alguien, acercarte y ponerte a bailar si enganchaste bien. Pero con Alice escasamente alcanzas a echarle un vistazo a la pista de baile, encontrar un espacio semi vacío para estrujarte entre la gente y ya se te acabó la música. ¿Y cuándo viene el peak?

Pero es mejor hacerse la idea, porque el disco completo es así, el track más largo dura 4.04 y es el único. Claramente hubo una intencionalidad de crear un disco sencillo y bailable. Pero el riesgo es grande. A mi gusto, prefiero 10 canciones buenas que 16 con gusto a poco.

Stupid Love vino al mundo como el primer single del disco, siendo liberado hace un par de meses, en simultáneo con su videoclip y con una excelente campaña de promoción. Unos cuántos días después la artista anunciaría el título del álbum y su fecha de lanzamiento – obviamente pospuesta tras la pandemia que nos afecta de manera mundial-. Si bien la letra de Stupid Love no es ninguna obra maestra de literatura, me parece que cumple su función de manera perfecta. Cumple como single, cumple para las radios y como ‘rompepistas’.

Rain On Me fue el segundo sencillo oficial, saliendo a la luz una semana antes del lanzamiento oficial del disco y se ha convertido en una de las favoritas de los fanáticos y de las colaboraciones más esperadas. La canción es un dueto con la estadounidense Ariana Grande y es una tremenda muestra de colaboración exitosa. Dos artistas con roles a la par y donde ninguna se come a la otra, ni en talento ni en participación.

A esta altura me voy convenciendo de que Chromática es explícito en su contenido y bastante concreto: en el video clip de Rain On Me, evidentemente las cantantes aparecen “bailando bajo la lluvia”. ¿Por qué habría pensado algo diferente? La verdad, no importa. El videoclip se mantuvo como tendencia y vistió YouTube de colores y baile. Ariana Grande reconocería lo feliz que la hizo esta colaboración y que trabajar con Gaga es “un sueño hecho realidad”. Y si todo esto no fuera ya suficiente, la letra de la canción también merece un podio honorífico. Nos alienta a perseverar frente a las adversidades y de “sanar y encontrar la belleza en el dolor, las rupturas y la vida”. Una buena joyita en tiempos de crisis.

Desde esta parte en adelante, únicamente rescato un par de piezas más, puesto que desde ese inicio explosivo del disco -donde ya pasaron los dos mejores singles además-, de no ser por el par de excepciones, el resto del disco se vuelve una monotonía bailable. Un tremendo bostezo.

Muy ad hoc para el gusto de algunos, porque sin duda el disco sigue una línea bastante pareja en estilo y ritmo; un poco aburrido para quienes quizás no gozamos tanto con estas pistas y bases maqueteadas e interminables, que le quedan perfectas a “Modjo” o a “Everything But The Girl”, pero que parecen muy poco originales o incluso refritas para la propuesta de Lady Gaga. En la vereda opuesta y habitada por fans adeptos al estilo, Gaga bien podría ser la reina del electropop. En esa tierra, yo no soy ninguna profeta.

¿Qué más viene en el disco? Una colaboración con el grupo de K-Pop BLACKPINK en Sour Candy, una oda al dolor, amor y la libertad en la ‘balada’ “1000 Doves”, una colaboración con el tremendo Elton John en el pegadizo “Sine From Above” y unos cuantos temas más donde escasamente rescato “Enigma” o “Replay”, pero solo lo suficiente para recordar un pedazo del coro y no tanto para ahondar en profundidad.

Sobre la primera, fue el último single liberado antes de la salida del disco. Más allá de si es o no una buena canción – para mi gusto, es absolutamente olvidable y pasa sin pena ni gloria-, sin duda es un éxito en Asia y un acierto para BLACKPINK, puesto que pone fin a un año de silencio musical para el cuarteto de chicas. 

“1000 Doves”, por otro lado, es de aquellas canciones que voluntariamente cantaría a todo pulmón en un karaoke, si tuviera la voz adecuada. En el formato deluxe del disco también viene un piano demo bastante raw y suave de la canción. 1000 Doves tiene una vibra bastante similar a “On a Night Like This” de Kylie Minogue u “Otro Amor Vendrá” de Lara Fabian – me río yo misma de mi propia referencia-. Ya no es el tema que prende la pista de baile – según mi metáfora del principio-. Es el que vas escuchando en el auto de vuelta a casa, contemplando el mundo fuera de la ventana, con un poco de nostalgia.

“Sine From Above” es curiosamente mi otra favorita. Reconozco que un principio la ignoré y la pasé de largo como una más, mientras estaba en la fase del bostezo, pero sospechosamente cuando intenté recordar el disco, este coro se me vino inmediatamente a la cabeza. Me gusta y disfruto en demasía esa voz profunda y talentosa de Lady Gaga, que se luce de manera distintiva y reconoces inmediatamente como suya. No diría que esta colaboración es tan exitosa como la de Rain On Me, lo que me parece un poco injusto para un grande como Elton, pero brilla la cantidad justa en un disco que tampoco es un lucero. Para mí, es uno de los mejores momentos de Chromatica.

El disco cierra con “Babylon” que es un muy buen tributo a Vogue de Madonna. Llega un poco tarde, pero pega.

Chromatica: un concepto más allá

No me detuve previamente en este punto, pero si eres de los que tiene la mala costumbre de escuchar los discos nuevos en función aleatoria, no seré yo la que te convenza de no hacerlo. Lo pidió la propia artista. El disco viene en un orden específico, relatando su historia con momentos y emociones clave. Lady Gaga es tajante en este punto, señalando que Chromatica, de hecho, relata su historia real.

Reconozco que cuando fui consciente de este hecho, sentí un poco de culpa por no apreciar al 100% este disco. Finalmente, cuando una temática es tan personal, cada artista tiene derecho a plasmarlo como le plazca, sin limitaciones de creatividad y sin tener que complacer a los demás, por lo que, honestamente, escribir sobre este álbum es un peso sobre los hombros.

No está de más decir que mi análisis y comentario tiene como asidero único la historia musical de la artista y la costumbre, al fin y al cabo, siempre me consideré Little Monster, le tengo cariño tremendo a Lady Gaga.

Si hay algo claro, es que no se escatimó en gastos para la producción y promoción de Chromatica. Hay toda una puesta en escena que va de la mano de los videoclips, la imagen que ha presentado la artista en sus redes sociales y toda la gráfica que viene por detrás.

Esto no es ninguna novedad si miramos hacia atrás la carrera de Gaga, pero no estoy tan segura de que la inversión se vea tan justificada esta vez. Lo estuvo en entregas (single y videoclips) como Bad Romance, Judas, Born This Way, Edge Of Glory y otras cuantas de tremenda calidad y no tiene que ver precisamente con la duración de las canciones, ni su calidad de single, aunque los ejemplos escogidos lo den a entender. Tiene que ver más con la trascendencia que dichos tracks han tenido hastahoy. No me parece que el producto sea igual esta vez, pero como ya repetí en un par de ocasiones, es una cuestión de gustos y bien podría ser éste tu álbum favorito. Para mí se queda bastante corto.  

De cualquier manera, considero una pena que el disco haya visto su lanzamiento retrasado a causa de la pandemia que nos afecta. Si hubiera sido salido en –nuestro- verano del 2020, podría decir que a pesar de que no es ni por cerca el mejor trabajo de Gaga, hubiera sido una buena experiencia para guardar antes del encierro. Tendría algunas buenas canciones que recordar y al menos las habría bailado con gusto. Ahora no queda más remedio que hacerle un poco de honor bailando en casa o poniéndolo a veces en el auto si la música es de tu gusto, y ya está.

Honestamente, aunque deja algunos buenos tesoros, no sé si me voy a acordar de Chromatica en enero de 2021.

Chromatica
29 de mayo 2020
Streamline e Interscope Records

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