Casi por accidente, Pablo Allende asumió el sonido de Los Prisioneros, convirtiéndose en uno de los más importantes del rock chileno.
Durante la jornada del jueves se dio la lamentable noticia del fallecimiento de Pablo Allende, productor, músico y exsonidista de la banda Los Prisioneros, debido a un infarto, a los 59 años de edad.
Pese a su despedida terrenal, Allende dejó un legado en la música chilena que estará siempre relacionada por trabajar con el grupo sanmiguelino en su época de fama durante los 80, siendo la persona que armaba la mesa técnica en los shows, confidente y chófer en la gira que Los Prisioneros hicieron por Chile y Sudamérica.
Pablo Allende estudió ingeniería de sonido en el Instituto Santa Elvira. Allí conoció al que sería su más cercano compañero de viaje, Coti Aboitiz, exintegrante de La Ley, y también con Andrés Bobe, con quien incluso formó un grupo vinculado al rock progresivo al que llamaron Galaxy. Al poco tiempo se disolvió esta banda de amigos, pero Allende siguió vinculado a Aboitiz y por eso no tardó en convertirse en roadie del grupo Aparato Raro, que incluía al propio Aboitz e Igor Rodríguez.
Fue en un espectáculo en el Teatro Cariola, compartido por Aparato Raro y Los Prisioneros a mediados de los 80, cuando, sin proponérselo, su vida dio un giro. El sonido del concierto fue terrible y Carlos Fonseca, mánager de ambas bandas, le preguntó a Aboitiz si conocía a alguien que pudiera arreglar el desbarajuste. El teclista no se lo pensó dos veces: Pablo Allende.
El sonidista -de sonrisa fácil y trato amable- arregló los defectos de sonido de la Cariola y desde ese día se hizo cargo de la consola de Los Prisioneros. Su trabajo no estuvo exento de altibajos: en la década de 1980 el equipamiento era precario y la infraestructura limitada a gimnasios con pésima acústica. Ante la disyuntiva de sonar más alto pero menos claro, Allende siempre optó por lo primero, lo que muchas veces lo convirtió en el “culpable” de que la banda de San Miguel no sonara bien en vivo. Allende nunca estuvo de acuerdo con tal premisa.
Tenía razón: para el público el sonido no era lo más importante.
Después de la primera separación de la banda en 1990, Allende dejo de trabajar con la banda y en los posteriores años seria el director general de la división acústica de la empresa First Supply, donde se encargo del sonido de los conciertos durante la década de los noventa.
En el ámbito de la cultura, diseñó acústicamente el teatro Matucana 100 y el audio del Museo Interactivo Mirador, junto con la acústica de la versión del 2012 de Santiago a Mil en la estación Mapocho.