¿Hasta cuándo? es lo primero que muchas pensaron el día lunes, tras enterarse de la “nueva” medida del Instituto de Salud Pública (ISP): los anticonceptivos serían vendidos solo con receta.
A pesar de que dado al caos que provocó el anuncio, se retiró la medida, como periodista y como mujer, creo que es impresentable lo que sucedió.
La realidad
Todos los días que vemos mujeres luchando por sus derechos reproductivos, exigiendo aborto libre, gratuito y de calidad, aparecen personajes que apelan a su “moralidad”, señalando a las compañeras con un dedo, diciéndoles que son “provida” y que el “bebé” (porque ni siquiera dicen guagua, como realmente se dice en Chile) no tiene la culpa de su “calentura”, como si el tener relaciones sexuales fuera un crimen y no fuera normal.
Sin embargo, lo más inédito de todo este asunto es el hecho de que si no se quiere legalizar el aborto, considerando que la maternidad debe ser deseada, ¿por qué se tomó una medida que iba a dificultar más el acceso a los derechos reproductivos?
Uno de los puntos más relevantes a considerar, es que al venderse los anticonceptivos exclusivamente con receta, se estaba obligando a las pacientes a tener que ir al ginecólogo(a) o matron(a). Ustedes dirán “¿Cuál es el problema?”, pues bien, el hecho de que no todas las mujeres pueden permitirse ir dos veces al año o más donde el experto, considerando que las recetas caducan a los 6 meses.
Las hormonas siempre deben ser recetadas por un médico, eso no cabe dudas, pero se sabe que se pueden estar tomando las mismas por años y sin problemas, por lo que un chequeo al año debería bastar, pero con la medida se iba a tener que ir más.
No hay acceso a anticonceptivos para todas, ni con ni sin receta
Quiero dejar en claro que el acceso a una salud digna y de calidad, sigue siendo un derecho de clases. No todas las mujeres pueden sacar de su bolsillo plata para ir al médico. Ni hablemos de la salud pública.
¿A cuántas mujeres en el sistema se les ha indicado anticonceptivos sin haberles realizado un examen de sangre? ¿Cuántas de estas mujeres terminaron no solo con efectos secundarios, sino que con reales problemas de salud porque un “experto” no quiso indagar en su caso? Y más importante aún: ¿A cuántas de las mujeres que pidieron atención se les negó por no estar embarazadas? Porque sí, eso pasa en el sistema público, pero obviamente depende también de la comuna que vive, porque sí, hasta por eso nos vemos afectadas.
Además, todo lo mencionado anteriormente es sin contar ya el gasto en anticonceptivos, los cuales también pueden ser inaccesibles por sus altos precios. Muchos dirán “pero el consultorio los da”, pues no tienen de todos los tipos de anticonceptivos y tampoco tienen gran variedad de pastillas (que es el método más común), por lo que muchas veces, terminan igual mandando a comprarlas, siendo inaccesibles para algunas.
Una vergüenza nacional
Fuera de lo ya planteado, quiero recordarles que no es primera vez que este gobierno impone algo y, tras los reclamos, debe echarse para atrás. Al parecer sigue y sigue cometiendo errores, sin aprender nada de la experiencia y la situación no hace más que empeorar.
¿Cómo una medida que fue tomada el año pasado recién se dio a conocer? Las medidas para las empresas se informan inmediatamente a la población, las medidas sobre cosas del tráfico y un montón de cosas, pero justo las que nos incumben a nosotras. ¿Qué pasó?
Todos los días somos juzgadas por la sociedad y por el solo hecho de ser mujeres. Siempre se nos saca en cara un embarazo no deseado a nosotras y se nos dice tajantemente “cierra las piernas”, como si hiciéramos la pega solas y los hombres no existieran. Recalco esto porque lamentablemente, para esta sociedad solo existimos cuando les conviene, porque aun no tenemos los mismos derechos que los hombres ni somos socialmente aceptados como ellos.
Todavía muchas somos consideradas brujas por ir en contra de un sistema patriarcal, donde ellos creen que pueden decidir por nosotras, y seguiremos siendo las brujas, porque la lucha feminista, todavía no termina.