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Reseña| “Terror a 47 metros: el segundo ataque”, supongo que debía dar miedo

No soy de basurear películas, pero a veces uno ve filmes que tienen una carencia inmensa en todos sus aspectos fílmicos, lo que hace difícil hablar cosas positivas de éstos.

Lo anterior me sucedió con ’47 Meters Down: Uncaged’, cinta de terror dirigida por Johannes Roberts (Los extraños: cacería nocturna, 2018) y que es secuela de ’47 Meters Down’ (2017), del mismo realizador.

No obstante, esta continuación adolece incluso del encanto de la primera, del cine B e inclusive de aquellas películas que son “tan malas que son buenas”, como por ejemplo la saga de ‘Sharknado’ (2013 – 2018) y sus spin-offs. Son largometrajes que no se toman a sí mismos en serio, permitiéndose libertades creativas al mofarse de sus propias lógicas narrativas.

Volviendo a las películas de Roberts, lo único que prevalece en ambas cintas es la lógica de dos protagonistas femeninas emparentadas, la locación y los villanos, por lo que no es necesario haber visto el largometraje de hace dos años, ya que bastantes elementos cambian en lo que se refiere a la narración de la secuela.

https://youtu.be/ttZETEuA-nk

La premisa principal de ‘… Uncaged’, se centra en dos hermanastras, Mia (Sophie Nélisse) y Sasha (Corinne Foxx), quienes no se llevan muy bien. Mia es acosada en la escuela -porque ella es “rara”– y no tiene amigos; Sasha es… su hermana… de color. ¡Yey, multiculturalidad! El papá de Mia (John Corbett) es un arqueólogo, que está en medio de la investigación de una ciudad mayas hundida, oculta debajo de una cueva submarina.

Las amigas de Sasha, Alexa (Brianne Tju), el arquetipo de la muchacha calmada, y Nicole (Sistine Stallone) el estereotipo de la chica alocada – las únicas personalidades que el director les va a dar-, convencen y dirigen a las chicas a una laguna secreta donde se encuentra la entrada de este descubrimiento. Casualmente, los equipos de buceo para la investigación en medio de la laguna secreta, por lo que después de disfrutar un rato en la laguna, Alexa les comenta sobre la ciudad perdida bajo el agua y las insta a adentrarse a la cueva para conocer las ruinas.

Con resquemor, Mia y Sasha aceptan. Ya en lo profundo, las cuatro muchachas exploran las ruinas submarinas, sin embargo un pequeño error hace que todo se comience a derrumbar y, entre la conmoción, aparecen los “villanos”: dos tiburones ciegos; al intentar escapar por la ruta de entrada, quedan atrapadas y además el oxígeno se les empieza a acabar – había que agregarle más tensión-. De esa forma, comienza una carrera contra el tiempo para lograr escapar de la intrincada ciudad submarina sin morir en el intento.

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Quisiera resaltar ciertos aspectos que me parecieron positivos: el uso de la oscuridad y los espacios cerrados. En determinados, pero escasos, momentos, las decisiones cinematográficas para retratar la sensación de claustrofobia y confinamiento fueron realmente efectivas. Se resalta, en particular, la secuencia en que se quedan completamente a oscuras, solo iluminadas por una luz roja parpadeante, pese a que la escena se arruina por una banda sonora cansina y un tiburón de espantoso CGI.

La puesta en escena al inicio de la narración, en el momento en el que se adentran en las ruinas, se ve bastante bien lograda y aunque se percibe poco orgánico, se explican ciertos elementos cruciales que servirán para la supervivencia del cuarteto.

Por el contrario, los componentes negativos tienen su origen, en primer lugar, en su guion coescrito por Ernest Riera y Johannes Roberts, el cual es sumamente inconsistente y lleno de elementos innecesarios para el transcurso del relato.

Por ejemplo, el hecho de que Mia sufra de bullying no se sostiene porque no hay fundamento para ello, nunca se nos explica la razón del acoso y tampoco es necesario para el desarrollo de la historia. Su única “importancia” es darle una determinada personalidad a la chica y para que el espectador empatice con ella. No obstante, no se logra porque no es coherente ni crucial a la hora de desarrollarse el largometraje.

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La información que nos entrega el filme se transmite de manera poco orgánica. Y si bien puede que en un primer momento sea pertinente, su poca sutileza no deja que la audiencia se integre a la narrativa con efectividad. Además, la elaboración de los personajes recurriendo a estereotipos anticuados y poco interesantes no generan más que una distancia insuperable con la audiencia, a eso se suma que hay varios personajes que son completamente insignificantes e inútiles, al punto que solo están ahí para morir.

Pasando a los aspectos visuales y cinematográficos, la edición de las escenas es bastante desordenada, desorientada e inestable, no hay armonía ni una lógica en el montaje, lo que crea momentos de caos injustificados.

La edición de sonido y el soundtrack, aunque podrían haber resultado interesantes, son excesivamente tediosos a ratos; me atrevería a decir que en ocasiones fueron compuestos para funcionar en favor de los jump scares, recurso del cine de terror bastante agotador e ineficaz en esta producción.

Por último, el desempeño del mal elaborado CGI solo distrae, al punto que su inverosimilitud resulta hasta jocosa pero pobremente empleado.

47 Meters Down: Uncaged’ es sin dudas inferior a su predecesor -la primera parte tuvo un consenso del 53% y ‘… Uncaged’, un 43%, según Rotten Tomatoes-, con inconsistencias en el desenvolvimiento del relato que son imperdonables. Si existe un público para este tipo de filmes, es completamente comprensible pero, en particular, no recomendaría esta película con la intención de ver un largometraje de terror.

Por Palta Desobediente (@paltadesobediente en Instagram).

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