“Lunes primero, domingo siete, una película hecha con el corazón liviano”, así titula la revista Ecran, en su edición N°1961, al primer largometraje realizado por Helvio Soto, el cual fue previamente presentado, para luego ser estrenado el 30 de septiembre de 1968.
Es considerado el primer largometraje del director chileno Helvio Soto, pues su trabajo previo, “Érase un niño, un guerrillero, un caballo…” (1967), fue más que todo una compilación de tres de sus cortometrajes previamente realizados: “Yo tenía un camarada” (1964), que relata el recorrido de un niño que busca flores para llevar a la tumba de su amigo; “El analfabeto” (1965), la cual habla sobre la condición del tercer mundo frente al gran imperio por medio de un guerrillero que no sabe leer. Y “La muerte de un caballo”, que narra los últimos días de un equino que tira de un carretón, que al morir es enviado como carne de leones al zoológico.
También hemos de considerar su trabajo realizado en la película “El ABC del Amor“(1966), en donde aporta a esta película uno de los tres episodios, llamado Mundo Mágico (que obtuvo críticas negativas), además de poseer otro cortometraje titulado Ana (1965).
Siendo 1967, el director, en una entrevista a la extinta revista Primer Plano posterior al estreno de su cortometraje romántico, relató:
“Venía llegando de Europa, no tenía nada que hacer y me ofrecieron la posibilidad de filmarla. Me embarqué de inmediato y, por supuesto, no me arrepiento” (Revista Primer Plano, Nº1, 1972).
Es así como Soto inició la producción de su nuevo trabajo, el cual estuvo bajo el alero de la empresa de televisión Protab, inició la búsqueda de sus actores y equipo para realizar el proceso de filmación que tan solo duró un mes (desde el 15 de noviembre hasta el 15 de diciembre).
Dentro del elenco se encuentran los protagonistas Patricia Guzmán y Jorge Guerra, quienes actúan como dos jóvenes provincianos enamorados. En el caso del equipo técnico, se encontraban Silvio Caiozzi, asistente de dirección (y posterior director reconocido), Fernando Bellet, director de fotografía que previamente había trabajado con Helvio Soto, además de Carlos González y Roberto Lecaros, encargados de la banda sonora de la película.
Lunes 1°, Domingo 7 se basa en la historia romántica entre sus protagonistas: Jorge y Patricia. Jorge es un estudiante de Medicina que siempre lleva consigo un cráneo, que más que ser una mera herramienta de estudio, es una fiel representación de este joven de carácter filosófico, ya que hace una obvia alusión al soliloquio de Hamlet con el cráneo en la mano: “Ser o no ser”. En el caso de Patricia, es una joven provinciana que muestra una clara afición el arte y las pinturas, además de mostrarse siempre imaginativa y enamoradiza.
Es 1 de mayo de 1967 cuando ambos se conocen en el funicular del Cerro San Cristóbal, en donde tras miradas y palabras, van juntos a pasear por el Parque Forestal; es en aquel día, dejando de lado el argumento romántico que surge entre ellos, en que se empiezan a observar ciertos mensajes sobre el contexto que vivían los jóvenes en aquella época.
A Jorge le preocupa la tragedia de la vida junto a todas las muertes, por lo que plantea “vivir el ahora”, tener una vida plena pero rápidamente: “¿Qué pasa si Mao Tse-tung crea una bomba que sea capaz de matarnos a todos?”, él haciendo clara alusión al contexto de la Guerra Fría que se vivía.
En el caso de Patricia, ella plantea de manera más sutil e indirecta el mensaje de los movimientos de liberación (movimiento Hippie) que hacían eco en la juventud de aquellos años, pues ella quiere “liberarse del peso que lleva en su espalda”, que tal como se ve bordado en la espalda de su chaqueta, es su virginidad.
Siguiendo el transcurso de la película, dentro de las escenas y diálogos entre ellos en los primeros 4 días de su hermosa relación, surgen otros detalles y situaciones que deben ser destacadas.
El estudiante de medicina torna su discurso a uno más político, en que menciona a su pareja mientras bailan que viven una época de crisis, en un tiempo tenso, por lo que la lucha política y las fuerzas creativas deben comprometerse para cambiar todo; una idea que a futuro se observaría gracias a la aparición de la Unidad Popular, quienes planteaban una revolución en todos los ámbitos: artístico, económico y político. También menciona que esa filosofía de la época es imposible de ser entendida por los adultos.
Luego, tras realizar una construcción de los personajes mediante los objetos que poseen (imagen de Charles Chaplin en el cuarto de Jorge, mientras que Patricia poseía un póster de Jackie Kennedy) o las acciones de estos (como aquellos intentos para conocer más del otro gracias a la lectura de los textos propios de cada uno), nace el problema que agitaría su relación: la pérdida de la virginidad.
La joven pintora, durante pleno enamoramiento en el primer y segundo día, se muestra convencida de tener relaciones con su novio, pero tras vivir situaciones incómodas (al comprar anticonceptivos en una farmacia o el ser vista en un motel), ella se muestra cohibida de perder su virginidad, demostrando -a mi parecer- la incongruencia que existe entre el decir (“quiero liberarme de este peso, la virginidad”) y el actuar; disyuntiva común que sufren todas las personas, aunque más los adolescentes.
Tras este quiebre al cuarto día, surge esta separación provisoria, donde ambos sufren un periodo de soledad en que vagan solitariamente por la ciudad, imaginando oníricamente el miedo que poseen: que su pareja reciba la atención y amor de otros, olvidándose o despreciando a ellos. Por último, tras aquel hundimiento en la relación, un domingo 7 vuelven a reencontrarse, dando cabida de esta manera a un “Happy End”.
“Se puede argumentar que su tema es demasiado simple y carece de conflicto dramático. Puede ser. Pero me parece que el conflicto está dado en la sutileza de las pequeñas cosas, en los detalles, en el enfrentamiento entre quienes todavía creen que el amor es lindo y romántico (y hay muchos todavía en este mundo, ¡incluyendo jóvenes!). El conocimiento en el parque, las salidas, los encuentros, la felicidad, la experiencia sexual qué debería ser culminación, pero es anticlímax, el reencuentro, todas esas vivencias de Patricia y Jorge son simples pero ciertas. (…) Eso se logra con el cuidado en los detalles. Con el oficio y utilización de este para expresar una idea.” (Revista Ecran, Santiago, Nº1963, 8 de octubre de 1968)
Aquella crítica publicada en la misma revista Ecran, define de gran manera el comentario que poseo de esta película. El largometraje es capaz de transmitir una historia romántica sencilla, pero sin dejar de lado el contexto que vive la juventud en aquellos años. La conexión que poseen los protagonistas parece sencilla, mas sin buenas actuaciones o sin el feeling entre los protagonistas, esta comedia romántica no hubiese resultado en una buena película.
Además, es importante destacar el sonido en general que encubre la cinta. La musicalización y el sonido ambiente son capaces de contextualizar eficientemente cada escena, dándole vida a la relación y a la ciudad en que viven.
Helvio Soto gracias a su “corazón liviano” al momento de realizar Lunes 1°, Domingo 7, fue capaz de alcanzar la difícil naturalidad y compenetración del creador con su obra que tanto buscaba, pudiendo obtener las herramientas necesarias para realizar un cine mucho más personal, tal como se menciona en el diario El Siglo:
“Esperamos, con cierta seguridad, que Helvio Soto demostrada ahora la posibilidad de hacer un buen film, utilice los recursos adquiridos para llegar a contenidos de mayor complejidad social, en los cuales él ya ha incursionado y con los cuales, en cierto modo, se ha comprometido” (El Siglo, Santiago, 27 de septiembre de 1968)
Es gracias a este trabajo audiovisual, definido por Raúl Ruíz como una película “del medio” (entre el cine-arte y cine comercial), que Soto fue capaz de realizar un cine más personal y reconocido, tal como la realización de películas como Caliche Sangriento (1969) o Voto más fusil (1971), que son fácilmente asociadas al director santiaguino.