Actrices y actores con un talento formidable abundan en todas las generaciones chilenas, desde Delfina Guzmán como una de las fundadoras de las artes escénicas, hasta Andrew Bargsted, en tiempos más recientes. Todos ellos han respondido y sabido ser un aporte y han construido, en diferentes épocas, contextos y realidades, una relación creación artística que ha significado el enriquecimiento de la ya rica cultura teatral chilena.
Sin embargo, hay un nombre particular que ha destacado en el largo de los años y se ha consolidado como una de las mejores actrices de la historia de las tablas, el cine y la televisión de nuestro país. Hablamos de Claudia Di Girolamo (63).
Quien fuera la recordada Jovanka en la exitosa teleserie del primer año del siglo XXI, Romané, tuvo a su vez su gran época en la ya entrañable etapa de Vicente Sabatini desde comienzos de los 90 hasta mediados del 2000.
Claudia es una actriz con un ángel especial, con una particularidad casi única y es que, a pesar de ser formada por los “antiguos maestros” del teatro chileno, al mismo tiempo ha sido capaz, cada vez más lejos de la televisión, de ir adaptándose a las nuevas generaciones, mutaciones de formato y de la industria, siempre manteniendo su carácter fuerte, natural, dulce y, sobre todo, una potencia artística y presencia actoral encomiables.
Es, sin dudas, Claudia Di Girolamo una especie de “camaleón artístico”, que ha ido colocando su talento al servicio de los tiempos y constantemente con una predisposición a ser guía de talento más jóvenes.
La Fiera, Pampa Ilusión, Viuda Alegre, Cómplices, Río Oscuro, Los Pincheira (teleserie que desentrañamos su historia real acá) e incluso la arena internacional de la serie de HBO, Prófugos, han sido parte de los trabajos donde Di Girolamo ha puesto su trabajo riguroso, metódico, estudioso y fino, en los cuales nada queda al azar y todos los elementos son analizados por ella -en concomitancia con el equipo respectivo- para la creación más fiel, sincera y realista posible de un trabajo determinado.
Características que también se ha visto reflejado en su trabajo como directora teatral, donde no deja detalle al azar y potencia, a través del rigor y la disciplina, todo el potencial de quienes trabajen con ella así como del texto y espacio con que cobijen la realización dramática.
Claudia Di Girolamo pareciera no tener época, ser atemporal y, más allá del paso lógico e innegable del tiempo, posee la capacidad de nutrirse de las realidades, cambios culturales y de la necesidad de representar a través del teatro aquellos espacios “nuevos” que artística, social y políticamente le parecen correctos y necesarios, haciéndola no solo una actriz o una directora de teatro, sino también un agente social, una bazo comunicante entre lo teatral y la sociedad en la que vive.
Sin dudas, Claudia di Girolamo Quesney es no solo una de las actrices más potentes e importantes de nuestra época y de la historia de Chile, sino que también, y así lo confirma, por ejemplo la encuesta Cadem en 2018, como una de las 50 mujeres más importantes del Chile contemporáneo.