Marco Enríquez-Ominami (MEO): “Voy a impulsar un Netflix chileno más potente y llevaré al 3% el presupuesto nacional en cultura”

Foto Pablo Vásquez R

En diálogo con el candidato presidencial independiente Marco Enríquez-Ominami (MEO), habló sobre materia cultural y la realidad del sector.

A días de la primera vuelta presidencial del domingo 16 de noviembre en Chile, el candidato independiente Marco Enríquez-Ominami (MEO) conversó con Revista La Máquina sobre la columna vertebral cultural de su programa. Con la vehemencia que lo caracteriza y el ojo crítico de cineasta, MEO asegura que la cultura debe dejar de ser “decoración” y pasar a ser motor económico, industria y política de Estado.

Cabe mencionar que desde su primera candidatura, por el lejano año 2009, Marco Enríquez-Ominami ya tenía un abanico programático vinculado a la cultura, no solo como un consumo, sino como impulsor del desarrollo social. En aquella época, hablaba sobre redestinar presupuesto de las milicias a otros aspectos como las artes, la cultura y la educación.

En esta entrevista, profundiza en sus diagnósticos, en lo que mantendría, cambiaría y ampliaría, entrega una visión crítica del gobierno de Gabriel Boric y hace énfasis en cómo visualiza un país donde la creación artística sea parte estratégica del desarrollo.

Fortalecimiento estructural del sector cultural

– En su eventual gobierno, ¿cómo planea fortalecer el sector cultural y artístico en Chile? ¿Qué cambios estructurales propondría para garantizar una política cultural sostenida más allá de los ciclos gubernamentales?

Chile tiene cultura, talento y creatividad. Lo que no tiene es escala. Yo voy a llevar el presupuesto cultural al 3%, porque hoy es una fracción mínima. Y voy a ordenar todo en una política de Estado a 10 años. Sobre lo que ya existe –OndaMedia, Corfo, fondos– voy a construir un Netflix chileno más potente, regional, exportador y con cuotas para primeras obras. Chile no puede seguir mirando sus ideas por el espejo retrovisor.

– Los fondos concursables han sido por años el principal mecanismo de financiamiento para el sector cultural. ¿Qué diagnóstico hace de su funcionamiento actual y qué medidas implementaría para hacerlo más equitativo, descentralizado y menos burocrático?

Hoy los fondos concursables funcionan como carrera de obstáculos: mucho papeleo y poco dinero. Yo los mantengo, pero los transformo en fomento de verdad: financiamiento basal, obras estables, líneas de ópera prima y segunda obra. Quiero artistas creando, no viviendo en una fila eterna de formularios.

Marco Enríquez-Ominami y su evaluación de la gestión cultural del gobierno de Gabriel Boric

– Durante la administración del presidente Gabriel Boric se han impulsado iniciativas como el Pase Cultural o el porcentaje del 1% para esta área en el presupuesto nacional. ¿Cómo evalúa la gestión cultural de este gobierno y qué aspectos mantendría o modificaría?

Este gobierno puso el tema en la conversación, pero se quedó corto. No basta con anunciar; hay que ejecutar. Yo voy a hacer lo que ellos no hicieron: escala, presupuesto y distribución. Tres palabras. Chile no necesita cultura simbólica, necesita cultura con resultados.

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– Distintas disciplinas artísticas, como la danza, el teatro o la música independiente, viven una fuerte precarización laboral. ¿Qué políticas públicas considera urgentes para dignificar el trabajo cultural y garantizar derechos sociales a sus trabajadores?

La mitad del sector cultural vive en precariedad. Eso es intolerable. Voy a aprobar el Estatuto del Trabajador Cultural con derechos sociales reales y contratos obligatorios cuando el Estado contrata. Esto no es romanticismo: es dignidad.

Política cultural de Estado: una deuda histórica

– Muchos creadores y gestores culturales señalan una falta de continuidad y coherencia en las políticas culturales entre gobiernos. ¿Cómo abordaría la necesidad de construir una política de Estado en cultura y no solo políticas de gobierno?

En Chile cada gobierno reinventa la cultura. Conmigo se acaba. Tendremos una Ley Marco de Cultura a 10 años, con metas claras y un Consejo que evalúa. No más borrón y cuenta nueva. Esto es Estado, no capricho presidencial.

– En un contexto donde la cultura suele quedar relegada frente a otras prioridades, ¿qué lugar ocuparía la cultura en su programa de gobierno y en la distribución presupuestaria?

La cultura no está al final de mi programa. Está donde pertenece: en la estrategia económica. Por eso vamos al 3% del presupuesto. Y lo financio con mi reforma tributaria. Lo digo simple: invertir en cultura es invertir en empleo, identidad y exportaciones.

– ¿Considera que la cultura puede ser un motor de desarrollo social, económico y territorial? Si es así, ¿qué estrategias impulsaría para vincular la creación artística con la educación, el turismo, la economía creativa y la identidad local?

Sí, la cultura mueve economía: turismo, identidad local, oficios, ferias, gastronomía, música, videojuegos. En regiones es doblemente potente. Mi gobierno va a financiar festivales, distribución y circuitos culturales porque sin vitrinas no hay industria.

– Finalmente, como cineasta y activo consumidor y creador cultural, ¿cómo podría apoyar al mundo audiovisual desde su gestión política?

Sé cómo duele filmar sin plata y distribuir sin ventanas. Por eso voy a impulsar un Netflix chileno más potente, óperas primas bien financiadas, festivales fuertes y una cadena completa: creación, producción, distribución, exhibición y exportación. Chile puede ser potencia cultural si deja de pensar chico.