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La cordillera de los sueños, de Patricio Guzmán: Entre el territorio y la memoria

En el año 2010 conocimos Nostalgia de la luz, documental que relacionó reflexivamente la búsqueda de detenidos desaparecidos en el desierto con la exploración espacial que se desarrolla en el mismo territorio. Cinco años después llegó El Botón de Nácar, un nuevo ensayo audiovisual, que nos conmovió al mostrarnos como un objeto condensó horrores y traumas de nuestra historia. En este caso, violaciones a los derechos humanos de dictadura y el genocidio de los pueblos originarios. Y este 2020, con “La cordillera de los sueños”, Patricio Guzmán finalizó esta “trilogía de la memoria”.

El director chileno, Patricio Guzmán, quien opera como narrador en estos tres viajes, comparte sus reflexiones y sentimientos en torno a la conflictiva pertenencia que tiene con nuestro país. Exiliado en dictadura, ha desarrollado una relación compleja en la distancia, que aporta significado y perspectiva, algo que se manifiesta en “La cordillera de los sueños”.

¿Qué relación tenemos con nuestro territorio, geografía o paisaje?

Presentando a la Cordillera de Los Andes como una metáfora y realidad, en la cual opera tanto como frontera, refugio o base de nuestro país. A la vez que es un referente, físico, cultural e incluso espiritual. Se establece una invitación para remirar en profundidad y críticamente nuestro entorno, como oportunidad para reconocer y valorar nuestra identidad.

De la misma forma, esa cordillera ha sido testigo de toda nuestra historia e incluso ofrece vestigios de la humanidad. El viaje físico que propone Guzmán en “La cordillera de lo sueños”, es una invitación para encontrar esos años perdidos de nuestra historia reciente y rescatarlos del olvido. 

Este territorio oculta secretos y crímenes que conforman nuestra vergüenza histórica. En la actualidad, sabemos más de estrellas que de nuestros detenidos desaparecidos. Algo doloroso y controversial, especialmente si aceptamos que algunos de ellos jamás serán encontrados. Una verdad inalcanzable, en el mismo espacio en que la ciencia se propone dilucidar los secretos del universo, en su permanente búsqueda de respuestas.

Sin embargo, la cinta que fue grabada antes del 18 de octubre de 2019, impacta en menor medida que sus dos primeras partes. Intentando seguir la estructura de lo que fue “Nostalgia de la luz” y “El Botón de Nácar”, ofrece otro viaje reflexivo, pero que tensiona con menor intensidad. Me gustaría creer que esto ocurre por la aceleración que involucró para Chile, la revuelta de octubre y este último año fuertemente politizado. Una situación que afecta la apreciación al documental, pero que desde mi perspectiva confirma la responsabilidad y maduración histórica que nuestra sociedad asume al intentar reconfigurar nuestro pacto social y convivencia democrática-ciudadana.

Patricio Guzmán logra, a lo largo de toda la trilogía, conmovernos de manera personal y colectiva con nuestros traumas. Esos que resuenan aún en la actualidad. Estos documentales son parte de una memoria para el futuro, que mira su territorio, sus heridas y su historia para ofrecer sostén a nuestra realidad. Valorando la configuración de un sentido de pertenencia e identidad, que en este momento se encuentra fracturado. Un ejercicio contemplativo y político, enriquecedor o esperanzador (como cada uno prefiera) para el momento constituyente histórico que vivimos.

Premiada con el Ojo de Oro al mejor documental en Cannes, puedes ver “La cordillera de los sueños” en Cinemark online y en las funciones disponibles en Cine Arte Normandie.

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