En Lastarria con Merced, en Santiago, conversando con los vendedores y artesanos del barrio, el actual convencional constituyente por el Distrito 10, Jorge Baradit, partió hablando de algo tan monótono como el orden de los puestos y mercancías de los vendedores, pero eso le dio pie para hablar de las injusticias del modelo neoliberal.
Ya agarrando vuelo le recalcó a su audiencia, un público cada vez mayor, lo importantes que son no solo para la economía, sino también para la identidad nacional. Tanto ellos como todos los artistas y académicos del país. Cosa que el sistema imperante menosprecia por completo, privilegiando sólo lo más lucrativo.
“La sociedad termina considerando creatividad lo primero que se trae del extranjero. Empieza a perder contacto con sus raíces, con su belleza humana, porque importa cultura y educación. Un país que no es capaz de crear, soñar, innovar, no es un país. Es una oficina. La cultura, la artesanía, las artes, es el alma nacional”, afirmó Jorge Baradit.
En su crítica al modelo implantado por la dictadura, el candidato recalcó que el sistema tiene abandonados a los poetas y los músicos, pero usa sin problemas las figuras de Gabriela Mistral y Violeta Parra, entre otras, para vender la imagen de Chile en el exterior.
“La constitución tiene que ser la base de un nuevo país que se preocupe no solo de lo que es rentable. Tenemos la oportunidad histórica de dar un golpe cultural, institucional, final al modelo neoliberal”, agregó el diseñador e historiador.
Jorge Baradit ha pasado por distintas etapas. De escritor de fantasía y ciencia ficción (o “ciberchamanismo” para los más entendidos), devino en un divulgador histórico, y en el último tiempo en activista político y candidato a la Convención Constituyente. Una constante es indudable en su currículum: su preocupación por la cultura, la historia y el patrimonio nacional.
Justamente de esas materias le consultamos en entrevista exclusiva con La Máquina.
–Brevemente, ¿cuáles son tus 3 principales propuestas para la nueva constitución?
Creo que una constitución es una red donde todo es coherente con todo. Pero si tuviera que nombrar alguna, creo que esto se va a jugar todo en la distribución del poder. En disminuir el presidencialismo escandaloso que tenemos hoy, distribuirlo en poder regional, municipal y para las personas.
Tiene que tener también la capacidad de proponer iniciativas populares de ley al Congreso; tiene que tener la capacidad de plantear plebiscitos para resolver cuestiones de orden estratégico; tienen que robustecer las herramientas de participación comunal, regional y nacional. Tiene que haber poder desde abajo que se encuentre con un poder bien distribuido desde arriba.
El segundo punto es el corazón del movimiento: derechos sociales garantizados. Y con estos derechos, me refiero básicamente a salud, previsión y educación, pero también vivienda digna, trabajo y cultura. El acceso a la cultura como un derecho constitucional.
Y el tercer punto es una consecuencia directa de lo anterior: el Estado chileno tiene que dejar de ser subsidiario. Un Estado subsidiario es un Estado diminuto, reducido a su mínima expresión, que no podría sostener un Estado de derechos garantizados. Tiene que abrirse a la posibilidad de fiscalizar a los poderosos para evitar los abusos; tiene que abrirse a la posibilidad de generar empresas para administrar los recursos naturales de manera estratégica, y no abandonadas a la administración y las ideas de rentabilidad que pueda tener una empresa francesa. Tiene que ser un Estado potente, robusto, capaz de generar un Estado de bienestar con todas sus letras.
–Tú vas como independiente, pero dentro de un cupo del Partido Socialista. Algunos dicen que te vendiste, ¿tú qué le dirías a esa gente, cómo les explicarías tu decisión, en una época en que están tan desprestigiados los partidos y se enaltece tanto a los independientes?
Bueno, desgraciadamente, el acuerdo del 15 de noviembre, con el que no estoy de acuerdo, es una situación de hecho. Hay que pelear en esa cancha. Y en esa cancha, los independientes no tienen muchas posibilidades. No tienen la maquinaria de los partidos, la estructura, las redes, no tienen muchas posibilidades. Seguramente se van a perder el 90-95% de los independientes, sin duda. Entonces, mi pelea era para que los partidos políticos acogieran a las candidaturas independientes, y eso se cumplió. Por lo menos en mi lista hay solamente dos candidatos de partidos y el resto somos independientes.
Lo que yo puedo decir, es que el hecho de haber aceptado un cupo del PS, que podría haber sido de muchos otros partidos que me lo propusieron, pero con el Partido Socialista tengo alguna concordancia histórica. Yo soy allendista. Voy por una democracia socialista. En mi caso, yo no tengo ningún vínculo programático con el PS. No tengo ningún compromiso, contrato, ninguna deuda con el PS. Nos complementamos. El PS me ayuda a mí y yo le hago bien al PS. Pero no tenemos ningún pacto de sangre. Yo tengo mi propio equipo, mi propio programa, y cuando la gente lo vea, juzgará.
–Si tuvieras que definir tu pensamiento en una palabra, ¿cuál sería? ¿socialista, socialdemócrata, humanista…?
Yo voy por una democracia socialista.
–Tú de formación eres diseñador gráfico y también te has desempeñado como escritor, ¿qué le dirías a alguien que te acuse de no ser un especialista en la materia, en derecho constitucional? ¿Qué herramientas te proporciona tu currículo para el desafío que se viene?
Yo creo que una constitución debe ser un producto cultural, algo generado por todo un pueblo. Debe ser democrático por definición. Debe estar abierto a la diversidad de criterios de una sociedad. Entonces, para mí los expertos, los abogados constitucionalistas, tienen que estar en el back office de este proceso. Porque ningún abogado va a saber lo que siente un pescador cuando se levanta a las 4:00 de la mañana y puede no volver. Ningún abogado, salvo que tenga una discapacidad, va a poder entender lo que tiene que pasar una persona con una discapacidad en la sociedad. Hay una frase que a mí me gusta, que es “el protagonista de la necesidad es el protagonista de la defensa de esa necesidad”. Las mujeres defienden los principios feministas, la gente con discapacidad defiende los problemas de discapacidad, los pueblos originarios defienden su propia causa. La Convención Constitucional tiene que ser un abanico de la diversidad nacional. Y los expertos y abogados tienen que convertir esas expresiones de sueños y esperanzas en lenguaje legal.
–Sobre la polémica por tus tuits, ya sé que lo has explicado en distintas entrevistas, pero ¿qué le dirías a la gente que sigue cuestionando aquello?
Un tuit no define a nadie. Es un tuit del que no me siento orgulloso. Si yo mañana digo “me quiero morir”, no significa que yo sea suicida. Si yo digo “tengo ganas de matar a alguien”, no me convierte en un asesino. Twitter es un juego, es un lugar de furia. Twitter no define a nadie. Yo llevo 50 años de mi vida expresándome de las maneras más diversas. Un tuit no me va a definir. Y creo que toda la gente inteligente entiende eso.
–¿Te estás preparando para la discusión constitucional? ¿Estás leyendo algún libro en especial?
Yo llevo 20 años preparándome para la discusión constitucional. Yo participé desde el principio en Marca AC, esto es un camino bastante largo, no desperté el 18 de octubre de 2019. Y he leído bastante, y no solamente lecturas constitucionalistas y legales. Es muy importante entender el país a través de su historia, antropológicamente, sociológicamente, porque, como te digo, una constitución es un producto cultural. Es el producto de todo el país, de su historia, de su gente, de su ethos. No es un capítulo leguleyo redactado por expertos.
–¿Cuáles serán tus principales referentes históricos? ¿algún personaje en especial?
Salvador Allende.
–¿Cuál es el rol que debe tener la cultura y las artes en la nueva Constitución?
La Constitución debe ser un producto cultural y las expresiones artísticas y culturales, que son otra cosa, tienen que estar protegidas por el Estado. Porque no pueden estar abandonadas al mercado lo que es la construcción del alma nacional.
–Si ganas y te encargaran escribir el primer párrafo, ¿qué palabras serían?
No, eso lo tendríamos que definir entre todos. Y me gustaría que lo escribiera una pareja de poetas. Que tuviera la forma de un preámbulo constitucional. Y que se lo aprendan todos los cabros chicos de este país.
–José Antonio Kast y el diputado Osvaldo Urrutia han dicho que tú no puedes ser constituyente. También están los ataques constantes a través de redes sociales. ¿Por qué la derecha le tiene tanta bronca a Jorge Baradit?
Porque la batalla siempre es cultural. Este país está amordazado no solamente en el plano legislativo, social y laboral. También en el plano cultural. Se le había dicho que no era capaz de producir historia. Se le había dicho que había sido bien tratado por el Estado, que tenía que estar agradecido y callado. Se le había dicho que solo la élite fabricaba país. Y cuestionar ese relato histórico que sostiene a la oligarquía chilena tiene costo. Y el costo es la amenaza, la calumnia, la injuria y la violencia.
–Si Jorge Baradit triunfa en las votaciones, tocará trabajar en dos espacios muy simbólicos y cargados de historia, como lo son el ex Congreso Nacional y el recién restaurado Palacio Pereira. ¿Qué se siente, como historiador o divulgador histórico, desenvolverse en esos espacios?
Se siente maravilloso porque son espacios que se consagraron a la oligarquía de Chile. El Congreso Nacional ni hablar, y el Palacio Pereira era el palacio de un antiguo oligarca dueño de vitivinícolas, con una fortuna impresionante. Que el pueblo de Chile finalmente sesione para derrumbar ese modelo en los edificios que los albergaron, me parece de un simbolismo maravilloso. Yo creo que no puede haber mejor lugar que refundar donde padecimos.
–Hagamos un ejercicio ucrónico. En una entrevista dijiste que estás abierto a que todos los que se postulen y salgan electos formen parte de la convención, incluso Jaime Guzmán. Supongamos que esté vivo y efectivamente te toca compartir con él como constituyente, ¿en qué estarían de acuerdo Jorge Baradit y Jaime Guzmán?
La Constitución del ’80 no nació de la nada. Toma una enorme cantidad de cosas de la del ’25, y esta del ’33. En los aspectos en que Jaime Guzmán intervino nuestra Constitución, no estoy de acuerdo en ninguno.
–Estos últimos dos años han sido una verdadera distopía en muchos sentidos. Supongamos que todo esto sea una novela de ciencia ficción de Jorge Baradit, ¿cuál final le pondrías? ¿Desaparece Santiago? ¿Hay un nuevo golpe el día del plebiscito de salida? ¿Qué escribirías tú?
Uno tiene al Baradit escritor y al Baradit político. Baradit político está lleno de esperanza, y el Baradit escritor juega con sus miedos. Quizás refundaría el país y esa refundación quizás tenga aspectos negativos. Pero la gracia del Baradit escritor es que solo escribe novelas. El Baradit constituyente no tiene miedo, está lleno de esperanza, y lo único que espera, es que efectivamente amanezca sobre Chile y este país sea feliz.
–¿El comandante Proxy ya viene?
El Comandante Proxy viene y va a estampar su firma en la nueva Constitución.