Giannina Fruttero es la actriz chilena más joven en ganar en 2019 el Premio Caleuche como Artista Revelación, primer galardón creado en Chile para ensalzar el oficio actoral a través de las mejores interpretaciones de la temporada, por su trabajo como actriz protagónica en “Ramona” (Wood Producciones), una serie conmovedora que, a pesar de haber sido estrenada en 2017, sigue añadiendo méritos, reconocimientos y nuevos espectadores a su lista.
La joven intérprete que recientemente ha dado vida a una de las reguetoneras bailarinas de “Ema” (Pablo Larraín, 2019), también ha incursionado como guionista recientemente en colaboración a Daniela López Lugo (Matar a un hombre, Verano 98) para producir el cortometraje “El milagro”.
En La Máquina conversamos en exclusiva con Giannina Fruttero sobre sus perspectivas y decisiones artísticas, así como también sobre “Ramona” y el cine chileno.
Construyendo a Ramona
Uno de los principales intereses de nuestra revista es difundir las producciones nacionales que se encuentran disponibles en distintas plataformas gratuitas para que más chilenos, chilenas y espectadores en general puedan disfrutar de estos trabajos. La sensibilidad con que la serie “Ramona” fue construida es algo que nos intriga y a Giannina Fruttero igualmente, con respecto a su responsabilidad histórica, social y feminista nos sigue conmoviendo a un nivel artístico y político.
¿Qué significó para ti como actriz participar de un proyecto comprometido con un período y un movimiento social tan característico de la historia de Chile? ¿Cómo fue el proceso de encarnar tu personaje?
Para mí fue un desafío súper bonito e importante porque es imposible no relacionarlo con la historia de mi mamá, de mi abuela. Fue un periodo histórico que nos marcó muchísimo sobre cómo nos conformamos como sociedad posteriormente. Un periodo que está completamente habitado por la reforma agraria, por las tomas de terreno, etc.
Si bien fue un desafío abordar un periodo histórico que yo no viví, fue muy cercano porque hay historia para atrás. Mi madre, mi abuela, mi bisabuela… mujeres que llegaron donde estaba todo pela’o, tuvieron que construir todo, cuando tenían mil hijos. Tenía una historia de la que agarrarme. Mi familia migró del campo, del norte específicamente, hacia el centro.
Entonces, en ese proceso de apropiarse del personaje, ¿hay algo de similitud en tu historia personal familiar con la de las protagonistas de la serie?
No tanto la historia en sí misma, como el hecho de migrar a la ciudad, buscar un mejor futuro. Luchar por una vida más digna, pelear el pan día a día… esas cosas mi familia las vivió y yo crecí marcada por una historia familiar súper potente en ese sentido. Sobre todo matriarcal, como yo creo que pasa en la mayoría de nuestras historias. A pesar de que vivimos en una sociedad patriarcal, donde el padre tiene una imagen super fuerte, les que tienen padres, francamente. Pero creo que en lo más profundo, la conformación de nuestra sociedad y nuestras familias es matriarcal. Por un lado, está la historia de mi familia. Por otro lado, claro, vi documentales, leí libros, vi entrevistas, para informarme qué sucedía en la época en la que iba a estar presente. Lo otro fue solo compañerismo con las chicas. Con Paola (Lattus) y Belén (Herrera)… creo que allí se tejió el 80% de la construcción de personaje.
Es cierto, las interpretaciones nos resultan muy auténticas.
A pesar de que fue producida mucho antes de que el feminismo estallara en las calles chilenas, una puede percibir que esta es una serie profundamente feminista, aunque nunca lo diga directamente, el concepto de sororidad está por todos lados. ¿Qué piensas de esto?
Sí, exacto y creo que eso también ayudó a que no estuviera marcado como algo intencional. O sea, por supuesto que es intencional en un nivel sensible. Pero, narrativamente hablando, no es que “la serie se trata de la sororidad entre…”, no. Y por eso pudo llegar a más gente, porque todavía hay gente que se asusta con el feminismo, todavía hay gente que se asusta con la sororidad, gente que no lo entiende. Al tener esto como una energía que atraviesa la serie, logra llegar a más gente.
Y al estar escrita y dirigida por hombres, ¿no sentiste que era forzada esa energía feminista que buscaban transmitir?
Lo que pasa es que creo que esa energía feminista no viene desde ahí, sino que viene desde las actrices. Desde la dirección y desde el guion vienen intenciones de retratar una historia desde la mujer. Pero yo hago la diferencia entre una intención feminista y una intención de retratar una perspectiva desde una mujer. Los cuatro directores y el guionista, eran conscientes de su decisión (que fue una decisión política de parte de ellos), porque cuando ellos pensaban en la historia se dieron cuenta de que esta revolución, este movimiento social, se generó desde la organización entre mujeres. Más allá del político o del militante que se para a representar una ideología y a hablar de “compañero, inscríbanse”, ellos [directores y guionista] tuvieron la sensibilidad de darse cuenta de que las hormiguitas trabajadoras eran las mujeres, las que se organizaban para las ollas comunes, para las escuelas comunitarias, para los centros de acopio. Ellas armaban las carpas y recibían a los enfermos o heridos por carabineros mientras defendían la toma de terreno. Se dieron cuenta que esa organización, que viene desde la base, fue femenina. Ahora, lo feminista… vino después, en la realización. No digo que los directores o el guionista no lo hayan pensado, pero en verdad esa relación feminista se tejió en un 80% en escena.
Además del feminismo, “Ramona” muestra muchas cuestiones que siguen siendo problemas para el Chile de hoy, ¿cierto?
Yo pienso que “Ramona” más que ser una serie de revisión histórica, es una serie súper actual. Las mismas problemáticas que sucedían entonces, suceden ahora, solo que el pueblo ahora tiene más herramientas para afrontar este sistema político y social que nos oprime y que nos quiere mantener como un rebaño de ovejitas para que sigamos produciendo para ellos. Solo que ahora tenemos más herramientas. En ese tiempo la gente también se daba cuenta, por supuesto que sí, pero era mucho más difícil lograr hacerse ver, lograr tener voz, porque no existía la misma comunicación ni la tecnlogía que existe hoy. Pero lo que sucede en “Ramona”, en el ’69, sucede ahora el 2020. Exactamente lo mismo.
Si Helga o Ramona estuvieran en el 2020 y tuvieran redes sociales, ¿piensas que estarían convocando a marchar?
Y aunque no tuvieran [redes sociales]. Estos personajes son mujeres de la calle, sin educación, por eso es que es tan bello ver cómo hacen política y feminismo en lo cotidiano. Es una muestra de que estas cosas van más allá de si recibiste o no una educación formal. Claro, si pones a Helga y Ramona en el 2020 serían incendiarias, todo el rato. Realmente es hermoso, para mí es un retrato de lo que pasa en Chile. Uno tiende a pensar que estos periodos han pasado, que hemos crecido… pero parece que no.
Giannina Fruttero: Elecciones profesionales, roles y perspectivas
Entre los personajes más destacados de Giannina Fruttero, se encuentra el de Ivania en la serie “Zamudio” (2015), que relata los trágicos hechos reales en torno al crimen de odio cometido contra Daniel Zamudio (un joven homosexual asesinado por un grupo extremista en Santiago de Chile, cuyo caso se convirtió en un emblema para la lucha contra la homofobia). Esta y otras elecciones profesionales (La cacería, Ema) pueden llevar a interpretar una línea narrativa o una intención detrás de estas elecciones.
Pensando en toda tu carrera, ¿tú has elegido especialmente todas tus producciones por esas temáticas o han llegado a ti y las has resignificado, por decirlo de alguna manera?
Creo que ha sido una mezcla de las dos cosas. Pasa mucho en el área en la que trabajo, particularmente aquí en Chile, que tú empiezas o te das a conocer por una cosa y luego te llaman para lo mismo. Una actriz o un actor que hace comedia, luego lo siguen llamando para personajes graciosos, o el que hace de malo o de mala. Por un lado, está el cómo funciona esta estructura de pensamiento: si una actriz lo hizo bien en algo, la llaman para algo similar. Y por otro lado, claro, decisiones personales. Por ejemplo, nunca he hecho teleseries o publicidad, entonces no soy ni conocida ni codiciada por esas áreas de la representación. Por otro lado, he decidido. Por ejemplo, si me llega una serie sobre unos amigos que recorren una carretera y se enamoran y se hacen tiktokers famosos y se pelean, pero igual después quedan juntos y esa es la historia… no voy a ese casting. Es una mezcla de ambas cosas.
¿Como Giannina Fruttero, buscas mantener un discurso en tu trabajo?
Por un lado sí, pero hay que ser cuidadosa con eso. Hay cosas a las que me he negado y posiblemente me vaya a seguir negando hacer, como la publicidad. Pero nunca le he cerrado las puertas a las teleseries, por ejemplo. Pero dependerá de muchos factores, de qué personaje es… pero, si tengo una obra de teatro, priorizo la obra de teatro, aunque gane un noveno de lo que ganaría en la teleserie. Porque una tampoco necesita tanto.
Claro, además hacer una teleserie es un compromiso muy grande.
Sí, son varios meses en que no puedes salir del país y yo viajo mucho. Meses en que no puedes hacer teatro, porque no dan los tiempos y estar tan disponible. Tendría que económicamente valer mucho la pena, cosa de que después esa plata me sirviera para gestionar mis proyectos, hacer autogestión o apoyar otros proyectos en los que creo, etc. Pero realmente yo me dedico a hacer cine, series y teatro. Eso es lo que yo hago y también escribo.
Sobre tu faceta como guionista, ¿cómo llegaste a eso y cómo te sientes respecto a ese trabajo en Chile?
No me atrevo a llamarme a mí misma “guionista”, siempre digo “escribo”, porque efectivamente lo hago. Colaboro con guiones, eso sí. He hecho un par de veces coescritura de guion y ha sido hermoso, principalmente porque creo en el trabajo en equipo. Me genera mucha confianza y tranquilidad el trabajar con otres, más que generar sola la obra. Creo que es un trabajo que genera mucho apego con lo que uno hace y precisamente en esta área, incluyendo actuación, dirección, escritura… porque un actor hace un poco de todo, porque acá las áreas no están desarrolladas. Chile no tiene industria, como tal, cuando hablamos de cine. En teatro sí, hay una industria teatral. Pero en cine no. Tenemos buenos productos, tenemos buenos directores y buenas películas, pero no alcanza a generarse una industria, como cuando hablamos de países como México o España o incluso Argentina. Pero Chile no tiene industria, porque le falta un apoyo económico que permita desarrollar un nivel de proyectos, porque es caro hacer cine en cualquier parte.
No me atrevo a llamarme guionista o dramaturga o directora. Si bien en la vida he logrado investigar sobre estas áreas y lo voy a seguir haciendo, es algo que pretendo seguir desarrollando cada vez más, he derivado a la escritura porque me encanta, porque me gusta participar de los proyectos de creación desde el inicio. Y ahí es que me he metido más. Pero lo que yo principalmente hago, la columna vertebral de mi desarrollo es la actuación.
¿Te gustaría seguir escribiendo?
Por supuesto. Lo voy a seguir haciendo.