“Terrifier 3” es la máxima expresión de la libertad creativa, de saber conocer a tu público y generar un producto tan satisfactoriamente bueno en el terror de serie B.
JO, JO, JO…
JO, JO…
¿JO?
Creo que una presentación habitual para hablar de una película que se estrena en cines, no calza desde ninguna perspectiva con este filme que de habitual no tiene nada. O al menos desde el mainstream del género slasher/body horror.
La saga (que nació sin la necesidad de serlo) denominada simplemente como “Terrifier” en 2013, tuvo un impacto tan inusual en quienes suelen ser seducidos por la sangre en una pantalla grande, que también se consolidó en las y los no tan asiduos consumidores de masacres de 90 minutos. Damien Leone, quien además de ser creador de esta narrativa, es productor, guionista y mente maestra detrás de Art The Clown, el “payaso-mimo” descendiente del noveno círculo del Infierno, provocó un fenómeno tan inteligentemente calculado que también se reflejó en los números, algo sumamente complejo para un subgénero nombrado “Cine B”, casi con un atisbo de denigrar. Sin embargo, grandes joyas del séptimo arte han nacido bajo esta categoría de base. ¿Les suena Halloween o La masacre en Texas?
Con una tercera parte titulada simplemente “Terrifier 3” (que en rigor es la quinta cinta que tiene a Art The Clown en sus filas), que se estrena el jueves 31 de octubre en salas de cine en Chile, la Navidad, las venganzas y las atrocidades más dignas de un lunático son una tríada que trae consigo a la apuesta más arriesgada del formato para adultos, ya que roza con ciertos tabúes muy delicados para el público estadounidense (como dañar a menores de edad)… bueno, pero hablemos en Revista La Máquina sobre cómo es esta cinta, sin spoilers, por cierto.
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¿Feliz Navidad?
Ya es casi un clásico que innumerables filmes, series o sagas con sello estadounidense (y británico en ocasiones) posean alguna relación con la Navidad, independiente del género. Ocurrió con Marvel; sucedió con Harry Potter, también con Halloween, Pesadilla en la calle Elm y un largo etcétera, ya sea con especiales o películas/temporadas completas ambientadas en esta festividad tan occidental. Pues, “Terrifier 3” no fue la excepción.
Desde la promoción hasta en el producto final, la Navidad es un elemento sustancial para entender algunos elementos que brindan cierta relevancia en el trayecto de la narrativa de la tercera cinta. Aunque si no fuera contextualizada en esta época, tampoco afectaría mucho los desenlaces. Sin embargo, que Art esté vestido con un traje de Santa Claus (Viejito Pascuero para los chilenos), con su ya característica y tétrica sonrisa, que le “entregue” regalos a los niños y que se alimente con los manjares que solo el verdadero Santa podría recibir, se convierte en una renovada (y sumamente familiar) de ver un festival de glóbulos rojos esparcidos por las costosas alfombras de los vecindarios estadounidenses.
Una suerte de advertencia: “Terrifier 3” está clasificada para un público mayor de 18 años. Y con justa razón. Pero, si les soy sincero, queridos/as lectores/as, esta cinta, al igual que su antecesora, debería tener un par de advertencias más: las personas con hematofobia (fobia a la sangre) no deberían ni siquiera pagar la entrada. Bien no lo van a pasar; y segundo, sugiero asistir con altura de miras y con una bolsita de vómito (por si acaso).
A ver, pero tampoco nos veamos la suerte entre gitanos. Sabemos a lo que vamos cuando leemos “Terrifier” en la entrada. Y si bien la campaña de marketing estuvo muy destinada a asegurar que este filme es un festival de atrocidades, que sí lo es, incluso afirmando que en la premiere en festivales internacionales hubo gente que no aguantó 10 minutos, tampoco no es tan como lo pintan. Para que no se malentienda, sí hay muchas escenas extremas, con asesinatos que rayan lo visceral desde su concepción, utilización de animales, sexo hereje y otros pecados del ser humano en su máxima expresión, no obstante, si un espectador que suele consumir todo de cine, en especial el gore, será más un deleite que una vomitiva forma de desarrollar fobias.
Anoten: no se olvidarán nunca más de la escena inicial, otra ambientada en una ducha y, por cierto, la conclusión del largometraje.
Más allá de lo anterior, ¿“Terrifier 3” es una feliz Navidad para todos? Em… digamos que para él sí.
Cuando se valora la creatividad
Damien Leone, creador de la saga, en distintas oportunidades ha declarado sentirse afortunado de que Terrifier se transformara en un fenómeno tanto comercial como de crítica. Algo, manteniendo las proporciones, similar a lo que ocurrió con John Wick (ya con cuatro cintas, un futuro spin-off y una serie de por medio). El solo hecho de ser sincero en lo que se proyecta en tu creación, es de por sí una valoración absoluta.
Aquella creatividad es tan valiosa con sólo darnos cuenta de que, tras varios años de dolorosa realidad para el género de terror con espantosas películas, Leone creó a un ícono del terror fantástico y del body horror. Si no mal recuerdo, esto no se ocasionaba desde los años 90s (si alguno nombra la versión moderna de Pennywise, hay que recordar que la primera imagen cinemática del personaje fue en la miniserie de principios de aquella década). Miles de personas gustan de vertirse como el payaso asesino y de variar los diseños según sus gustos, un golazo indudable para Leone y el cine independiente.
Es de aplaudir que, tal como lo fue con obras como “The Thing” o “La Mosca”, la creatividad se manifieste no solo en la narrativa y construcción de personajes, sino también en el recurso de efectos prácticos que, para esta tercera parte, denota en demasía la contratación de muchas más personas que las que hubo en las dos cintas predecesoras que permitieron que, visualmente, “Terrifier 3” tuviera una amalgama bellamente grotesca muy similar, curiosamente, a lo vivido con el filme “La Sustancia” hace poco.
Incluso, hay constantes referencias a otras grandes historias del cine de terror como Amityville, El Resplandor o incluso Scream.
¿Es la última de la saga? Ni de lejos. ¿Es la mejor o la peor? Ni fu ni fa; depende de quien la viva. Sin embargo, se disfrutará de principio a fin.
Dramatismo en una bañera de sangre
Desde siempre entendimos que, cual Michael Myers, Art The Clown es un personaje del estilo “infinito”. Le puedes cortar literalmente la cabeza, puedes quemarlo completamente, puedes reventarle la cara con ochocientos objetos… pero para el final del día, siguen vivitos y coleando. Algo, por cierto, muy habitual en este género del cine. Una suerte de “explicación” de sectas o posesiones demoníacas. Así fue justificado, por ejemplo, con Chucky o el mismo Michael Myers. Sin embargo, con Art ocurre algo curioso: no se sabe realmente quién es o de dónde proviene.
En ambas películas que preceden a esta, se detallada superficialmente qué es realmente Art The Clown y por qué podría sobrevivir a todo. De cierto modo, en “Terrifier 3” sí se dilucida, someramente, por qué hay una inmortalidad en el personaje. Pero resulta aún más inverosímil con el transcurso de los acontecimientos que incluso uno se pregunta: ¿hasta cuándo alargan esto sin que sea de un absurdo molesto? Quizás nunca lo sabremos y, solo tal vez, es parte del encanto de la saga.
Asimismo, hubo un factor que no sucedió en las cintas previas que tiene que ver con el desarrollo de personaje de Sienna Shaw (Lauren LaVela) (por cierto, una muy buena interpretación) y nombres nuevos como Gabbie Shaw (Antonella Rose). Momentos en los que había algún tipo de interacción de ambas con los demás integrantes del elenco, se desviaba en demasía el ritmo del filme. Nadie dice que todo el rato sea cercenamiento gratuito, pero los timing entre escenas atroces y dramatismo no están bien estructuradas y suele ocasionar cierta lentitud. Se comprende que es para justificar la catarsis del final, sin embargo, hay maneras y maneras.
“Terrifier 3” es la máxima expresión de la libertad creativa, de saber conocer a tu público y generar un producto tan satisfactoriamente bueno, que elementos contradictorios como el anterior caen en el tacho de la basura.
¿Es Arte realmente un dios? Pareciera ser que sí. Y no de los misericordiosos.
Disponible en salas de cine.