Crítica de “Haz que regrese” (Bring Her Back): El horror de soltar lo que amamos en la mejor película de terror del año

“Haz que regrese” confirma a los hermanos Philippou como maestros del terror. Una historia de duelo, desesperación y lo difícil de soltar.

Mucho se habla sobre lo que una cinta de terror debe “cumplir”: si debe tener jumpscares; si el monstruo, asesino o fantasma de turno es lo suficientemente icónico como para disfrazarnos de él durante Halloween. Que si hubo chistes, y si esos chistes lograron alivianar la tensión sin sacarnos de la historia. Incluso se evalúa en función de cuánto nos identificamos con un personaje —y de si ese personaje muere demasiado pronto o de manera poco heroica, lo que para muchos equivale a restarle puntos automáticos. Y, obvio, hay quienes se preguntan: “¿Esta película es terror elevado?” Como si esa etiqueta hiciera que las demás películas del género perdieran valor (u horror).

Las exigencias al género son muchas, por parte de un público que se fija demasiado en discusiones superficiales. El problema es que poco estamos hablando sobre lo que las películas de terror actuales nos están diciendo. Y ahí es donde vale la pena poner atención, sobre todo en un año irregular para el cine en general, pero en el que el terror ha llevado la delantera. Ejemplo de ello son Sinners, Weapons y, por supuesto, la película que nos convoca en estas líneas: Haz que regrese, que se estrena este jueves 21 de agosto en salas de cine.

De sensaciones y terrores

Cuando Danny Philippou y Michael Philippou —hermanos youtubers australianos— anunciaron que realizarían una película de terror, nadie estaba preparado para que esos mismos tipos, que antes creaban sátiras de películas de terror, debutaran con Talk To Me (2022). Una de las mejores cintas de la última década, que nos habla de cómo las nuevas generaciones son adictas a emociones y experiencias fuertes, usando brillantemente el terror como analogía de una droga que entrega eso y mucho más.

Cuando anunciaron su segunda obra, tampoco estábamos preparados para que superaran aquel debut. Y lo hicieron.

Haz que regrese (bajo el título “Bring her back” en el idioma original) es una obra que, al igual que en su momento Hereditary (2018) —no las comparo, y la cinta de Ari Aster sigue estando en la cima— obtendrá su lugar como una de las mejores películas del género en este siglo.

Las sensaciones que provoca en apenas hora y media te harán pasar de la angustia a la tristeza, para luego sumergirte en el terror más profundo que se puede generar desde una pantalla de cine.

Estas impresiones no solo se consiguen con buen maquillaje, efectos y actuaciones —que sí, los tiene, y muy bien logrados—, sino también con un guion de Danny Philippou y Bill Hinzman, capaz de involucrarte en una historia tan triste como humana. Porque el verdadero terror aquí no viene de invocaciones o rituales, sino de la desesperación, del duelo y de la incapacidad humana para dejar ir lo que amamos.

La historia de “Haz que regrese”

Haz que regrese es de esas películas que conviene descubrir con la menor información posible. Pero podemos dar una pista sin arruinar la experiencia: Andy (Billy Barratt) y su media hermana ciega Piper (Sora Wong) quedan huérfanos tras la muerte de su padre. Son acogidos por Laura (Sally Hawkins), una mujer que también arrastra un duelo tras la pérdida de su hija. Lo que comienza como un refugio amable pronto revela un trasfondo mucho más oscuro.

La película es mucho más que eso, pero esa base basta para entrar en su terreno. A partir de ahí, las actuaciones cargan buena parte del peso. Sally Hawkins ofrece un trabajo deslumbrante: empieza con sutilezas y termina desplegando un registro brutal que convierte a su personaje en alguien tan odiable como trágico. El trío de adolescentes tampoco se queda atrás, especialmente Jonah Wren Phillips, quien interpreta a Ollie y cuya presencia es capaz de perseguirnos incluso después de salir de la sala.

La dirección de los hermanos Philippou va más allá del susto “fácil”: busca que sintamos empatía con todos los personajes (sí, incluso con aquellos con los que no deberíamos). No es casual que una de las protagonistas no tenga visión, obligándonos a experimentar el horror a través de sus manos y de su tacto. Tampoco es casual el uso del agua, un símbolo asociado a pureza, que aquí adquiere un sentido retorcido y perturbador.

Un ambiente convencional

El escenario es, en apariencia, el de cualquier familia: una casa con habitaciones, cocina, patio y piscina. Nada extraordinario. Y justamente ahí está la trampa. Ese espacio cotidiano se transforma en un terreno de imágenes inquietantes que difícilmente se borran de la memoria.

La piscina, en particular, se convierte en el corazón de la historia. De ser un lugar de descanso y juego pasa a ser un espacio cargado de dolor, hasta el punto de que resulta difícil volver a mirarla de la misma manera. Esa tensión entre lo familiar y lo monstruoso es uno de los grandes aciertos de la cinta.

Como en Talk To Me, los Philippou vuelven a trabajar con personajes quebrados que buscan recomponer su vida. Y, al hacerlo, muestran que los entornos más comunes —los que creemos seguros— pueden convertirse en el escenario perfecto para el terror. Esto confirma su búsqueda autoral, pues son directores que toman a las nuevas generaciones, las desarman y exploran qué las define. En esta película, además, reflexionan sobre la relación entre jóvenes y adultos, entre hijos y padres, entre lo que dejamos atrás y lo que no somos capaces de soltar.

El cuchillo entre los dientes con “Haz que regrese”

Durante la década de 2010 y ahora en la de 2020, el cine de terror ha encontrado grandes exponentes y cintas que han dejado en alto al género. Películas que han incrustado en la memoria de los espectadores imágenes imborrables, hoy parte de la cultura popular. Uno de los grandes responsables de esto es la productora A24, que ha dado oportunidades a directores jóvenes con voces propias, aportando un nuevo aire al género.

Y en esa misma línea, con nuevas voces, Haz que regrese no se queda atrás en ningún apartado. Quizás su mayor logro no es asustarnos, sino hacernos sentir que el verdadero terror no está en lo sobrenatural, sino en lo humano.

Así como hablábamos al comienzo de todos los checks que deben cumplir las cintas del género, Haz que regrese cumple todos esos requisitos y quizás propone otros nuevos. Toca temas humanos y muestra cómo el dolor puede llevarnos a tomar decisiones terribles para poder volver a vivir. Ofrece imágenes que probablemente se vuelvan icónicas. Sabe dónde colocar un chiste o incluso una canción popular para que el espectador pueda respirar. Tiene un personaje que se volverá inolvidable.

Pero, sobre todo, es una gran película que usa el terror como excusa para hablarnos de lo humano. Porque, ante todo, el terror es una sensación básica y nada nos da más miedo que perder a alguien que amamos.

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