Crítica de “Good Boy”: El terror en ojos perrunos que propone una experiencia novedosa

“Good Boy” es una cinta que puede parecer muy sencilla como propuesta y como historia en general. Pero vale la pena darle una oportunidad. En La Máquina te contamos todo.

Cuando está muy cerca de llegar Halloween, se estrena “Good Boy” en salas nacionales, que consiste en la ópera prima del cineasta Ben Leonberg en el mundo de los largometrajes, y presenta a un protagonista bastante atípico para el cine de terror: un perro llamado Indy, tanto en la ficción como en la vida real.

Tras morir su abuelo (Larry Fessenden), Todd (Shane Jensen) se muda con su leal mascota a la decadente granja del anciano, quien falleció en extrañas circunstancias y dentro de la misma vivienda. Indy es el único ser vivo que comienza a percibir presencias sobrenaturales invisibles rondando la propiedad, a diferencia de su dueño, que está obsesionado con recuperar la estabilidad que tuvo la casa de su abuelo en el pasado, mientras lidia con una enfermedad incurable, que lo ha hecho aislarse de todos sus familiares.

Al no poder comunicarse verbalmente, Indy debe enfrentarse a estas fuerzas malignas para proteger a quien más ama, ya que la amenaza que los vigila podría ser la causante del deceso del expropietario, así como la desaparición de su respectivo perro, muy parecido a Indy.

“Good Boy” expone una novedad fílmica para los amantes del terror, al situar toda la historia desde el punto de vista de la verdadera mascota del director de la cinta. La cámara está a la altura del perro y rara vez se distinguen en totalidad los rostros de las personas que lo rodean. A diferencia de películas como “Cujo” (1983), “Tiburón” (1975), “Willard” (1971) o “Los Pájaros” (1963), el canino no simboliza ni el peligro ni el horror paranormal con que el intelecto humano tiene que lidiar o ser capaz de derrotar. Tampoco está cerca de representar una especie de metáfora o presagio fatal como en ‘El Gato Negro’ de “Historias de Terror” (1962) o “Más Negro que la Noche” (1975).

Tal vez podría compartir pequeñas semejanzas con dibujos animados encabezados por canes, como “Scooby-Doo” o “Coraje, El Perro Cobarde”. Pero no hay que olvidar que Indy es el héroe del filme, una de sus principales víctimas, y mediante su perspectiva observamos —incluso a colores— las desgracias que más temprano que tarde repercutirán sobre él y su amo. Sin embargo, el hecho de que estemos frente a un perro común y corriente, casi en un cien por ciento, puede jugarle en contra en lo que respecta a generar más acción y menos reacción dentro de “Good Boy”.

Good boy', la película de terror que se ha vuelto viral

No cabe ninguna duda de que Indy es el mejor personaje de la película, aún se trate de un rol que no puede escapar de los rasgos bidimensionales que le asignaron, al tratarse de un animal domesticado. Pero el hecho de que él sea el único capaz de ver y percibir el mal que lo acecha, genera un poco de frustración en la audiencia, ya que, a diferencia de otros animales o mascotas de la historia del cine, Indy es un canino bastante tranquilo y tan observador, que llega a ser demasiado pasivo, hasta el último acto de “Good Boy”.

Hay que agregar también que el centrar todo a través de los ojos de este perro, causa que el elemento sobrenatural de la película carezca de explicación y brinde respuestas al espectador. Tal vez ese mismo enigma sin resolver beneficia a que el filme de Leodberg transmita una sensación más desoladora y claustrofóbica, que otros ejemplos ambientados en casas embrujadas. Consigue generar buenas dosis de incertidumbre y misterio, aunque su duración sea bastante corta para un largometraje actual, ya que no supera los 72 minutos de proyección.

“Good Boy” es una cinta que puede parecer muy sencilla como propuesta y como historia en general. Pero vale la pena darle una oportunidad al tratar de cambiar las piezas de los escenarios comunes y los protagonistas comunes dentro del terror cinematográfico. Quién sabe si el día de mañana habrá otros animales que tratarán de vencer a fuerzas malignas en la pantalla grande. ¿Un gato? ¿Un simio? ¿Un elefante? Las posibilidades pueden ser infinitas.