Por muchos es sabido que la industria creativa y audiovisual, en lo que respecta a televisión, no atraviesa un momento de salud muy favorable, es por ello que en la época en que las producciones bailan al son de una música triste y poco animosa, es llamativo encontrar pequeños fenómenos que se introduzcan con tanta fuerza dentro de la “teleaudiencia” local y a nivel de opinión en redes sociales.
El canal Chilevisión lo hizo y con una producción simple y sincera, que no aparenta ni quiere ser serie para “adaptarse” a los nuevos tiempos de Netflix.
Pero no es de “Gemelas” de quien hablaré, sino de su protagonista y su relación con esta producción y cómo, por fin, su posicionamiento final llegó hasta la pantalla chica.
No, Paloma Moreno no es nueva en la televisión ni mucho menos en la actuación, sin embargo, hoy podemos decir, con total seguridad, que ha abierto la puerta del reconocimiento masivo para quedarse y no cerrarla más.
Paloma Moreno (34) constantemente ha realizado apariciones en la pantalla chica, destacando y posicionándose silenciosamente. De a poco. Como labor de hormiga, muy importante, por cierto.
Es evidente y su presencia destaca, mas no porque sus rasgos físicos la hayan hecho, por ejemplo, modelo de Elite Model a fines de la década de los 90’s y comienzos del nuevo siglo, sino porque ella en sí misma es suave y sincera, máxime en la actuación.
Es algo notoriamente destacable, en lo particular hoy, con su personaje de “Luchita” en “Gemelas”, sin embargo es un elemento que se ha repetido durante todas sus actuaciones en diversas producciones. ¿Eran papeles más bien secundarios? Claro, pero en ellos, gracias a su actuación, se podía desprender la firmeza, solidez y sentimiento del guion en el que estaba trabajando. En la actualidad, el fenómeno es el mismo y más.
Gemelas, y en particular Moreno, han quebrantado la lógica actual de súper serie o teleserie, esa que los canales han buscado durante años para poder darle un nuevo aire a la ficción nacional, presentando una teleserie sincera, honesta y que pretende más de lo que muestra, que es natural, tal y como es su protagonista, quien se luce con actuaciones paralelas totalmente disimiles con sus personajes que sabe mantener, muy en el fondo y haciéndolo en forma sutil, esa misma sensación de honestidad.
Además, la teleserie, en gran parte por esta misma sinceridad, tiene tintes humor marcados, que sostienen y existen gracias a una historia y un conflicto determinados. No es hacer reír porque sí y ya.
Paloma Moreno no se luce desde lo técnico con sus actuaciones, sino que además se presenta como una actriz capaz de hacer sentir al espectador la diferencias de contextos en la que sus dos personajes deben moverse, creando historias especificas que, en algún punto, se entrelazan y forman la gran historia de Gemelas, teniéndola a ella, como sería lógico, como punto central.
Es, sin duda, su gran aparición y no por el mero hecho de que es un papel protagónico, sino porque ella por sí misma destaca y brilla en pantalla, luciendo y actuando natural, dando ese paso firme para, ¿por qué no?, ser una de las “nuevas” líderes de la actuación chilena en esta renovación dramática urgente.
Hoy, Paloma Moreno, por fin es identificable en la calle como “Luchita” o “Dominga”, pero perfectamente ella es capaz de desprenderse de estos personajes -debido a su capacidad actoral incuestionable- y darse a conocer en otros registros en producciones futuras.
Hoy, Paloma Moreno ha dado por fin ese gran golpe, haciéndose reconocida y destacada, en un guion sincero. Esa misma sinceridad que ella refleja en sus movimientos al momento de actuar o en su mirada en aquellas escenas intensas junto a Cristián Arriagada. No vaya a ser que Paloma emigre y nos quedemos sin su talento