Columna | Amores de Mercado (remake): Siempre se puede disfrutar una buena historia

La clave de esta la adaptación de Mega está en el nombre: “Nuevo Amores de Mercado”. Ahí dieron en el clavo, ya que es una nueva versión.

Por Felipe Vásquez, periodista.

Me gustan mucho las teleseries. Me han acompañado y entretenido desde que tengo memoria y es un tema del que siempre puedo hablar. Recuerdo con emoción las teleseries clásicas de TVN, las brasileñas de Canal 13 y, en la época actual, disfruto de las que emite Mega en su horario vespertino y nocturno.

Lo que más me gusta de la telenovela es que es un producto latinoamericano. Los contextos en los que se relacionan los personajes están vinculados con realidades de esta región, siendo un producto cultural importante en la construcción de nuestros imaginarios sociales (Antezana et al., 2022). Pienso que el melodrama latinoamericano es algo de lo que no podemos escapar, aunque no veamos televisión.

Si bien vi teleseries antes, la primera que disfruté de pe a pa fue Amores de Mercado (TVN, 2001). Tenía casi 9 años y la historia del “Pelluco” y el Rodolfo, estos hermanos gemelos separados al nacer y que reflejaban las clases sociales chilenas de la época, me llenaba de risas y asombro. Recuerdo que su impacto a nivel nacional fue tanto que algunas personas fueron al Mercado Central entregar coronas de flores y otras se dirigieron a tirar piedras a TVN por la decisión de matar al tan querido personaje en su final. En otras palabras, hablamos de una teleserie que tocó las emociones de los chilenos y chilenas de la época.

Por eso miré con recelo la propuesta de Mega de hacer una nueva adaptación. No quiero que se malentienda, no estoy en contra de las remakes. De hecho, creo que a veces nuestra nostalgia nos impide valorar productos buenos por la simple creencia de que todo lo anterior fue mejor (lo que no es así necesariamente). Pero admito que tenía mis reparos: era la teleserie que me marcó de niño.

Esta semana se estrenó el primer capítulo de la llamada “Nuevo Amores de Mercado”, con diferencias marcadas respecto a su versión anterior. La primera, que fue notoria en mi caso, es la música. La canción principal de la versión del 2001 era un temazo que denotaba calle y picardía; mientras que en esta adaptación el tema principal es uno genérico de Carlos Vives, como si Mega tuviese un contrato vitalicio con el cantante colombiano. Eso me generó una distancia con la obra en cuanto a identidad nacional. Lo mismo con las canciones que ponen para otros personajes, que corresponden a fórmulas estandarizadas y no a melodías cebollentas propias del melodrama.

La segunda es la estética o la dirección de arte. Si bien se mantienen elementos que hicieron tan única esta novela, como el paso por el mercado o los barrios en que viven los personajes, la forma en que se muestran es más “limpia” en esta nueva versión, lo que, a mi criterio, responde a las proyecciones que pueden tener esta propuesta como un producto más exportable o en formato streaming.

La tercera son las actuaciones. Es difícil competir con personajes tan bien logrados como el “Pelluco”, la “Shakira”, el “Chingao”, las hermanas Peralta, el clan de la Luz Divina, o el mismo Ignacio, el villano. En esta nueva versión el doble rol protagónico lo tiene Pedro Campos, un buen muchacho, pero que parece que está haciendo una parodia antes que darle vida a su personaje, lo que se refleja al exagerar el tono “flaite” de Pedro Solís.

No es justo comparar, pero cuando Álvaro Rudolphy hizo los dos papeles, ya venía de protagonizar “Santo Ladrón” y “Aquelarre”, además de tener papeles principales en otras telenovelas como “Oro verde” y “Sucupira”. En tanto, Campos, si bien ha tenido personajes relevantes en las teleseries de Mega, nunca demostró un nivel protagónico que hiciera pensar que era el indicado para el rol. De todas maneras, hay que esperar el desarrollo de la teleserie para hacer un balance más preciso de todas las interpretaciones.

Dicho todo lo anterior: creo que a “Nuevo Amores de Mercado” le irá bien (y espero que muy bien). Sigue siendo una gran historia, rápida de seguir y sobre todo entretenida. Aunque tiene elementos distintos como la música o la estética, eso no quiere decir que sea mala, sólo es diferente. Cuenta con un amplio elenco de grandes actores y otros por descubrir, y a pesar de que el rol principal está al debe, al ser una comedia tan bien escrita eso se podrá tolerar eventualmente. Además, para el horario en que es transmitida cuenta con la disposición de la audiencia, que quiere ver historias más relajadas y dinámicas.

En lo personal, me entusiasma el desafío que tuvieron los guionistas de actualizar la historia, porque 20 años no son en vano. Quiero ver cómo resolvieron las problemáticas que tuvieron en ese momento, de qué manera llevarán ahora el tema de la diferencia social, el acoso laboral, la violencia intrafamiliar, la picardía de antaño, o los modismos del “Chingao”, por ejemplo.

También es una oportunidad para nosotros como audiencia de conectar y conversar entre distintas generaciones. Entre quienes lo vimos en su época y quienes la ven ahora ¿Cuánto ha cambiado Santiago en estos más de 20 años? ¿somos el mismo país que en ese entonces? Eso también es crear identidad y generar diálogo para mirar nuestro entorno.

La clave de esta la adaptación de Mega está en el nombre: “Nuevo Amores de Mercado”. Ahí dieron en el clavo, ya que es una nueva versión, actualizada, modificada, pero que tiene como eje la historia del príncipe y el mendigo que Fernando Aragón y Arnaldo Madrid pensaron en el Chile de la Concertación.

Sé que mi niño interior se va a inclinar por la versión del 2001 porque así opera la nostalgia, pero siempre se puede disfrutar de una buena historia, y este es el caso de la nueva versión.

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