Desde hace algunos meses, uno de los personajes de ficción superheroica más polémicos fue Capitana Marvel de Brie Larson.
El público se dividió entre quienes la defendían y quienes la detestaban, por la supuesta propaganda feminista que contiene la cinta y el tipo de visibilidad que tuvo la actriz, algo que me generó la siguiente pregunta: ¿Los públicos están preparados para recibir la reconstrucción de arquetipos femeninos en el cine?
Un arquetipo, o canon para los más clásicos, se define como un tipo o modelo de representación, cuyo principal objetivo es ser imitado o ideal. Dos de los cánones más utilizados en la ficción cinematográfica han sido la Virgen o damisela en apuros y la Femme Fatale, con variantes y cambios dependiendo de la época.
El canon de la Virgen o damisela en apuros es el ideal de la mujer beata, de presencia angelical, valiente y extremadamente bondadosa. Con su amor y sacrificio, ella es capaz de cambiar al héroe; a cambio, el héroe le “enseña” (provocando una jerarquía entre los dos) el mundo y le confiere una lección u objetivo que cumplir. Representa lo canónicamente “femenino”, el objeto de deseo, el amor más puro y, por lo tanto, lo acerca a lo divino.
Por el contrario, el arquetipo de la Femme Fatale o Mujer Fatal en el cine está construido como una forma de “subversión” de la damisela en apuros: es la fantasía de la mujer castigadora que pone en peligro la integridad moral y espiritual del héroe.
La complejidad de la Femme Fatale yace en inversión del rol pasivo la mujer, ya que sabe que con su potente atractivo sexual amenaza a lo masculino mediante una tensa dinámica de dominio-sumisión.
No obstante, el poder de la Mujer Fatal está limitado al anhelo inacabado del masoquismo masculino pues, a pesar de que a este canon se le ha permitido tener un espacio, es un empoderamiento controlado que sirve a la satisfacción del deseo masculino.
Ahora bien, ¿a qué lógicas responden nuestros objetos de análisis? ¿Cómo resuelve a industria el no poder confinar el ser-mujer a arquetipos femeninos inmutables? ¿Cómo se erradican las viejas fórmulas de construir lo femenino? ¿Cómo se reconstruyen estos arquetipos?
En 2010 llegó a los cines ‘Iron Man 2’ y, con su arribo, se presentó a Black Widow/Natasha Romanoff, encarnada por Scarlett Johansson. En todas las apariciones cinematográficas de Black Widow, este ha sido escrito y dirigido por hombres para espectadores en su mayoría masculinos. Sin embargo, la historia de Natasha está llena de violencia y anulación de ella como mujer.
En el filme ‘Avengers Age of Ultron’ (2015), ella misma relata su pasado y el precio que “pagó” para convertirse en la espía perfecta: extrajeron su útero, que la cultural hegemónica y patriarcal relaciona la feminidad, y que por congruencia, la convertía en un ser vulnerable y débil.
Si bien es discutible si tener útero te hace necesariamente mujer, Romanov fue mutilada para ser transformada en femme fatale, literalmente, por la decisión de un poder masculino que la condenó irrevocablemente a ser un aparato de deseo perpetuo. Black Widow sabe y siente la imposibilidad de reapropiarse de su corporalidad, porque se le convirtió en un ser masculino, pero imperfecto.
El personaje culmina su (de)construcción habiendo oscilado entre los roles del héroe y la femme fatale, para finalmente en ‘Avengers Endgame‘ (2019) sucumbir ante la única redención que se puede permitir: el “sacrificio”, una manera de transformarla en el arquetipo de la Virgen, pero nunca permitirle reapropiarse de su ser-mujer.
La diosa, la guerrera, la mujer
A mediados de 2017 se estrenó ‘Wonder Woman’, dirigida por Patty Jenkins, una de las pocas mujeres en liderar una cinta de superhéroes, y aquí fue posible percibir los cambios en la construcción de los arquetipos.
La presentación del filme ya establece el carácter que tendrán los personajes femeninos, quienes estarán en constante tensión con los masculinos. Por ejemplo, Etta Candy (Lucy Davis) es totalmente cínica ante la sociedad a la que pertenece por el mismo rol de género al que la han relegado; también lo hace Dr. Maru (Elena Anaya) quien subversivamente performa lo queer como una especie de Drag King (su prótesis le permite simular rasgos más prominentes), afirmando que su lealtad y conocimientos como científica son solo para Ludendorff (Danny Huston), quien no la anula por su género mas la enaltece por su talento.
Ahora bien, Wonder Woman/Diana Prince (Gal Gadot) es la paradoja que habla de cómo aún falta superar ciertas construcciones de feminidad. Diana es una guerrera amazona, hija de Zeus y destinada a derrotar a Ares, el dios de la guerra, criada en una sociedad matriarcal de mujeres inmortales que no necesitan de los hombres para vivir en armonía.
Cuando Diana conoce a Steve (Chris Pine), este le advierte sobre los desastres de la guerra y ella cree que es debido a la influencia de Ares, por lo que emprende el viaje para derrotarlo.
Desde el comienzo el carisma, belleza y fuerza de la amazona nos fascina, enseguida nos sentimos comprometidos con su lucha. Sin embargo, sin que lo notemos, Diana encarna disimuladamente el arquetipo de la Virgen: Diana es engendrada por un dios para servir como arma y cumplir la misión de derrotar a Ares y esta llega gracias a Steve.
Al emprender dicha misión, ella ignora las lógicas del mundo exterior y, por lo tanto, está en manos de Steve enseñarle cómo actúa la sociedad de la cual las amazonas han rehuido. Diana se impregna (alegoría del embarazo) y hereda la moral humanista de Steve, quien perece en sacrificio; ella, finalmente, supera el destino por el que fue concebida, para perseguir los ideales que aprendió gracias al héroe. Wonder Woman aun perpetúa la mujer inocente y complaciente, salvo que ella es capaz de superar las imposiciones de su origen su condición de objeto y, gracias a los ideales masculinos, de cierta manera, reapropiarse de su cuerpo.
En ‘Captain Marvel’ (2019), película dirigida por Anna Boden y Ryan Fleck, es posible hallar una ruptura con estos cánones, pues la configuración como personaje y heroína de Capitana Marvel subvierte los esquemas ya mencionados.
La campaña de Carol Danvers es encontrar su propia identidad en reapropiación de su memoria y su propio poder. Su transformación en heroína y la forma en la que adquiere sus poderes tienen por base que fueron por su propia decisión y este es el aspecto más importante de Capitana Marvel: se apropia del paradigma del héroe para convertirse en su propio arquetipo.
Al desprenderse del típico rol como objeto de deseo, Carol se empodera de sí misma como protagonista más allá de su género (y por su género), se re-construye desafiando el establishment, deconstruyendo “lo femenino” con su carácter tosco y sarcástico. De esta manera, Capitana Marvel deja de pertenecerle y responsabilizarse de las fantasías de lo masculino, abandona la inmutabilidad del canon.
La re-creación del ser-mujer y, por ende, la reapropiación espacios de representación no es una tarea simple ni que deba considerarse superficial. Es más, rememorando a Lucrecia Martel, en el cine se siguen perpetuando los discursos de cuerpos hegemónicos, y derribar las estructuras patriarcales no solo es elegir a una mujer como protagonista de una cinta de superhéroes, la industria comercial nunca se hará cargo ni será aliada de la lucha feminista.
Por otro lado, demonizar por completo estos arquetipos limitaría otras líneas de análisis, pues la escena queer y las teóricas de cine lésbico han hallado en estas tipificaciones espacios de subversión e identificación notables.
No obstante, abandonar la rigidez de los arquetipos de “lo femenino” para demandar la re-construcción de nuevas formas de ser-mujer en las narraciones audiovisuales, es una lucha que abre nuevas formas de representación capaces de integrar nuevas individualidades. Es preciso recordar las producciones de Alice Guy, Ida Lupino, Cheryl Dunyen y Agnes Vardá que han contribuido a introducir sus propias representaciones subversivas de ser-mujer, y también de lo masculino, pero siempre alejadas de la industria y de ciertos géneros más comerciales.
Por @paltadesobediente en Instagram.