En entrevista con La Máquina Medio, hablamos con el arquitecto de la Unidad Popular y también Premio Nacional de Arquitectura 2019, Miguel Lawner, sobre su trayectoria, el escándalo de las Fundaciones en Antofagasta, así como del presente y el futuro de la vivienda y el urbanismo en Chile.
Nacido en 1928, Miguel Lawner ha tenido una vida de película. No por nada fue interpretado por el actor brasileño Bertrand Duarte en la película Dawson. Isla 10 (2009). A eso se suma su participación en al menos dos documentales, entre ellos Nostalgia de la luz (2010), de Patricio Guzmán.
Hijo de inmigrantes provenientes de Ucrania, creció en el barrio Matta-Portugal de Santiago. Estudió en el Instituto Nacional y, posteriormente, arquitectura en la Universidad de Chile, donde se tituló en 1954. Luego, junto a su esposa Ana María Barrenechea y Francisco Ehijo, crearon la oficina profesional BEL Arquitectos Ltda., con la cual postularon y ganaron diversos concursos públicos relacionados con el diseño de viviendas sociales.
Para 1970, fue nombrado por el expresidente Salvador Allende director ejecutivo de la Corporación de Mejoramiento Urbano (CORMU). En dicho cargo, dirigió la construcción del edificio del GAM (en ese entonces, la Unctad), la Villa San Luis, la red de balnearios populares y la remodelación del Parque OHiggins, entre otros. Tras el golpe de Estado, fue llevado como prisionero a Isla Dawson; a posteriori partió al exilio a Dinamarca. Recientemente, fue galardonado con el Premio Nacional de Arquitectura 2019.
Hoy, a sus 95 años, sigue bastante activo, sobre todo con motivo de los 50 años del golpe de Estado, siendo recurrente su participación en charlas y reportajes de la televisión. En su oficina, ubicada en su departamento en Providencia, se aprecian sus distintos premios y fotografías de hitos emblemáticos en su carrera. Entre ellas, una fotografía de la iglesia que reconstruyó en Isla Dawson y, bajo esta, un croquis del templo. Mirando por la ventana, en tanto, se aprecia una postal emblemática del Santiago neoliberal: el Costanera Center.
En entrevista con La Máquina Medio, conversamos sobre todo esto y más.
¿Cómo es la arquitectura chilena? Si tuviera que explicar en el extranjero cuál es el estilo característico de Chile, ¿cómo lo describiría usted?
Es difícil hacer una definición. Ha habido cambios muy trascendentales que impuso la Dictadura. Hasta antes, tú podías decir que había una arquitectura para los sectores de ingresos menores y medios bastante honorable, porque siempre para los sectores altos ha habido un nivel de arquitectura satisfactorio. Pero después de la Dictadura se produjo un corte fundamental, entonces no podemos hablar de arquitectura chilena en general, porque arquitectura comprende la actividad que se realiza para todos los sectores sociales, y desde la Dictadura hasta ahora, sin cambios significativos, todas las obras de arquitectura destinadas a satisfacer los sectores de menores, e incluso de medianos ingresos, es extraordinariamente deficiente. Francamente, en algunos casos desechable. Y en otros, extremadamente perniciosa, por sus consecuencias en el tejido urbano.
Pensando en este gobierno, y la crisis habitacional por la que actualmente pasa el país, si dependiera solo de usted ¿construiría una nueva Villa San Luis? ¿o un proyecto como la Villa Frei o la Villa Portales, quizás?
La Villa San Luis fue construida para satisfacer las necesidades habitaciones de los sectores sin casa de la comuna de Las Condes, básicamente. Hoy, en Las Condes, hay tantas necesidades habitacionales como las que hubo ayer. Si dependiera de mí, por supuesto hoy haría lo mismo en Las Condes. El problema es que está muy lejos el modelo actual de resolver las demandas habitacionales cualquiera sea la condición social de la familia. El sistema actual no da ninguna opción a los sectores de bajos ingresos, sino arquitectura que podríamos llamar desechable, o un campamento. O sea, no hay respuesta.
Pero, ¿qué consejo le daría al gobierno del presidente Boric, en términos de política pública?
Que recuperara el rol social del derecho de propiedad que permite tener acceso al suelo, no conforme a los valores de mercado. Nosotros, en el gobierno de la Unidad Popular, fuimos receptores de una reforma constitucional que había aprobado el gobierno del presidente Frei Montalva, que subrayó el rol social del derecho de propiedad. Eso le permitió a la Corporación de Mejoramiento Urbano, realizar una adquisición muy significativa del suelo urbano en muy buenas ubicaciones y condiciones, a precios que significaron poder poner el suelo a disposición de los sectores de menores ingresos, estuvieran donde estuvieran.
En consecuencia, no tengo ninguna duda, que si dependiera de mí, y tuviera las herramientas que dispusimos el ´70, naturalmente yo haría nuevamente la Villa San Luis en cualquier lugar preferente de Las Condes. Porque la vivienda es un bien social y las familias tienen derecho a acceder a él. Cualquiera que sea la ubicación que aspiran. Las familias sin casa de Las Condes aspiran a seguir viviendo en Las Condes como las de La Pintana aspiran a seguir viviendo en La Pintana, o Lo Barnechea, o donde sea. Porque siempre se han generado arraigos, como los estudios de los niños. La política pública tiene que responder a las aspiraciones de la población, cualquiera que sea su nivel social. De manera que no tengo ninguna duda que volvería a hacerlo allí o en cualquier otro lugar de Las Condes, porque la segregación social urbana es una de las peores tragedias que puede tener una sociedad.
Usted siempre ha sido muy crítico de la arquitectura y el urbanismo neoliberal. Pero si tuviera destacar algo positivo, un proyecto en particular ¿qué es lo mejor que se ha construido bajo el neoliberalismo?
Hay algunas tentativas que hizo Alejandro Aravena con esa fórmula de una media vivienda que entrega. Hay que reconocer que es razonable. Francamente, es casi imposible encontrar en estos últimos 50 años -en materia de vivienda social, no edificios característicos como un teatro, un estadio o una iglesia-, algo rescatable.
El Costanera Center, ¿qué le parece?
Horrible, es lo peor que hay. Eso es una agresión a la ciudad. Eso nunca fue aprobado por los asesores urbanos de la municipalidad de Providencia. Fue posible solo porque el alcalde de ese tiempo, Labbé, impuso la aprobación por encima de sus asesores urbanos, y también con el respaldo del presidente de esa época, Ricardo Lagos, que contribuyó junto con él a rellenar la primera piedra. Es una horrible agresión, ahí la puedes ver –apunta por su ventana-, al espacio urbano y la ciudad.
Sobre el proyecto Ukamau, usted siempre lo ha destacado como un gran ejemplo de comunidad organizada, ¿cómo se podría replicar una experiencia similar en otras zonas de Santiago? ¿dónde cree que sería buena idea construir un proyecto similar?
En todas las comunas de Santiago. No hay ninguna razón para no hacerlo. Eso se hizo ahí porque Ukamau tuvo la opción de obtener ese terreno -que es parte de la maestranza de San Eugenio, propiedad de Ferrocarriles del Estado-, que lograron mediante presiones adquirir a un precio razonable del valor del suelo. Pero Ukamau es posible de construir, sería incluso necesario construir, ojalá en todas las comunas de Santiago periféricas, siempre que tuviera una opción de terreno asequible.
¿Plaza Dignidad, Baquedano, o Italia? ¿cómo le dice usted?
A mí me gusta Plaza de la Dignidad. Lo que pasa, es que hemos aprendido históricamente, que en este campo, así como en materia social, nada es permanente. La memoria histórica es un territorio que está siempre en disputa. El general Baquedano se mantuvo ahí tranquilo hasta que el Estallido Social del 2019 cuestionó su presencia. Uno puede decir que tiene el mérito de haber sido el conquistador del norte de Chile en 1879, pero Baquedano fue también el conquistador que entró en La Araucanía a acabar con la resistencia del pueblo mapuche. En consecuencia, si fuera por mí, respecto a los valores que se han alcanzado, yo mantendría el nombre Plaza Dignidad, que se logró por parte de la gigantesca movilización del así llamado Estallido Social de 2019.
Pero quiero recalcar, que históricamente nada es permanente. Por poner un ejemplo, Napoleón Bonaparte, fue el hombre que llevó a Francia a un imperio de una magnitud colosal. Pero finalmente fue derrotado, y ese emperador, tan significativo para Francia, fue enviado al destierro. Y murió en el exilio. Pasó el tiempo, trajeron sus restos, y hoy reposa en el panteón de París como una de las figuras más relevantes. En consecuencia, la historia no es permanente. La memoria histórica siempre tiene altibajos y cambios. Stalin fue en todo el mundo la gran figura en la Unión Soviética, porque derrotó a la Alemania Nazi en la Segunda Guerra Mundial, y hoy ya nadie se le ocurre hablar de él o ponerle su nombre a una calle fuera de Rusia.
¿Qué le parece la intervención que se ha hecho de ese espacio? La alcaldesa Matthei ha replantado el pasto, el gobernador Orrego ha retomado el proyecto del Eje Alameda-Providencia, entre otros.
El proyecto del eje Providencia-Alameda es anterior al estallido. Es cierto que la Plaza Baquedano o de la Dignidad, con el diseño que tiene actualmente, en virtud del auge que tomó el parque automotriz, es un obstáculo. Y es necesario generar una fórmula que permita un diseño más fluido del transporte motorizado desde Providencia hasta la Estación Central. Pero eso no quiere decir que no tengas que contemplar las manifestaciones. Hagas el diseño que se haga, históricamente que la Plaza Dignidad es donde se generan las grandes victorias, deportivas, políticas… todos los países tienen eso. En Buenos Aires es el obelisco. Cualquier victoria significativa, electoral, política, se celebra en el obelisco. En Francia es la Plaza de la Concordia, próxima al arco del triunfo. Y en Santiago de Chile ha sido la antes llamada Plaza Italia, Plaza Baquedano, Plaza Dignidad, y seguirá siéndolo, le pongan el nombre que le pongan, y la diseñen.
Un diseño que no contemple que sea el centro natural histórico que el pueblo se dio para celebrar sus grandes efemérides está incorrecto, tiene que reconocerlo. El diseño original de ese proyecto –que conocí hace muchos años- tenía un espacio para grandes reuniones, pero no tenía la magnitud que debiera tener.
Hace tiempo, en una entrevista que le realizó Ricardo Greene, usted dijo que siempre se ha considerado “un Quijote que lucha contra los molinos de viento”. Muchos de los temas que usted ha planteado, la vivienda digna, los efectos nefastos del neoliberalismo, no eran tema hasta antes del Estallido Social. Ahora en el 2023 que estamos discutiendo varios de esos temas, usted ¿todavía se considera un Quijote?
Reconozco que lamentablemente es así. Yo quisiera estar más acompañado que solamente con Sancho Panza. Yo he gastado horas en estos días a raíz de este conflicto en Antofagasta, con este escándalo de las Fundaciones a las cuales se les entrega dinero a cambio de trabajo a realizar. Estas estructuras perversas que generó la Dictadura en materia de vivienda y desarrollo social, por la cual dejó al Estado prácticamente sin capacidad de acción entregando todo a privados, a pesar de haber hace más de 30 años terminado la Dictadura, prácticamente se mantiene intacto. Y lo que es peor, ha deformado las mentes. Por ejemplo, el Minvu (Ministerio de Vivienda y Urbanismo) está integrado casi en su totalidad por profesionales, todos titulados y doctorados en universidades muy importantes del mundo, por lo cual tienen incorporado, aunque se autocalifiquen de progresistas, los mecanismos que generó el sistema neoliberal, que son verdaderamente diabólicos. El Minvu es hoy, objetivamente, una institución inútil. No solo inútil, un obstáculo para cualquier política de vivienda progresista. Incluso en este gobierno no ha sido posible cambiarlo.
Usted mencionaba que el neoliberalismo deforma las mentes. Justamente, el triunfo del Rechazo el 4 de septiembre, se logró entre otras cosas con la consigna de “te van a quitar tu casa”. Eso pegó mucho en la población. Usted propone, por otro lado, volver a las cooperativas, y reflotar el concepto de “vivienda digna”. ¿Cómo lo analiza usted? ¿es viable volver a una visión así tomando en cuenta lo enquistado que está el neoliberalismo en el inconsciente colectivo?
Es una lucha bastante difícil. Yo que he estado vinculado al movimiento de pobladores desde que era estudiante de arquitectura hasta hoy, nunca había sentido cómo se puede haber deformado tanto los valores que fueron propios de nuestra sociedad, particularmente nuestro pueblo, a lo largo de toda la historia. O sea, los valores de solidaridad y fraternidad que fueron fundamentales en la victoria de 1970, y en la obra que hicimos en el gobierno de la Unidad Popular, están absolutamente desaparecidos.
Te pongo un ejemplo: Cuando ingresé a la Cormu, en 1970, el departamento técnico estaba recién formado en el gobierno de Frei Montalva, con directivos, no sé si militantes DC, pero afines a ellos. Y a los pocos días de haber asumido, congregué a todo el personal a una reunión. Les di a conocer que no íbamos a lanzar a nadie. Nuestra política era imponer nuestros principios, programas y valores, y que íbamos a trabajar preferentemente en beneficio de los sectores sociales. Y que los convocaba a unirse a esa tarea.
A eso de las 5:30, 6:00 de la tarde, cuando ya estaba por concluir el horario de trabajo, recorríamos todos los proyectos que estaba en marcha, y nadie se había movido. En ese tiempo todavía no había computadoras. Dibujábamos en unos tableros de dibujo enormes. Permanecíamos probablemente hasta las 8:00, 8:30, o más tarde. El personal, a las 6.00 se pudo haber ido tranquilamente a sus casas. De pronto, alguien, suponte, se me acercaba y me decía “don Miguel, perdone, tengo a mi hijo enfermo, tengo que retirarme a las 7 de la tarde”. ¡No tenía por qué pedirme permiso! Hace rato que se podía ir. Ese compromiso, fuera cual fuera la doctrina ideológica, incluso distinta a los principios nuestros, se mantuvo durante todo nuestro trabajo. Una enorme motivación. Un compromiso inimaginable. ¡Jamás habríamos podido hacer en 270 días el edificio de la Unctad sin ese compromiso!
Hoy, en el Minvu, nadie trabaja fuera de horario. Incluso aunque se lo pidan, está autorizado a decir “no, no puedo”, se manda a cambiar, por la fuerza de la organización gremial, si un jefe presiona a un funcionario menor que trabaje en un proyecto urgente, lo acusan de hostigamiento. Hoy, el Minvu es una institución inútil. Tú la borras del mapa y no cambia absolutamente nada. Eso es incomparable. Todo eso ha sido producto de 50 años en que la mayoría de los profesionales tienen magíster, doctorado, y al final les han inoculado, aún cuando se declaren progresistas, no conciben caminos diferentes. Es una tragedia. Yo lo he confirmado ahora con este conflicto, el que acaba de ocurrir. ¿Por qué están encargando trabajos afuera si tiene que hacerlo el personal? Porque el personal no está en condiciones de salir… Porque para hacer el trabajo de las Fundaciones, hay que estar en terreno, te responden “el personal no está contratado para estar en terreno” ¿has visto barbaridad igual? Yo no lo podía creer. Me contó una colega: “Yo intenté hacer algo, y me acusaron ante la organización que los agrupa de acoso, ¡y tengo un juicio!”.
En ese sentido, la derecha usa mucho la palabra “Libertad”, pero para usted ¿qué es la Libertad?
Para la derecha, la libertad es solo el derecho a explotar. Libertad para poner la vivienda al servicio de todos los sectores, eso es imposible, no es libertad para la derecha. Eso es una palabra hueca.
Y en este contexto, vivienda y urbanismo ¿qué sería libertad?
Lo fundamental aquí es que los servicios sociales, vivienda, previsión social, salud, educación, no pueden estar al servicio del mercado. Imposible.
LEGADO Y LEGADOS
¿Su arquitecto chileno favorito y por qué?
Luciano Kulczewski. El Kulczewski que se conoce es el hombre de los estilos, por ejemplo el edificio del Colegio de Arquitectos, pero hay un Kulczewski desconocido y muy importante. El año 1938, triunfa en Chile por primera vez una coalición de izquierda, con Pedro Aguirre Cerda de presidente. Y al mes que asume, viene el terremoto de Chillán, de enero de 1939. ¿Y qué ocurre? En ese tiempo, la vivienda, la única institución para construir viviendas sociales era la caja del seguro obligatorio, donde todos los trabajadores tenían que imponer. Y se había creado la caja de la habitación en años anteriores con una actividad relativamente pequeña. Entonces viene el terremoto, y el presidente Aguirre Cerda creó la Corporación de Fomento, pero además creó simultáneamente la Corporación de Reconstrucción y Auxilio, con el objeto de realizar la reconstrucción del terremoto de Chillán, y designa ministro de salubridad al doctor Salvador Allende, un joven médico de 31 años. Y Allende designa presidente de la Caja a Luciano Kulczewski. Ambos habían sido del grupo de fundadores del Partido Socialista.
Kulczewski realiza una actividad de reconstrucción, sobre todo en la zona norte, más que, curiosamente, en Chillán propiamente tal. Pero en Arica, Antofagasta, Iquique y Mejillones realiza lo que llama “colectivos obreros”. Y también se hicieron algunos aquí en el Barrio San Eugenio. Hay dos conjuntos: Colectivo San Eugenio y Población Arauco, que son admirables. Hasta entonces, a nadie se le había ocurrido antes de Kulczewski que hubiera viviendas obreras que no fueran de un piso. Kulczewski construye “colectivos” de 4 pisos de altura, en el cual la techumbre, es un lugar de esparcimiento. Recoge ahí un poco la idea de Le Corbusier, y en la planta baja tiene comedores colectivos, etc. admirable. Se mantienen perfectos, son precisos. De manera que, Kulczewski para mí es el arquitecto pionero de una arquitectura social en Chile progresista, más que el hombre de los estilos Art Nouveau. Es desconocido en esta labor. Por eso, para mí, es el arquitecto más destacado.
Después, destaco a Juan Martínez Gutiérrez, que fue decano cuando yo estudié arquitectura. Él construyó la escuela de leyes de Pio Nono, la Escuela Militar, el Templo Votivo de Maipú. Kulczewski y Juan Martínez son para mí los arquitectos más notables de Chile.
¿Su ciudad favorita de Chile?
Punta Arenas. Es una maravillosa ciudad. Por sus valores de integración social. No es un lugar donde los sectores más desposeídos están segregados. Hay un grado de integración social interesante.
En segundo lugar, porque, a consecuencia del auge que trajo a consigo el auge a fines del XIX y comienzos del XX, la industria ganadera con la oveja, eso permitió la creación de unos espacios colectivos, que antes era la casa de la familia Braun Menéndez; el Cementerio, que ellos mismos financiaron; la plaza de la ciudad es muy bonita, con ese monumento precioso que hay al centro. No hay los barrios segregados que hay en otras ciudades del país.
Le voy a leer algunos nombres de arquitectos, me gustaría que usted los definiera en pocas palabras: Sebastián Grey
La mejor opinión. Soy gran admirador de Sebastián Grey, por su obra como arquitecto, pero sobre todo por su vocación como profesor. El curso que él imparte de vivienda social en la UC es el único en todas las universidades chilenas semejante. Y también ha sido con esa posibilidad de tener una columna en El Mercurio, con cierta independencia, no ha sido censurado, y ha permitido defender los valores que hay que defender en materia de urbanismo y desarrollo urbano.
Alejandro Aravena
Tiene también su interés. Ha inventado esto de la vivienda social con la cual deja previsto un espacio para que la gente lo pueda ampliar por su cuenta. Y está bien concebido. Eso es valioso. Ha contribuido, pero él no puede estar por encima de las políticas de vivienda que impone el Estado en Chile, de modo que no es un arquitecto per sé por muy talentoso que sea, que vaya a resolver las demandas de los sectores más desfavorecidos. De manera que, tengo con todo una opinión favorable de él. Creo que tiene la voluntad de hacer las cosas posibles, de poner su profesión al servicio de los sectores más desposeídos. Hay una suerte de contradicción inevitable en él, porque su oficina también está financiada por una de las fortunas mayores de este país, los Angelini.
Iván Poduje.
Ese es un sinvergüenza. Es un fresco, un miserable. Un hombre que ha causado gran daño. Como dispone de todas las tribunas habidas y por haber dispara, y está al servicio de las peores causas en materia de urbanismo y desarrollo urbanos. Es un fresco que ha hecho mucho daño.
Usted, ¿cómo ve el futuro de la arquitectura en Chile?
Es imposible disociarlo de un cambio social. Puedes hacer algunos ejemplos bastante atinados, hasta sobresalientes de arquitectura. Pero la arquitectura no puede estar disociada del medio en el que estás inserto. No es un pintor que realiza su obra metido en un gabinete que lo vende a quien se lo compra. Lo que nosotros hagamos, nos guste o no, tiene un carácter social por estar insertado en una sociedad determinada. No es un bien que yo disfruto personalmente. Lo que hagamos es un conjunto de la sociedad.
De todos los proyectos que usted ha realizado a lo largo de su vida, ¿cuál es su favorito? ¿cuál destacaría usted?
Yo destaco dos proyectos: la primera población que nosotros ganamos en concurso publico de arquitectura, convocada por la Corvi: la población Abate Molina de Talca. Eso fue el año 1959. Sus arquitectos permanecieron en el anonimato hasta que en 2019, 60 años después, apareció en El Mercurio una información: “El arquitecto Miguel Lawner distinguido con el premio nacional”, entre otras obras aparecía “población Abate Molina”. En ese momento, Talca era una de las poblaciones que el Ministerio de Vivienda y el seremi de Talca tenía en una sección bastante correcta llamada “Quiero mi barrio”, que francamente ha funcionado razonablemente. Su objetivo es ver algunos mejoramientos incorporados a conjuntos residenciales existentes. Todo en acuerdo con la comunidad. Y le habían echado el ojo a esa población. No tenían la menor idea hasta que se publicó en El Mercurio, que la Abate Molina había sido obra de BEL Arquitectos. Fue nuestra primera obra importante. Creo que son 580 viviendas.
Bueno, se produjo un revuelo. Y me invitaron primero a un seminario. Hasta el alcalde, siendo de la UDI, asistió. Y cuando llegué a la población, me dio mucho gusto: a pesar de ser una población con una dosis no menor de madera, se conservaba muy bien. El arraigo de las familias es enorme. Todo el mundo decía “venga a ver mi casa”. Había 4 tipos diferentes, pero cada uno era una aglomeración de señoras que querían que visitara su casa. Y entiendo que Quiero Mi Barrio ha terminado las intervenciones a eso.
A una avenida le pusieron ahí Avenida Miguel Lawner. Se ha generado un espíritu de mejoramiento generalizado en la misma población. Es una satisfacción enorme una obra así hecha para los sectores más modestos. La mayoría de los que llegaron ahí eran primera generación de campesinos que migraron a la ciudad de Talca. Y la población conserva su espíritu popular, no se ha generado este problema que viven poblaciones bien hechas que se llama “gentrificación”, en que sectores de mayores recursos sustituyen a los que están viviendo en esos lugares, porque están en una ubicación preferente en la ciudad. Por ejemplo, esa población hoy está en el corazón de Talca. Cualquiera se quiere ir a vivir ahí. Antes, el año 59 era el extremo sur de Talca, al borde del estero del Piduco. Pero no ha habido ese proceso. Me contaban ahí, muy rara vez sale en el diario un aviso de “Se vende”, siempre van pasando de padre a hijo, a nieto, o a amigo directamente.
Ese fue un proceso que nos marcó, porque nos tiró para arriba como oficina habitacional, gracias a esta política de concursos públicos y anteproyectos que generaba la Corvi y que se acabó con la Dictadura. Hoy no hay ni un solo concurso de arquitectura que se haga en Chile. Ninguno.
Y lo otro, aunque te parezca increíble, es la restauración de la Iglesia en Puerto Harris. Ahí está bien hechita – señala la fotografía en la pared- cuando la visitamos el 2003. Si tú ves abajo, el dibujo que está es el primer dibujo que yo hice en Dawson, noviembre del ´73. Es la construcción en madera más austral del planeta. Estaba abandonada 40 años cuando nosotros llegamos a la isla. Por chiripa la vimos, nosotros estábamos sometidos a un régimen de trabajo forzado, por lo cual teníamos que plantar unos postes de cipreses de 7 metros de alto. Los marinos habían decidido construir una nueva línea eléctrica adyacente al estrecho de Magallanes. Avanzando en esa línea, llegamos a la iglesia. Hasta entonces pensamos que la isla era un lugar deshabitado. Y no. Había un poblado preferentemente habitado por personal de la Armada y sus familias. Y se veía en la loma una construcción.
Se me ocurrió decirle al sargento a cargo nuestro ¿podemos ir a echarle un vistazo? Ahí me enteré de todo, que estaba deshabitada. Descubrimos en unas malezas de calafate unas piezas de hormigón enorme. Le pregunté al sargento qué era, y no tenía idea. Lo levantamos, y era un busto que decía “monseñor José Fañán. Evangelizador de onas, pehuenches y yaganes, creó aquí en la isla la misión San Rafael. 1892”. Yo veo eso, y miro la iglesia, y pienso “esto es monumento nacional”. Está abandonado hace 40 años. Y ahí se me ocurrió la iniciativa de plantearle al comandante. “Si ya tenemos que hacer trabajos forzados, mejor dediquémonos a restaurar esto. Esto es monumento nacional, ustedes no tienen idea…” quedó atónico.
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Eso fue muy pronto. Nosotros llegamos a la isla un 15 de septiembre, y esto fue a fines de octubre. Y éramos nosotros la cabeza del Plan Z. Se suponía que íbamos a degollar a los altos mandos de las FF.AA. en la parada militar del 73… y este forajido les viene a plantear que quiere reconstruir la iglesia, unos degenerados quieren restaurar la iglesia… pero por lo que significó, hoy es monumento nacional con justa razón.
¿Para qué te voy a hablar de la Unctad? Mis favoritos son la Iglesia y la Población Abate Molina.