Pasó a segunda vuelta en la elección a gobernador regional, pero fue derrotada por el DC Claudio Orrego. Hoy, la cientista política de Puente Alto, Karina Oliva, vuelve a la carga, esta vez por un escaño en la Cámara Alta, siempre con el pañuelo verde en la muñeca y su polera de la princesa Leia, popular personaje de la saga de “Star Wars”.
En entrevista con La Máquina, le preguntamos por su polémica con Naya Fácil, por la Plaza Dignidad, la discusión del aborto y sus proyectos para el tan golpeado rubro de la cultura y las artes.
–¿Qué proyectos de ley te gustaría impulsar como senadora, en especial en lo referente a la cultura y las artes?
Si pensamos cultura, es todo. Por tanto, partiendo de esa premisa, para nosotros la cultura tiene que dejar de ser un objeto de consumo, más bien queremos que sea un derecho. Nosotros creemos que la ciudadanía tiene derecho a la cultura, las artes y el patrimonio, pero también la relevancia que le damos a la cultura como transmisión de identidades. Por ejemplo, cómo potenciamos las lenguas indígenas, o la cultura ancestrales que ha sido tan invisibilizadas; cómo potenciamos normativas que beneficien a generar redes locales de participación comunitaria; e incluso cómo pensamos la comunicación y la cultura en espacios locales y comunitarios, no como industria.
Hoy nuestro país ha pensado en la cultura solo como una industria, no como un derecho. Y ahí, queremos trabajar con el programa presidencial de Gabriel Boric, en lograr equiparar la cancha en la cultura, sobre todo para las y los trabajadores ¿por qué? Porque hoy el gremio de la cultura reúne a trabajadores, pero al mismo tiempo a empleadores de la cultura, y ahí se genera un choque de trenes. Pero al mismo tiempo, queremos que sean reconocidos como trabajadores. Hoy se les reconoce solo como empleadores, o emprendedores, o trabajadores de cuenta propia.
Y tercero, queremos potenciar en la cultura a mujeres y disidencias sexuales desde proyectos e iniciativas desde el inicio. Porque, generalmente las grandes consultoras que ganan los proyectos son también lideradas por grandes grupos económicos, por directorios ejecutivos muy masculinizados, y los proyectos de mujeres y de la comunidad LGTBI son los que están más detenidos.
Hoy, el debate social y político tiene dos debates importantes: miramos la economía desde una perspectiva de género y de transición ecológica. Igualmente, tenemos que empezar a mirar la cultura y las artes desde una perspectiva de género, pero también medioambiental. Es decir, cómo generamos feedback para que estos grandes ejes estén incorporados en áreas tan relevantes como las artes, la cultura y el patrimonio.
–Actualmente el Estado destina el 0,37% del PIB en cultura, ¿tú cuánto crees que es suficiente?
Al menos deberíamos estar llegando el 2%. Tanto para cultura, como para ciencia, tecnología e innovación. El 2% es el estándar mínimo de la OCDE. Si nosotros llegáramos a tener el 4% destinado a cultura, eso tiene una proyección inmediatamente, por ejemplo en Educación, Ciencia y Tecnología, y también una disminución de la inseguridad. Porque cuando tú aumentas el gasto en cultura, lo primero que tienes es que te tomas el espacio público, y cuando tú te tomas ese espacio, lo primero que disminuye es la violencia.
–Durante la pandemia, muchos artistas reclamaron que el gobierno los dejó abandonados, sin ningún tipo de ayuda social o fondo para seguir funcionando ¿tú qué opinas al respecto?
Es que es cierto, en realidad a la mayor parte de los ciudadanos de Chile. No entraban en el IFE, ni en ninguna de las ayudas del Estado. Muchos de ellos trabajan por boletas de honorarios, y los contratos son programados, por períodos muy cortos. Y por tanto, el ingreso por 10% era muy bajo, no había un programa directo, salvo aquellos que trabajaban en la industria televisiva ¿pero qué pasaba con el teatro?
Yo hace poco fue a ver una obra de la Catalina Saavedra. Volver al teatro es un acto importante, darte cuenta que de las 400 butacas solo pueden ocupar 80 en una función ¿pero qué pasó en todo un año? ¿cómo subsistieron? A parientes de Yarur y Cruz-Coque se les entregaron recursos, mientras la mayor parte de los espacios culturales no lograron avanzar. Se tiene que reconstruir un lugar tan importante como el Cine Arte Alameda, ¿qué pasa con el arte callejero? ¿la cultura popular? Lo que se vive diariamente. Porque la cultura no es solo el teatro, la dramaturgia, o el Teatro Municipal, también se da en los espacios locales, generando identidades. Y ahí es donde el mundo del arte ha dicho justamente que no tienen ministra.
–Tal como mencionaste, recientemente se produjo una polémica al respecto: el ministerio de las Culturas ayudó al “Espacio Aninat”, cuya dueña es Isabel Aninat, suegra del diputado Luciano Cruz Coke (Evópoli), con un monto de $ 18 mil millones. También destinaron fondos a “Patricia Ready Galería”, de Patricia Ready, casada con el empresario Juan Carlos Yarur, a quienes entregaron 100 millones de pesos. Ambos lugares están en el barrio alto ¿tú qué opinas al respecto? ¿qué herramientas en concreto tienes como senadora para ayudar a corregir este tipo de situaciones?
Creo que una de las cosas más perversas que hay es la focalización de los proyectos de arte, en realidad para todo. Debiésemos lograr avanzar que el presupuesto sea más amplio, pero también llegar a lugares recónditos. Tenemos comunas en la Región Metropolitana que no tienen ni un solo teatro, y el teatro no solo sirve para hacer teatro, sirve para encuentro ciudadano. Están todos concentrados en las comunas céntricas, La Pintana tiene un teatro muy pequeño ¿Pedro Aguirre Cerda tiene? Entonces, el proceso de asignación de recursos es también un proceso de descentralización de las artes.
Nosotros decíamos que una plaza, un área verde, no debe estar a más de 400 metros de la puerta de una casa, del mismo modo un centro cultural no puede quedar a más de 500 metros, porque todas las familias tienen derecho al esparcimiento cultural, el derecho al tiempo, incluso a divertirnos. Y hay que entender el entretenimiento no solo como reírse, sino irse nutriendo como seres humanos. Ahí pondría nuevas glosas, nuevos ítems de valoración, que sean proyectos no solo anuales, sino empezar a generar líneas programáticas, programas estables de desarrollos culturales, con perspectiva de género y de protección del medio ambiente. Están muy ligados. Enseñar y proteger la protección del medio ambiente también es parte del trabajo de las culturas, las artes y el patrimonio. Por ejemplo, cómo hacemos que un teatro o los centros culturales disminuyan sus huellas de carbono. Y eso genera empleo, cambiando matrices productivas, lógicas de intercambio, por ejemplo, no utilizando vasos de plástico dentro de los centros culturales.
Esto es la apertura de un debate mucho más amplio. Implementar política de inclusión, de género, personas mayores ¿por qué a las personas mayores no se le incluye como parte de los proyectos de las artes, culturas y patrimonio? Y solo se toman como si fueran espacios folclóricos. Qué pasa con la inclusión, con las personas con discapacidad, por ejemplo.
–¿Pero cómo evitas el nepotismo? Porque en la práctica, un Cruz-Coque y un Yarur siempre estarán primeros en la lista de espera.
Uno, es que se prohíba la entrega de recursos a personas que estén relacionadas tanto directa como indirectamente a gente que esté ejerciendo cargos públicos. No solo a la persona natural, sino a personalidades jurídicas. Y eso no es algo que se esté inventando hoy en Chile. La política de conflictos de interés, tú la ves en países como Dinamarca, donde en la revisión de proyectos el conflicto de interés no es solo con la persona natural. Si la persona jurídica está vinculada, en primero, segundo o tercer grado, con una persona que esté dentro de los cargos la administración pública, ese proyecto queda fuera. Y eso significa cambiar normativas también en las licitaciones públicas. Porque aquí en Chile, incluso tributariamente seguimos mirando distinto el conflicto de interés entre personas naturales y personas jurídicas, cuando están relacionadas.
Pero también agregaría que la prioridad sean centros comunitarios. Que tengan proyección directa en la comunidad que esté más segregada. Que sea no solo un proyecto bien presentado, tenemos que cambiar la matriz, y que sean proyectos con mayor beneficio, que lleguen a más población, a la más alejada. Porque si vamos a financiar un proyecto en el Museo de la Moda, en Vitacura, va gente ¿pero quiénes van? Eso debiera tener una ponderación mayor que estar llegando siempre al mismo público objetivo.
KARINA OLIVA CON PRINCESA LEIA EN EL CORAZÓN
–Hemos visto que a ti te encantan los simbolismos, ¿qué te gustaría hacer en el congreso si sales elegida? ¿algún minuto de silencio por los muertos en el estallido social, quizás? ¿algún homenaje a Julieta Kirkwood con la bancada feminista, por ejemplo?
Wow, no lo he pensado tanto. Me gustaría hacer muchas cosas. Yo creo que uno de los temas que más nos marcan es el tema de lo legal y lo clandestino. Y cómo el senado ha sido un lugar que ha potenciado todo lo clandestino, sobre todo en materia de autodeterminación de las mujeres en materia de aborto. Trataría de irme por ese simbolismo. Pero no le he dado vuelta, o llegaría con un letrero que diga El despertar de la fuerza o Una nueva esperanza, jaja. Iría por ahí.
–¿Dónde debe estar el congreso? ¿en Valparaíso o en Santiago?
Creo que es súper complejo. Hoy, sería ideal que estuviera en Santiago. Yo no conozco otro país en el mundo que el congreso esté separado de la casa de gobierno. Es más, en las grandes ciudades se miran los dos poderes, ejecutivo y legislativo. Pinochet lo que hizo fue separar el legislativo de La Moneda, dejando el congreso en Valparaíso.
El congreso de Buenos Aires se mira directamente con la Casa Rosada; el Capitulo y la Casa Blanca también en Estados Unidos; incluso en España el congreso también está cercano del poder ejecutivo, porque son lugares que tiene que convivir y conversar. En Chile, por suerte Pinochet no lo mandó a Magallanes. Evidentemente que sería mejor que el congreso dialogara mucho más con la casa de gobierno.
Sin embargo, creo que es súper complejo llegar y cambiar. Yo soy defensora y acatadora de manera directa de todo lo que la Convención Constituyente apruebe, y que también lo que la ciudadanía en el plebiscito de cierre acepte. Por tanto, si la ciudadanía decide que el congreso se tiene que venir a Santiago, yo feliz. Si nos dice que se tiene que quedar en Valparaíso, bueno, seguiremos trabajando en Valparaíso. Pero también tiene un impacto en el empleo. Hay mucha gente de la región de Valparaíso que trabaja en ese lugar, por lo que también generaría un impacto en la comunidad. Pero en realidad debiese estar en Santiago.
–Sobre Plaza Dignidad. ¿Qué hay que hacer con esa plaza? ¿y particularmente con el polémico monumento a Baquedano?
Esto yo lo dije mucho, era uno de mis proyectos más importantes para el gobierno regional: la resignificación del lugar. Nosotros queríamos hacer una explanada para generar un centro cívico ciudadano y democrático, donde sea un lugar de encuentro, como lo es el Centro cultural Palacio La Moneda. Es indiscutible que hoy la plaza es un lugar histórico, no solo por las celebraciones de las dos copas américa, de los campeonato de futbol, o incluso por momentos tan importantes como el Apruebo, etc. Para mí, es un lugar que marca un momento de inflexión del Chile del siglo XXI. Por tanto también es un lugar de memoria. Nosotros queríamos desarrollar ahí un centro memorial, por las víctimas del estallido, aquellos que fueron mutilados o mutiladas, que han sido agredidas y violentadas por sus derechos humanos, pero también aquellos que se sienten parte de un momento histórico.
Pero al mismo tiempo queríamos construir un centro donde se puedan generar grandes convenciones, de encuentro para discutir ¿te has fijado que todos los grandes centros de convenciones están en Vitacura? Sería bonito tener un centro de convenciones donde la gente se pueda reunir a dialogar, a evaluar, así como lo iba a ser el GAM cuando se empezó a construir. Por tanto, yo me la jugaría por un lugar de esa índole, más que ser un centro de batalla.
–Pero en términos más prácticos, actualmente tenemos un pedestal vacío ahí ¿tú qué harías con eso?
Lo sacaría. Hoy no es representativo de la comunidad de la Región Metropolitana. No sé a quién representa. No quiero decir que el general Baquedano no represente para muchas personas algo tremendamente significativo, sobre todo para el mundo de las Fuerzas Armadas. Me refiero a que hoy no es un ícono que identifique al pueblo de Chile. ¿Que representa algo importante para las Fuerzas Armadas? Por cierto. Pero que esté en la Escuela Militar, donde están las cosas de las Fuerzas Armadas. Y que en el espacio civil, estén las cosas donde la ciudadanía sí se identifica.
–Esta misma pregunta ya te la había hecho en una entrevista anterior, y tú dijiste que mantendrías a Baquedano, pero resignificándolo con miras a hacerlo parte de este lugar de memoria. ¿Por qué cambiaste de opinión?
Es que, si tú te fijas no es tan distinta la respuesta. Yo sacaría a Baquedano. Y hoy día, dialogando con la ciudadanía, tú te das cuenta que la gente no se siente identificada con esa figura, con estandartes tan grandilocuentes. Más bien quieren lugares donde se sienta protagonista la gente. Yo creo que eso es un cambio de época importante. Y el monumento a Baquedano, yo no digo que lo fundan y lo desaparezcan, digo que es mejor que esté en la Escuela Militar. ¿Para qué generar una ruptura cuando la gente más bien quiere tomarse el espacio y resignificarlo?
Creo que lo importante es cómo lo construimos para que sea un lugar de encuentro, no de tensión ni de crispación. La gente más bien quiere encontrarse ahí, no dividirse. Entonces, ¿para qué generar un gallito desde la institucionalidad contra la ciudadanía? Eso es innecesario. Hasta Maquiavelo dice ¿para qué? ¿qué quiere la institucionalidad, mostrar que tiene más fuerza? Para qué, si la gente sabe que tienen las armas. Mejor construir un lugar donde la gente sienta que pertenece.
–¿Por qué tu interés por la Princesa Leia?
Hace tiempo hice un curso cuando estaba en la universidad, cuando estaba estudiando ciencia política. Era un electivo sobre cine. Nos hicieron hacer un trabajo sobre alguna película, y ahí me puse a ver Star Wars y le puse una mirada mucho más politológica al tema. Y ahí me encantó la princesa Leia, porque es un personaje que reconoce sus dos mundos: el lado oscuro de la fuerza y el lado bueno. Y ella toma posición y decide caminar por uno, ya que es hija tanto de Darth Vader como de la Princesa Amidala. Creo que ahí la princesa se reconoce como un sujeto político, fue una de las cosas que me marcó de su personaje, más que ser princesa. Porque ella nunca ejerce un rol político como princesa, sino de ir tomando decisiones.
Ella toma la decisión de no estar del lado oscuro, lo mismo hace Luke, por cierto. Pero al mismo tiempo tiene la capacidad como personaje de construir una épica, donde no necesariamente es la protagonista. Incluso en las últimas, las de Disney, ella no es la protagonista, pero es un personaje ineludible de la saga. Por tanto, también tiene la capacidad para estar tanto en la primera como en la segunda línea, y construir igual. Creo que esos personajes encarnados por mujeres son muy relevantes, porque tienen capacidad de conducción, de liderazgo, y de proponer. Y creo que la princesa Leia explica emotivamente lo que son los distintos roles políticos. Sobre todo cuando la política está tan mirada como si fuera un manual o exclusivamente racionalidad, cuando la política también es esencialmente emocional.
–Cuéntame de tu interés por Star Wars ¿cuál es tu película favorita de la saga? ¿te falta ver alguna serie o película?
Las vi todas. Y ya después de la campaña pude ver El Mandaloriano, me la vi en dos días, completa. Creo que El Despertar de la Fuerza es una de mis favoritas, porque muestra que, algo que acuñamos mucho en la campaña, en la segunda vuelta, que lo imposible se puede volver inevitable. Cuando tú construyes con mayoría y tienes todo en contra, se puede. El Despertar de la Fuerza muestra que eso que todos dicen que no puede ser, puede ser. Y porque lo construiste, no porque se da porque sí.
–¿Coleccionas figuras de acción? ¿has ido a alguna premiere de la saga o algún evento relacionado?
He ido a las premiere. Cuando grande me empezó a gustar la Guerra de las Galaxias, más que de niña. Para mis papás era mucha ciencia ficción, mi mamá es buena para ver cine francés, la veía como muy comercial Star Wars, pero posteriormente cuando estaba en la U las vi completas. He ido a varias premiere, también tengo figuras coleccionables, de la princesa Leia, incluso con mi hija tenemos varios funko pop, tenemos a Chewbaca, la máscara de Darth Vader, a Obi Wan, tengo el libro completo de los personajes, cosas raras que uno se compra jaja.
–Karina Oliva es la princesa Leia, pero ¿quién sería Darth Vader en toda esta historia?
Mmm… pucha, yo creo que uno de los Darth Vader que tiene Chile es como Chadwick, alguien muy oscuro, Piñera no lo veo tan hábil. Darth Vader tenía mucha rabia, pero también era un personaje muy inteligente, y bien frustrado.
–Piñera sería un Jar Jar Bincks entonces jaja
Claro, algo así, y Sichel es como el General Hux, que es un personaje títere, y al final es un espía de los rebeldes en la Primera Orden.
¿Hay algún dato freak que debamos saber de ti? ¿eres pariente de algún famoso, tienes 6 dedos en uno de tus pies, por ejemplo?
No soy pariente de ningún famoso, pero me gusta mucho la mecánica automotriz. Fui mecánica, me dediqué a la mecánica 3 años. Siempre me gustó. Es más, estuve a punto de dejar de estudiar ciencia política para estudiar ingeniería automotriz. Siempre estoy mirando autos, me fijo en los ruidos que tiene. Tuve un taller mecánico, mi abuelo era mecánico, entonces siempre estuve metida entre tuercas, y a los 19 años monté mi taller mecánico.
APRENDIZAJES Y CRECIMIENTO
¿Hay alguna autocrítica que hagas de tu campaña a la gobernación regional, con miras a la segunda vuelta? ¿alguna lección, en concreto, que estés aplicando en esta nueva campaña?
Uff, varias. O sea, creo que crecí mucho políticamente. Y para crecer, significa reconocer que también me equivoqué. Hay muchas lecciones que voy sacando. Primero, no ser tan acelerada. Tomar las cosas con más calma, mirar con más pausa, tomarme un segundo para respirar y pensar. Es preferible perder dos segundos que estar respondiendo tres horas por algún error. Segundo, siempre estar cuidando la interna de tu coalición. Creo que fue uno de los grandes temas, yo diciendo “tenemos que ganar” miraba solo hacia adelante, queriendo llamar a todo ese mundo, no lo miraba colectivamente con toda mi coalición, no en términos políticos. Y eso es muy importante para mí. Y la otra, es no estar tanto respondiendo a lo que te recrimina la prensa por tu contendor. Si la gente quería saber lo que Claudio Orrego opinara de mí, que le preguntaran a él. No tenía por qué estar respondiendo a cada cosa que él opinara de mí. No caer en esa disputa pequeña, si uno está pensando en algo más grande.
–¿Te arrepientes de la entrevista con Naya Fácil? ¿volverías a hacer un live con ella?
No me arrepiento de mi entrevista con Naya Fácil, porque primero, no la hice en segunda vuelta, fue en primera. Creo que mejoraría cómo la abordo. A mí me parece injusto que se la mire a ella como una responsable de que yo haya perdido. Yo creo que ella merece el diálogo y la dignidad como cualquier persona. Debí prepararla mejor en cuanto a cómo intervenir, cómo abordarla, más que tenerla o no tenerla. El tema es cómo uno hace la entrevista, el problema no era Naya en particular. Y también, yo tenía que tener clara que esta entrevista podían sacarla en segunda vuelta, porque esto lo hice en marzo, antes que se aplazaran las elecciones, y se tomó como si la entrevista yo la hubiese hecho en mayo.
–Recientemente el proyecto de aborto fue rechazado en el congreso, con votos de la derecha y la DC. Al respecto, la diputada Joanna Pérez, argumentó: “El proyecto de ley que hoy nos toca votar no es un proyecto que regule un aborto legal, seguro y gratuito, muy por el contrario, genera vacíos que pueden perjudicar a las mujeres y acrecentar las brechas entre la salud pública y privada en lugar de entregar igualdad de condiciones (…) en este sentido siempre he defendido la vida desde su concepción, por esto no puedo votar a favor”.
–Mi pregunta es la siguiente: Supongamos que te toque un congreso similar al actual, tendrás que negociar con la Democracia Cristiana para sacar adelante este proyecto. ¿Cómo los convences? ¿qué negociaciones tiene que haber ahí?
Creo que uno de los grandes problemas de la discusión del aborto es que se instala como “quienes están a favor es porque van a cambiar sus principios y sus valores”, yo no comparto esa idea. Yo no quiero que nadie de la Democracia Cristiana, ningún cristiano, ni musulmán, ni judío, ni nadie cambie su posición valórica. Eso es una decisión personal. Creo que sería una falta de respeto pedirle a alguien que deje de pensar como piense.
Creo que uno de los argumentos que nosotros hemos trabajado mucho, y esto no es solo una discusión chilena, sino que a nivel mundial y muy latinoamericana, es que tenemos dos discusiones: una, logramos que el aborto sea legal, o vamos a mantener que el aborto sea clandestino. Porque el proyecto de ley es imposible que genere más brechas de las que ya hay. En Chile se generan más de 150 mil abortos clandestinos al año, con un mercado negro de misoprostol. Si una mujer, tiene una hemorragia y llega a hospitalización, la atención no va a ser la misma si llega a la hospitalización pública o la privada. En la primera, lo más probable es que la denuncien, y en la segunda no. Es decir, ya hay una brecha segregadora.
Por tanto, nuestro argumento es convencer que nadie cambie su posición valórica sobre la concepción de la vida, porque no estamos hablando de eso, solo estamos definiendo si es legal o clandestino. No tenemos clandestinidad en la venta de alcoholes o de dólares ¿por qué la tenemos en el aborto, que genera un mercado negro? El misoprostol se vende por internet en 150-200 mil pesos ¿quién puede pagar un aborto seguro? ¿y quién te asegura que el medicamento que estas comprando es misoprostol? Queremos acabar con eso, que no sea clandestino.
–Pero la mayoría de esto argumentos ya se escucharon en la comisión, e igualmente se rechazó el proyecto.
Porque hay algunos que siguen primando eso. Lo que tenemos que cambiar es cómo la ciudadanía se hace partícipe de esa discusión. No puede ser que tengamos discusiones disonantes. Que yo le diga “mantén tu credo” y su respuesta no oyente sea “es que yo creo en la vida desde la fecundación” porque yo no estoy cuestionando eso. Y me parece irresponsable, una falta de respeto, cuestionarle el credo a una diputada, o a cualquier persona. Tampoco nadie va a salir corriendo a abortar. Lo que queremos es hacernos cargo de un conflicto que tenemos. Si quieren seguir respondiendo con esa lógica, es porque no están entendiendo lo que queremos plantear. Y ahí es la ciudadanía la que tiene que tomar una decisión en las elecciones que vienen al parlamento.
Necesitamos una conversación más que de fuego cruzado, más que de decir “yo creo en la vida desde que nace, que el cigoto…” ¿para qué vamos a dar esa discusión si no nos vamos a poner de acuerdo? Discutamos razones de Estado. Y yo siento que aquí lo que ha ocurrido es que hay gente que no quiere dar discusión de Estado, sino discusión de Iglesia. Y nosotros no estamos para eso, tenemos que dar discusión de Estado.