Una anécdota de la famosa visita de Fidel Castro a Chile en 1971, cuenta que, en una de las concentraciones, el líder cubano fue recibido por una avalancha de asistentes con banderas cubanas y soviéticas. Fidel, consciente de que estaba visitando Chile y no La Habana, pidió que le trajeran una banderita chilena para complementar. Pero nadie en toda la concentración traía una sola bandera chilena.
Curioso y bastante elocuente también. Este episodio nos da algunas pistas para entender por qué la bandera chilena súbitamente se convirtió en símbolo de la ultraderecha. Pero quizás haya que remontarse aún más atrás para entenderlo: en 1891, cuando la guerra civil ya había sido perdida por Balmaceda, se iniciaron el 29 de agosto los saqueos a las propiedades de los balmacedistas en Santiago y Valparaíso. Durante esa jornada, los congresistas, opositores al recién caído gobierno, colgaron una bandera chilena en sus viviendas para celebrar y evitar los saqueos. Para salir a la calle, en tanto, un símbolo para reconocer a los parlamentaristas, era usar un pañuelo rojo.
No es un fenómeno nuevo ni exclusivo de Chile. En todos los países los sectores más conservadores, nacionalistas o chovinistas se enfundan con los colores de la bandera nacional. En Chile, vimos este fenómeno para la dictadura de Pinochet y ahora nuevamente a partir de las marchas y la campaña del Rechazo.
Y no ha parado, persiste esta práctica en distintas cuentas (reales y bots) de redes sociales, e incluso en las campañas de candidatos a constituyentes de extrema derecha. Siempre resaltando la bandera chilena, es su sello de identificación. Y no obstante, no se trata de la bandera de un partido o movimiento político en particular, sino de la bandera de todos los chilenos. En vez de inventar su propia bandera, usan una que es, en teoría, de todo el mundo.
De ahí que no está de más hacerse la pregunta: ¿Por qué los “patriotas” tienen un fetiche con la bandera nacional? Y aún más, ¿por qué los ultraderechistas se autodenominan “patriotas”?
Distinto es en la vereda opuesta. Ya en la histórica marcha del 25 de octubre de 2019, aunque se veían varias banderas chilenas, la más popular era por lejos la Wenüfoye o bandera mapuche. La icónica foto del hombre ondeándola en la cima del monumento a Baquedano da cuenta de ello.
Desde la visita de Fidel, que se mantienen los mismos patrones. El hombre de izquierda, o progresista, busca lo nuevo, el cambio, la renovación y lo novedoso. Hacer las cosas de una manera distinta y mejor, para así construir una sociedad mejor. De ahí que siempre traiga ideas de afuera o busque refrescar las tradiciones y estructuras nacionales. No solo con nuevos símbolos.
Pero el hombre de derecha, o conservador, todo lo contrario. Es conservador justamente porque quiere conservar. Cree que el sistema está bien tal como está. Ya sea porque le gusta, porque le conviene, o porque genuinamente cree que la alternativa (cualquier alternativa para los más ultras) es una amenaza que no hará más que empeorar las cosas. De ahí que se apegue a lo clásico, a las tradiciones más arraigadas, siendo la bandera nacional el símbolo por antonomasia de la patria.
Ellos son apolíticos, dicen. Por tanto más genuinos. Los mueve el “sentido común” (como prácticamente carecen de ideología o de cualquier programa de gobierno coherente, dicen que los mueva la pura lógica, cual señor Spock, y el más sincero amor a la patria; a los otros, en cambio, los mueven intereses foráneos o son manipulados por “los señores políticos” (frase acuñada por Pinochet para demonizar la política. Y de paso también el diálogo y la democracia) que solo quieren repartirse el país. Porque el hombre de derecha no es político, claro. Es solo un patriota. Alguien que defiende y cree en la patria, no defiende a ningún partido. Dentro de su lógica binaria, el país se divide en dos grupos: patriotas y comunistas. Los que únicamente ondean banderas cubanas o soviéticas y no conocen la chilena.
¿Pero qué es la patria? La patria es eso por lo que luchaban los patriotas originales en 1810, eso que defendían de los españoles (realistas), que no era un país todavía, menos una nación. La patria es la tierra de uno, la tierra donde se nace. La cordillera, el mar, el cóndor, etc. Patria no es lo mismo que nación. Por eso la gran mayoría de los “rechazistas” no son nacionalistas, por más que así se identifiquen. Y es que si lo fueran, les importaría rescatar la industria nacional, no priorizar el neoliberalismo. Les importaría mejorar la educación, las pensiones, la salud… en suma, les importaría la gente, no sólo la tierra. Una Nación es Pueblo y Patria.
Pero estos “patriotas” solamente quieren ver la cordillera y el campo, ojalá sin gente en medio. Esto es una cosa muy chilena: a los chilenos les encanta Chile, pero detestan a los chilenos. De ahí que toda la publicidad con que Chile se promociona afuera siempre haga gala de sus espectaculares paisajes, que son siempre lugares vacíos. Es una actitud muy propia de patrón de fundo. Ese latifundista que cabalga hasta el otro extremo de su fundo, mira hacia atrás, altivo desde su caballo, y dice “así que todo esto es mío”: el campo, un riachuelo que lo cruza, y la cordillera de fondo. ¡Quién no ama la tierra donde creció cuando esa tierra le pertenece y no la comparte con nadie! Y si entremedio de su bucólica escena se mete un afuerino, por la razón que sea, el patrón saca su escopeta y lo despacha. Si alguien pregunta, era un terrorista.
La versión más ridícula de esto lo vimos hace poco con Matías Pérez, un millonario prepotente y egoísta (y pinochetista, por cierto), que se creía dueño de todo un lago, y echó a patadas a un par de monjas que se sentaron en la playa, un bien supuestamente de uso público. Chile no es un país, Chile es un fundo. ¡Pero nuestro fundo! Dirían los Huasos Quincheros, íconos de la chilenidad pinochetista y grandes promotores de esta chilenidad y amor irracional a la bandera.
Ese es un discurso diseñado por y para una minoría privilegiada. No obstante, también hay muchos peones y huasos que les hace sentido. Ya sea porque confunden la caridad del patrón con justicia social, o porque quieren ser como ellos, sueñan con estar en su lugar, y qué mejor que copiar lo que ellos piensan. Por supuesto que también hay mucha gente, de clase media y baja, que llega a hacer barra a este equipo por muchísimas otras razones. Muchos porque están espantados por la violencia, la delincuencia o la inmigración, han abrazado la causa “patriota”, y su meta de “recuperar Chile”. Ojo con esa palabra, que se ha escuchado mucho en distintas campañas últimamente: recuperar. ¿Pero recuperar de quién? ¿y para quién? ¿de la Primera Línea, de los comunistas, de los inmigrantes ilegales? Y una vez recuperado el inmenso botín que es la patria ¿a quién devolvérselo? ¿a la ciudadanía, al pueblo… o a los patrones de siempre? ¡qué importa! Es de patriotas luchar por recuperar Chile, no hacer tantas preguntas.
¿Pero qué es un patriota? ¿por qué autodenominarse “patriota” en todo caso? Antes todos nos autodenominábamos patriotas para el 18 de septiembre, ahora la palabra está tristemente politizada ¿qué significa, en estos tiempos, ser “patriota”?
Históricamente, la derecha nació porque apareció la izquierda. Una no existe sin la otra. La izquierda nació con la Revolución Francesa, y la más contemporánea nació con la Revolución Rusa. Fue en función de esta última que tomó forma la derecha chilena, siempre reactiva y poco proactiva. Si algo une a todas las derechas habidas y por haber de este país (desde José Antonio a Felipe Kast) es eso: el anticomunismo.
En suma, la izquierda suele estar ligada a ideas y organizaciones internacionales: si no es la Internacional Comunista, es la ONU. Es progresista, lo que significa que es anticonservadora, lucha contra los prejuicios e instituciones más arcaicas e injustificables en el mundo actual, sea el latifundio o la homofobia. Busca construir puentes con el resto del mundo y borrar fronteras. Lo que implica hacer que el país se adapte, necesariamente, a una agenda internacional.
Todas estas ideas –marxismo, feminismo, progresismo, etc.- son traídas de afuera, dicen los “patriotas”. No tienen nada que ver con nosotros y nuestra identidad. He ahí la importancia de su nombre: defienden a la patria más primigenia. Esa que nació con la Independencia. Cuando Chile era un inmenso fundo, católico, huaso, respetuoso de sus patrones y apegado a sus tradiciones. El matrimonio tiene que ser entre un hombre y una mujer ¿por qué? Porque siempre ha sido así. La riqueza tiene que estar concentrada en unas pocas manos ¿por qué? Porque siempre ha sido así. Así es la Patria, no más. Todo lo demás, son inventos comunistas. De marxistas vende-patrias que odian este país y buscan destruir sus cimientos para apoderarse de nuestros bienes y entregárselos al gobierno mundial de la ONU y de George Soros.
Son como “los patriotas” de 1810 que luchaban contra el imperio español. Un imperio extranjero, que, efectivamente se había apoderado de la patria, y había que recuperarla de sus garras. Claro que esos eran patriotas revolucionarios, ¿significa que los patriotas de ahora también lo son? Contrarrevolucionarios quizás, no olvidemos que ahora salen a marchar con la banderita del imperio español… si O’Higgins y Carrera estuviesen con vida, hasta ellos se reirían de estos seudo-patriotas.