Hace algunos años, conocimos a la actriz chilena, Belén Herrera, gracias a su aplaudida, conmovedora y bella interpretación de Helga en la serie de TVN producida por Andrés Wood, “Ramona”, de la cual hablamos en extenso en La Máquina. Asimismo, en esta producción nacional compartió planos con Paola Lattus y Giannina Fruttero, dos de las artistas más destacadas de los últimos años en la actuación.
Actualmente, Belén Herrera se encuentra enfocada en su escritura creativa y reestrenó recientemente en internet su obra titulada “La reina del perreo”. Asimismo, tal como mencionó la actriz en una entrevista a través de Instagram Live de este medio, se encuentra en búsqueda de nuevos proyectos ligados al teatro, por sobre otras plataformas.
De igual manera, Belén Herrera ha estado desde el comienzo muy cercana al feminismo, la dramaturgia, las percepciones del arte, el cine y el teatro, sobre todo en Chile, estando constantemente en la palestra artística por lo mismo. De eso y mucho más dialogó Belén Herrera con La Máquina.
N.E.: Esta entrevista con Belén Herrera se realizó de manera remota, debido a las precauciones dictadas para evitar la propagación del coronavirus covid-19.
Belén, cuéntanos: ¿Cómo nace el proyecto “La reina del perreo”? ¿Cuáles son tus intenciones comunicacionales detrás de este proyecto?
Emergió el año 2017, lo escribí en el marco de un festival llamado “Festival de dramaturgia y puesta en escena Víctor Jara”, que organizan los estudiantes del departamento de Teatro de la Chile. Es súper importante que en la escuela y a nivel teatral de este festival han emergido grandes dramaturgues y compañías, que hasta el día de hoy tienen una carrera notable, como Manuela Infante, Catalina Osorio, creo que también Chato Moreno… y así varies. Al saber de ese festival me motivé a escribir, es el primer texto que me atrevo a escribir y está basado en un asesinato. Específicamente, en el caso de Lissette Villa, una niña que fue asesinada en las dependencias del Servicio Nacional de Menores; lo escribí en el 2017 y lo que hicimos ahora fue una relectura de esta ficción que escribí, basada en el caso. De ella se desprenden tres personajes, que son los que abordamos en esta experiencia virtual, el personaje inspirado en Lissette, Romy (inspirado en su hermana mayor) y “la diabla”. Todas inmersas en el universo del reguetón y en lo que es vivir en la periferia (por periferia me refiero a comunas vulnerables dentro de la región Metropolitana, como Quilicura, Conchalí, La Pintana, etc).
Junto a Florencia Cuadros e Ignacia Uribe también estamos trabajando en otro proyecto que se llama “Simulacro de mi muerte” y con ellas armamos el grupo “La histeria colectiva” (@lahisteriacolectiva), porque estábamos investigando temas súper similares: feminicidios, espectacularización de los feminicidios, etc.
Asimismo, Belén Herrera, quien posee un origen en las comunas más complejas de la capital chilena, afirma: “Estoy explorando un universo de temas para este nuevo proyecto, que son los que me conmueven, que tienen que ver con mi lugar de origen (Conchalí), como esta infancia en la periferia, particularmente ahora investigamos el caso de Fernanda Maciel, que fue mi compañera del colegio y de nuevo me conecto con cómo los medios de comunicación tratan un caso que tiene factores en común: violencia de género que se enmarca en un determinado territorio”.
Y a propósito del título de tu obra, ¿qué opinas de la relación entre feminismo y reguetón? Es muy polémica.
Es muy polémica. A mí me encanta, es que ocurre lo mismo. No puedes desmarcar el reguetón de un determinado territorio, no se puede hablar sin entender el lugar desde el que emerge el reguetón, no se puede ver solo con los lentes morados sin mirar el contexto y el lugar, el barrio fino en Puerto Rico o acá en Chile, todo el universo de música urbana surge de las periferias. No le puedo pedir a esos cabros que hablen de feminismo, es iluso pedirle a esos lugares hablar de feminismo cuando allá todavía no tiene cabida. Eso no quita que hayan cabras haciendo el aguante, como Ivy Queen (“Yo quiero bailar”), que lo ha hecho toda la vida, desde los 90’s posicionándose en un género realmente machista y misógino.
Pero yo, personalmente, no puedo criticarlo desde el academicismo con el que a veces se plantea el feminismo sin tener en cuenta el contexto; desde ahí yo me lo vacilo y me lo banco porque es parte de mi historia: soy flaite, hoy en día yo me asumo. Me constituye, en mi identidad, el reguetón… lo escuchaba en el colegio, no puedo criticarlo desde una teoría de género tan academicista. No se puede negar que a la gente le gusta y les conmueve, la mujer que es “la reina del perreo” es alguien que vibra con el género, la hace reír y la hace llorar. Y habla de muchas cosas, el reguetón te muestra una cartografía de un determinado territorio donde hay balazos, narcotráfico, competencia por las armas. Podemos discutir sobre si esto es positivo o negativo, pero de que existe… existe, y el reguetón lo muestra, en su crudeza (es cosa de mirar los videoclips de los 90, son cosas que aún se viven).
¿Crees que podrá volver a repetirse la instancia, de compartir y releer este texto?
Sí, todo el rato. De hecho, ahora estamos postulando a un ciclo de proyecciones virtuales por Teatro Sidarte, así que esperamos volver a compartirlo… si eso no sale, yo creo que igual lo volveremos a subir, la idea es que la gente lo vea.
Como mencionas esto tan marcado, ¿cómo una niña de la periferia llega a la televisión? A esta tremenda serie que fue “Ramona”.
De pura dura, de insistente, pero a medias, porque estoy ligada al arte desde chica. Mi mamá la peleó harto y me metió a todo taller que hizo la Municipalidad de Conchalí, de danza, de ballet, del arte. Yo siempre lo digo, el arte me salvó la vida, yo podría haber sido Fernanda Maciel. No puedo dejar de analizarlo desde mi territorio. Es que no es normal que una “pendeja flaite” de un lugar pobre tenga un lugar en la televisión, lo obtuve porque en el casting buscaban “niñas pobres” y yo calcé con un perfil. En Facebook, en Mattus Actores, vi el anuncio: “Se buscan actrices que se vean menores de edad, morenas, etc”. Estaba en primero de la U y justo calzó un casting con mis características […] Guillermo Calderón tuvo una sensibilidad increíble para representar la pobreza sin romantizarla, pero mostrándola siempre desde un lugar súper digno, para mí fue una experiencia muy hermosa.
Es muy bella y muy conmovedora la serie, es lamentable que la hayamos perdido…
La perdimos. A mí ya me da lo mismo decirlo, pero yo creo que la excusa de TVN era que no querían ver gente pobre en la tele. ¿Me estás webeando (sic)? La mitad de tu país es parte de esa historia. Odio caer en las comparaciones, pero “Ramona” no tuvo publicidad ni en Facebook. Así que yo entro a desconfiar nomás, parece que esto no le sirve al poder.
Hablando de tu rol de escritora, ¿siempre estuvo tu inquietud por escribir? ¿Cómo nace este rol?
Mi rol de escritora… ya en el último tiempo lo estoy asumiendo. Entré ahora a estudiar un diplomado de dramaturgia, de lleno a formalizar. Igual es cliché, pero me doy cuenta de que siempre he estado escribiendo o mandando y dirigiendo a los demás. Por ejemplo, siempre he escrito diarios de vida, ahora se trasladaron del papel al Drive, pero desde chica fue tema: me leyeron mis diarios de vida, fueron polémicos, las cosas que pensaba [risas]… parecía una niña piola, pero ahí mi familia veía mi doble vida. Mis papás se acuerdan de que en el colegio lograba que mis compañeros actuaran de mapuche, de homosexual, etc. Luego llegó a la escuela de teatro y me conquista la dramaturgia, me doy cuenta de que siempre he estado escribiendo.
Me conquista una obra en particular, “Las niñas araña” de Luis Barrales… y fue como “oh, guau, quiero escribir así”. De hecho “La reina del perreo” está muy inspirada en esa obra, en escribir de un territorio y de ese paso de víctima a sobreviviente. Personajes que sufren pero que sobreviven a su manera y se las arreglan con mucha dignidad, que es lo que a mí me importa… salir de ese espacio de la victimización en el que suelen caer las historias que tienen que ver con vulnerabilidad, desde violencia de género o violencia estructural.
Belén Herrera resalta: “También leer mujeres me ha ayudado. Tomé un taller de escritura de cuentos con Arelis Uribe y fue muy inspirador conocer y leer a muchas mujeres. Leer a Nona Fernández que viene del universo del teatro y de la narrativa… uff, creo que estoy alucinando con esto, mi carrera paralela va por ahí, en la escritura”.
Solo dramaturgia, ¿o te gustaría escribir guiones?
Sí, me gustaría. Quisiera seguir estudiando, diplomados, másters, lo que venga. Me gusta también la narrativa, la ficción, la autoficción me encanta, las novelas, todo. Mi sueño es escribir un libro, ¿de qué? No sé, quiza de experiencias porque eso me gusta escribir. Pero sí, saltaría al guion o la novela “cagá de la risa”(sic).
Y otros aspectos quizá más técnicos, ¿te gustaría?
Lo mío va en la escritura y la dirección teatral. Sería maravilloso dirigir, por ejemplo, ver a Guillermo Calderón dirigir en “Ramona” era maravilloso, pero en el cine… uf, es algo muy distinto, me da cuco. Es que si no tienes plata, lo pasas mal, porque para hacer producciones grandes es una cantidad de plata que yo creo que no alcanzo a dimensionar. En cambio, en el teatro, igual puedes levantar algo sola… un palo y el aguante de tus compañeros. Pero una película, no, necesitas un equipo gigante. Una obra de teatro la puedes levantar con diez personas, pero una película necesita iluminadores, vestuaristas, arte, actuación… lo otro es tú hacer todos esos roles y te vuelves loca.
Conversando con tus colegas, nos dimos cuenta de que hay mucho conflicto con el término de “industria”. ¿Tú qué opinas, hay industria cinematográfica en Chile?
No hay industria si solo hay dos magnates. Para mí esos son Wood Producciones y Fábula. No hay industria si el resto solo son productoras haciendo el aguante que funcionan a puro fondo concursable. Incluso, saliéndose del cine… hasta en las teleseries de los canales nacionales pasa, ya no hay áreas dramáticas. No he profundizado mucho en el tema, pero es cosa de ver los castings que emergen, es o Wood o Fábula o una productora independiente haciendo el aguante (muy talentoses, por cierto).
¿Como ve Belén Herrera los espacios para escribir en Chile? ¿Sientes que están los espacios?
Difícil la pregunta, porque igual hay harto espacio para la dramaturgia… pero una vez que uno se decide a buscarlo, lo encuentras. Por ejemplo, está la Muestra Nacional de Dramaturgia, con tutoriales en YouTube; está Balmaceda Arte Joven que siempre ofrece talleres gratuitos; hay lecturas dramatizadas por lo general en el Centro Cultural Gabriela Mistral; hay festivales hasta de dramaturgia de mujeres, como el Festival Lápiz de Mina (…) La pandemia igual ha democratizado el acceso a estos talleres de manera online y así incluir también a las regiones.
Como feminista o como mujer, ¿sientes que en la dramaturgia se abre el espacio para mujeres? ¿Alguna vez te has sentido discriminada en el rubro por tus sentires femeninos?
Siento que cuando empecé a escribir, estuve en el boom del feminismo. Fue como “no estoy leyendo dramaturgas, voy a leerlas y voy a escribir”, así nos pasó a muchas en mi generación. Creo que esa pregunta podría responderla alguien como Nona Fernández, me imagino que ella sí vio una diferencia… pero hoy en día eso está más peleado, siento que el mayo feminista remeció también el arte y las culturas, aunque aún hay cosas… por ejemplo, se potencian muchos ciclos o festivales para mujeres y en realidad, lo que debería haber es paridad, no una instancia especial para mujeres (…) Así que yo nunca he sentido discriminación, para nada. Pero debo ser honesta y decir que me protejo, en el sentido en que elijo mis lugares, dónde educarme, etc. No tomo un taller si sé que quien lo dicta es alguien facho, porque ¿para qué? Me va a hacer mal. Tengo entendido que no se le puede gustar a todo el mundo, de hecho “La reina del perreo” está pensada para un público objetivo (si no les gusta el reguetón, no les va a gustar, no la vean). Yo siento que en el ambiente universitario la cosa cambió, el 2017 para el Festival Victor Jara solo escribí yo, el 2018 los tres textos ganadores fueron escritos por mujeres.
¿Te consideras feminista?
Sí y no. Me es conflictivo hablar de “feminista” así nomás, me parece que es muy homogéneo y hay muchos factores que yo considero claves, como te decía antes. Me atrevería a decir que soy feminista decolonial o latinoamericana, si es que eso existe, prefiero eso que decir solo feminista, siento que ahí se me puede ir hacia un feminismo muy ilustrado, americano y el “girl power” y todo eso que me parece más peligroso. Es importante para mí las variables de clase y raza, son variables que me cruzan y si no están presentes…. mmm, me da desconfianza. Hay muchos tipos de opresión y si vamos a decir que todas las mujeres estamos oprimidas del mismo modo, es mentira. Así que prefiero ponerle un apellido al feminismo, aunque no tenga claro ese apellido, pero necesito que se exprese la mirada que yo tengo del feminismo, que es desde mi experiencia.
Y en ese caso, ¿cuál es la causa de los feminismos que a Belén Herrera le parece más importante para el Chile 2020?
¡Ay, qué difícil! Si me hubieses preguntado el año pasado, digo que lo esencial es una educación no sexista. Pero creo que, si no cambiamos el sistema económico, no va a haber feminismo de ningún tipo que mejore algo (…) Quizá el año pasado también habría dicho el aborto, pero hay que pensar que el problema del aborto también viene derivado de un problema de salud pública, que se desprende de un problema económico. Creo que como feministas deberíamos atacar al capital… ¿te imaginas, colapsa Zoom ahora? [risas]. Me da pudor, soy super honesta en decir que igual no lo tengo claro y me cuesta jerarquizar los problemas. Pero creo que, el gran problema detrás de todos los otros problemas es el económico [la desigualdad], aunque pidamos aborto para todas, en realidad es para aquellas que a lo mejor no accedieron a educación sexual, o viven en un territorio donde todavía no es un tema estas cosas (…)
Mi problema con el feminismo norteamericano del #MeToo es que te detienes solo en una lucha, que es válida, pero que va a solucionar y va a mejorar la vida de un número determinado de mujeres, que queramos o no son mujeres privilegiadas, blancas, heterosexuales, de clase alta o media. Sé que hay gente que le chocan todas esas listas, pero hay que dividirlas porque estamos en un sistema que nos jerarquizó, que jerarquizó la vida, así que mi foco está hacia abajo. Para proteger a los más vulnerables, hay que atacar arriba. Entiendo que desde ahí podrían solucionarse las cosas, esto no quita que pueda existir machismo en el comunismo o socialismo, claro que sí, pero pienso que subvertimos el sistema neoliberal y el modelo económico, podríamos empezar a cambiar y a hablar de prácticas culturales machistas o sexistas. Hay mujeres que no cachan ni los métodos ilegales de aborto, yo no sé ni cómo se dice el nombre de la pastilla porque la problemática me ha pasado por el lado, soy privilegiada, universitaria, tengo una red de amigas, etc. El feminismo no tiene que volverse paternalista, no voy a andar evangelizando a nadie. Así que lo urgente en el feminismo es detener la precarización de la vida de las mujeres, y hoy (no sé cómo será mañana) pienso que lo primordial es atacar al capital.