Moda y política. ¿Qué es moda y política?. ¿Yo basto para explicar la relación? Lo
menciono porque la moda es algo colectivo. Su definición estadística dice que la “moda”
es el valor con mayor frecuencia y así también lo es a nivel social. Millones de
particularidades y diversidades se encuentran unidas bajo una serie de sistemas que
nos mantienen conectados, siendo el sistema de la moda, uno más.
Nos enfrentamos a múltiples discusiones lo que nos convierte de una u otra forma en sujetxs políticxs. Somos el cúmulo de vivencias e injusticias que buscan posicionarse por diversas vías.
Son los campanazos que quiebran el sedimento que arrastramos.
Creo que la mayoría de las veces se debe a altos niveles de consecuencia interna y social.
Estamos tan compungidos por vivir y ser libres que buscamos fugas. La disconformidad
con las doctrinas impuestas por los fundamentalismos que nos mantienen en una
resistencia constante cuando alguna vez en nuestras vidas queremos vencer.
Por esto, el debate sobre moda y política no es unidimensional. Esta potencia fue capaz de derretir la jaula estética en la cual se encontraba subsumida. Ha dinamitado el campo
visual colmado de imágenes de una belleza siempre hegemónica.
El escenario actual, de constante desmontajes de los idearios estilísticos y visuales, ha
tenido como consecuencia directa, una emergencia de cuerpos vetados, irrumpiendo en
estas nuevas escenas y develando una realidad más compleja de la que usualmente
vemos.
A esta potencia política se le trata como una sustancia peligrosa por la familiaridad de los relatos de exclusión que vivimos en la cotidianidad neoliberal. Entonces cerramos los ojos por cobardía, un imponente miedo a empatizar. Pero la verdad es que el deseo de pertenecer siempre ha existido, siempre ha estado ahí. Es absolutamente reconocible.
Sentimos algo extraño y de a poco vamos tomamos conciencia de que pasa algo. Es necesario admitirlo. Pero la heteronorma capitalista cisgénero ha ido cooptando continuamente la lucha política de los cuerpos abyectos. Los convierte en un fetiche, un producto más, reduce las vivencias a dólares.
Pero los cuerpos en rebeldía, han hecho de la resignificación una de sus mayores armas.
Es una forma de atacar desde adentro. Es la fuga, la emancipación de nuestrxs cuerpos.
No dejaremos que nos expropien. Que hagan de nuestros relatos periféricos una
realidad cotidiana y lo destruyan hasta que parezca chovinismo.
Buscamos transformaciones completas y no solo momentáneas. Tomamos consciencia.
Vemos que la moda nunca ha sido ropa, sino que es producción encarnada. Apreciamos que la moda no es solo ropa y que esa es únicamente una parte muy pequeña de la cadena. Es un fenómeno público de características totales. Es sociológico, histórico, fisiopsicológico y político. Hoy nos parece prudente comenzar a detener la velocidad incontrolada que tomó la moda como sistema, porque su sustento ontológico u esencia, ha perdido vigencia.
Nos mantendremos en el tiempo, en la historia y en nuestras siguientes vidas. Mostramos las costras que pican porque aún no han sanado.