Reseña| Corgi: el perro real, cuando el cine se convierte en morbo

Cuando una productora que no es hollywoodense o de renombre, como Pixar o DreamWorks, se atreve a incursionar en la animación, se valora inconmensurablemente. Resultados vanagloriados hay varios: el Studio Ghibli, la cinta Anomalisa o El planeta salvaje (1973), son algunos de ellos.
No obstante, esta premisa no siempre se cumple, básicamente porque la película es lisa y llanamente mala o, en otros términos, se desaprovechan los recursos, presupuesto y oportunidades de posicionamiento en la industria con paupérrimas y desechables ideas, muchas veces lacónicas e insufribles (no, no hablo solo de Emoji).

Una de ellas es la recién estrenada Queen’s Corgi.

Desarrollada por la productora belga nWave Pictures (que nos ha traído películas medianamente decentes como El hijo de Piegrande) y dirigida por Ben Stassen (Sammy en el pasaje secreto), esta cinta nos relata la vida de Rex, un perro de raza corgi, que se convierte en el “niño mimado” de la reina Isabel II de Inglaterra y esto le traerá problemas con los demás perros que viven en el palacio.
El protagonista de esta historia es un perro sumamente arrogante, siempre tratando a los demás perros corgi de la reina en seres superiores y se declara el perro líder (Hitler, ¿andas por ahí?). Ante dicha situación, su mejor amigo, Charlie, trata en lo posible de sacarlo del mapa, lo que tras un problema real que involucra a Donald Trump , la realeza y Rex, este último termina en una perrera tras un plan de asesinato.
Con ayuda de otros perros, Rex intentará regresar a su hogar sin dejar de lado su ego, en balde su arrogancia impertérrita lo mete en muchos problemas, haciéndonos saber -con mucha molestia, sin duda- que él es un perro especial y no callejero. He ahí el kid del asunto: pierde todo sentido de estas películas infantiles, que es dar un mensaje o dejarnos con una sensación gratificante en el paladar, lo cual ni de cerca está.

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En sí, la película dura 90 minutos, pero uno al terminar de verla, trata de recuperar su media hora perdida viendo el filme. Sí, se pueden contar brevemente algunas escenas graciosas y de doble sentido, no obstante subyace un diálogo pobre, un guion tremendamente flojo y más que un final apresurado. A uno como expectador le deja esa sensación de ver una pelicula mala a disfrutar un rato con la familia.
Los personajes también son particularmente patéticos, contando con cuatro perros reales, pero solamente dos adquieren el protagonismo, dejando a los corgi sin líneas o escenas memorables o al menos dignas de ser entendidas.
Por ejemplo, la “supuesta ” novia de Rex, Wanda, solo se fija en él cuando se entera que es un perro de la realeza, además del “show” subido de tono en una de las escenas más insignificantes y derechamente una copia muy mala del Club de la pelea (David Fincher, 1999). Te das cuenta, malamente, de que el único personaje protagónico femenino (aparte de la reina Isabel que tampoco aporta tanto), la construyen como una verdadera “perra” en el buen sentido de la palabra (no, no tanto).
La productora nWave, creada en 1994, ha producido largometrajes animados de bajo presupuesto, teniendo como su pelicula más famosa The house of magics, de 2013, y dirigida por el mismo director de Corgi, por tanto uno esperaría más de esta cinta, pero realmente uno no tiene ganas de verla con grandes expectativas o saldrá con sensacion de ver una peste inextinguible.

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Aparecen como cameo Donald y Melania Trump, que realmente no va al caso.
Yo le doy a esta película, distribuida por Andes Films, una calificación de 3,5 de 7,0, por ser una película con mucho morbo, chistes sin gracia, como se representa a las mujeres a través de perros callejeros, por el final apurado y desorganizado, entre muchas otras cosas. ¿Lo mejor? Los primeros 10 minutos y las referencias culturales a algunas clásicas películas (menos donde imitan al Club de la pelea).

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