La primera edición del festival Red Stage tuvo a grandes nombres independientes como Yorka y Metalengua e incluso internacional con 1915.
Esta mezcla de indie, pop electrónico, rock alternativo y sonidos experimentales, Red Stage se proyecta como una plataforma anual para el talento latinoamericano, reafirmando el espíritu inquieto y diverso de Red Poncho, sello que en más de una década ha trabajado con más de 100 artistas, consolidándose como referente de la gestión cultural independiente en Chile.
En La Máquina -media partner de Red Stage- te contaremos como fue esta primera edición de un festival que sorprendió a más no por poder.
¿Cómo nació Red Stage?
El sello independiente Red Poncho, con más de una década dedicada a impulsar la música emergente en Chile y Latinoamérica, celebrará su undécimo aniversario con el lanzamiento de Red Stage, un nuevo festival que reunirá a reconocidos exponentes del circuito indie y pop-rock.
Esta iniciativa busca consolidarse como un evento anual, proyectándose como una plataforma que potencie el talento nacional y latinoamericano, abierta a públicos de todas las edades. Red Stage surge tanto como una forma de conmemorar los 11 años de trayectoria del sello, como también de proponer una nueva manera de experimentar la música en vivo.
Artistas muy diversos, que juntos dan furor
El pasado 10 de octubre de 2025 se presenció el debut de un nuevo festival, Red Stage, cuyo show en Matucana 100 dejó en claro que la diversidad y la voz de los artistas pueden coexistir a la perfección.
Galia
La jornada inaugural tuvo lugar en Matucana 100, y desde el inicio marcó un precedente para futuras ediciones. Galia fue la encargada de abrir el festival, iluminando el escenario con su energía y carisma. Desde el primer acorde, impuso una vibra magnética: su voz potente y expresiva se fundió con letras que calaron hondo en el público, generando una conexión inmediata.
Con un desplante escénico natural y una presencia que equilibra fuerza y sensibilidad, Galia convirtió cada tema en una experiencia íntima y compartida. Mientras su ritmo llenaba el cielo oscuro que cobijaba la noche, quedó claro que no podía haber mejor elección para inaugurar un evento que promete marcar un antes y un después en la escena independiente.
El Último Viaje
El segundo turno fue para El Último Viaje, que tomó el relevo con un inicio más introspectivo, acorde a la naturaleza melódica de sus canciones. Sin embargo, bastaron unos minutos para que el público se sumergiera por completo en su propuesta, elevando la energía del recinto. Su experiencia —marcada por una trayectoria consolidada tanto en Chile como en el extranjero— se hizo evidente en la solidez de su interpretación y el manejo del escenario.
Uno de los momentos más significativos llegó con un emotivo discurso sobre los derechos humanos y la desaparición de Julia Chuñil, recordatorio de cómo la música puede convertirse en una herramienta de memoria y protesta. Con un cierre potente y emotivo, El Último Viaje dejó a un público entusiasta, que respondió con la misma intensidad con que la banda entregó su arte.
Yorka
El cierre de la noche estuvo a cargo de Yorka, quienes transformaron el ambiente con su característico estilo cargado de emoción y ritmo.
Un pequeño problema de audio dio inicio a la presentación con un toque de humor, rápidamente resuelto por el equipo técnico, demostrando la complicidad y soltura del dúo sobre el escenario.
Entre ritmos bailables y una energía contagiosa, Yorka ofreció una experiencia que combinó celebración y memoria. Hubo espacio para la emoción al evocar sus raíces y las calles del barrio Yungay, y para la alegría con su versión en clave de cumbia —o “cumbita”, como ellas la llaman— de Gracias a la vida de Violeta Parra, un homenaje que resonó profundamente entre los asistentes.
La primera edición de Red Stage no solo celebró once años de historia del sello Red Poncho, sino que también dio forma a una nueva escena de encuentro entre artistas y audiencias. Con propuestas que mezclan sensibilidad, compromiso y frescura, el festival deja la promesa de consolidarse como una cita imprescindible para quienes buscan en la música independiente un espacio de identidad, creación y comunidad.
Metalengua
Metalengua fue la sorpresa más eléctrica de la noche. El dúo nacional irrumpió en el escenario con una propuesta que desbordó energía, mezclando rap, pop y una actitud performática que encendió de inmediato al público.
Su sonido, cargado de ironía y crítica social, fluyó entre bases electrónicas y versos filosos, convirtiendo cada tema en una declaración de estilo y presencia.
Con letras que dialogan con la vida urbana y la cultura contemporánea, Metalengua demostró que la música independiente puede ser tanto baile como pensamiento. La conexión con el público fue total: risas, saltos y un coro colectivo que se extendió más allá del escenario, marcando uno de los momentos más vibrantes del festival.
1915
Por su parte, los argentinos de 1915 trajeron una energía distinta, pero igualmente poderosa. Su propuesta —una fusión elegante entre rock alternativo, funk y pop moderno— ofreció un cierre internacional al encuentro, reafirmando el espíritu latinoamericano que Red Stage busca proyectar.
Desde los primeros acordes, el cuarteto desplegó un sonido pulido y envolvente, mostrando la madurez de una banda que ha sabido crecer sin perder frescura. Con temas que invitan tanto a la introspección como al movimiento, 1915 ofreció una presentación impecable, cargada de carisma y técnica.
Su conexión con el público chileno fue inmediata, sellando el final de una jornada que dejó claro que la música independiente de la región vive un momento de expansión y hermandad artística.
Galería de fotos por Patricio Núñez para Revista La Máquina