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Opinión | José Soza, silenciosamente talentoso

¡Qué me importa a mí, me da lo mismo! ¡Váyanse a la mierda!

Esta frase recién escrita se ha vuelto popular en los últimos años gracias a memes y GIF que circulan casi como un elemento más en nuestra ya basta cultura popular. Pero detrás de este simpático artilugio cibernético hay una historia, una pequeña gran historia de un hombre que, lejos de las cámaras, las luces (en sentido figurado) y las grandilocuencias, se ha ganado un espacio en la historia del teatro chileno. Hablamos del actor José Soza (73).

La famosa frase expresada tiene un contexto que involucra y representa a este gran actor de las tablas y de la vida dramática del arte chileno: Romané (2000), teleserie en la que Soza encarna a Dago, un viejo gitano mañoso, avaro y muy amigo de sus amigos que, desde el primer momento, deja entrever su personalidad.

Romané es probablemente, y gracias a esta línea del guion de dicha producción, por la que José Soza caló más hondo en la memoria colectiva, sin embargo su carrera y trayectoria como Señor de las tablas y las artes escénicas es mucho más grande que Dago o cualquier carpa.

El aumento - Santiago Off

Un hombre de mil rostros

Su carrera comenzó a los 26 años de edad cuando se integró a la compañía de teatro social de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) en 1972. De ahí en más su periplo por la actuación ha sabido de éxitos, marcado principalmente por lo que fue la era dorada de TVN a comienzos de los 90’s y mediados de la primera parte de este siglo, deambulando siempre por diferentes contextos, situaciones, registros y demostrando su gran capacidad vocal con personajes fuertes y cuya presencia se hacía sentir.

José Soza, a pesar de reconocible, a veces se sitúa como una especie de eslabón perdido en lo que respecta la formación de las bases del teatro nacional; como una especie de pieza perdida, extraviado entre Jaime Vadell, Delfina Guzmán, Víctor Jara o Bélgica Castro y actores algo más contemporáneos como Amparo Noguera, Claudia Di Girolamo o Alfredo Castro. Quizás ser quitado de bulla y prestarse para nada que no sea externo a su pasión y a su labor actoral.

Ganador de cinco premios APES, ha dejado que constantemente su trabajo multifacético y casi sin limitantes artísticas para desarrollar su labor hablen por él, sin embargo en una época más superficial y de luces que de sustancia, capacidad y talento, le pasó la cuenta al estar seis años sin apariciones en teleseries, aunque sí lo hizo constantemente en el teatro y cine, respectivamente.

Romané, Sucupira, Pampa Ilusión, La Fiera , El Circo de las Montini, la serie Ecos del Desierto y su última aparición en la teleserie Amor a la Catalán (Canal 13), son solo algunas de las variadas producciones en las que Soza ha dejado gran huella que, a considerar, quizás no es tan reconocido a pesar del cariño que se le tiene, por ejemplo, a su personaje de Dago.

José Soza deambula entre esos espacios silenciosos, pero con gran capacidad de resonancia, siendo sagaz en sus grandes apariciones, sin ser el centro de atención o llevarse el foco de las cámaras consigo, sino que llega al corazón mediante las tablas, su gran pasión y legado.

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