El reencuentro de la icónica banda Los Bunkers contó con la asistencia de 42 mil personas en el Estadio Municipal Ester Roa Rebolledo de Concepción, lo que, sin siquiera dar inicio al concierto, ya ubicaba el show en los libros de historia de la ciudad al ser el evento con mayor congregación en la historia del recinto.
Miles de personas de todo el país, e incluso del extranjero, se reunieron en el estadio para ser testigos del histórico regreso de Los Bunkers a su ciudad de origen. La gente esperó a las afueras del estadio la apertura de puertas desde tempranas horas del día para conseguir el mejor lugar posible en la extensa cancha habilitada. El ingreso del público comenzó a las 17:00hrs y el flujo de gente se mantuvo constante hasta minutos antes del inicio del concierto.
Para preparar el ambiente, el evento contó con la participación de la artista penquista Dulce y Agraz, quien se presentó a las 19:00 hrs. En su repertorio incluyó algunas de sus canciones más conocidas como “Ay amor” y “Me reparto en ti”, además de una canción nueva que, según la cantante, formará parte de su próximo trabajo.
Seguido a esto, el DJ Marcelo Aldunate mantuvo al público prendido con un sinnúmero de canciones que fueron ideales para esperar el plato principal de la noche, programado para las 21:00 hrs.
Llegada la hora, las luces se apagaron y la única iluminación que quedó fueron las linternas de los celulares que la audiencia encendió en la espera. Puntuales en el escenario, Los Bunkers iniciaron su show con “Miéntele”, “Te vistes y te vas”, “Yo sembré mis penas de amor en tu jardín” y “Santiago de Chile”. Cuatro canciones que provocaron un estadio lleno de emoción y euforia.
La voz de Álvaro Lopez resaltaba entre los flamantes e intermitentes gritos del público que exclamaban “¡Te amo Álvaro!”, “¡Aguanten Los Bunkers!” y diversas nomenclaturas para proclamar amor por la agrupación.
El show continuó con su versión de “Quién Fuera” y “Una nube cuelga sobre mí”, canción que dedicaron a los niños. Posterior a ello, el grupo despertó las emociones de sus fanáticos penquistas al presentar “Canción de lejos”, la cual, según Francisco Durán, no interpretaron ni en Santiago ni en México, pero que por supuesto la tocarían en Concepción. Al cantar la frase “sobre Concepción despierto”, el estadio retumbó entre gritos y aplausos.
Entremedio de sus históricas piezas, interpretaron “Rey”, su nueva canción tras 13 años de inactividad, que se estrenó en su concierto en el Estadio Santa Laura en Santiago. El guitarrista Mauricio Durán dirigió esta canción a las generaciones más jóvenes “que están buscando una nueva identidad”.
El concierto estaba diseñado para todo público, pues interpretaron desde sus más grandes éxitos hasta aquellas que solo los fieles fanáticos eran capaces de cantar. Afortunadamente, Concepción, como un buen hogar, los acogió, y el público no decepcionó con sus coreos durante todo el espectáculo.
Canciones como “Ángel para un final” y “Vida de perros” construyeron una energía que culminó con “Ahora que no estás”, la cual incluyó dos “duelos de guitarras” y una atrapante sección instrumental que estuvo acompañada de llamativas visuales.
Para bajar la intensidad, la banda tocó “La velocidad de la luz” y, acto seguido, inició un bloque acústico. Tres guitarras, una de ellas docerola; un bajo acústico y un bombo legüero fue todo lo que necesitaron para crear un ambiente muy íntimo. Se ubicaron en la pasarela e iniciaron con un corto trozo de “Pequeña Serenata Diurna”, a la que le siguió “La exiliada del sur”, “Si estás pensando mal de mí” y el tema que inaugura su discografía “El Detenido”.
Pronto regresaron a sus posiciones originales para continuar con la intensidad, la cual se vio reflejada en el público, ya que en algunas canciones la banda se detuvo al ver gente que se ahogaba en las primeras filas. Pidieron agua para aquellas personas y esperaron hasta asegurarse de que estaban mejor para retomar.
Algunas de las más coreadas fueron “Nada nuevo bajo el sol”, “Canción para mañana” y “No me hables de sufrir”, la cual detuvieron a la mitad debido a un aparente desmayo entre las primeras filas y que, debido a la insistencia del público, luego tuvieron que interpretar nuevamente desde el inicio.
Ya acercándose al final, la banda logró que todos los asistentes bailaran sin resistencia al ritmo de “Bailando solo”. Difícil habría sido oponerse, sobre todo por la bola disco que se cernía sobre el escenario e hizo del estadio, junto al atractivo juego de luces, una discoteca.
Finalmente tocaron la canción que le da nombre a la gira “Ven Aquí” y, tras finalizar, se retiraron abruptamente del escenario. Algunos se fueron, otros esperaron, insistieron y rogaron por una canción más. Hicieron caso a las súplicas y Los Bunkers regresaron. Mauricio, casi entre lágrimas, agradeció al equipo y a todos los presentes por asistir y dijo “estamos ante un momento histórico para la música de nuestra ciudad (…) sigamos apoyando la música de Conce, (…) apoyemos a los adolescentes que están haciendo música para que nuestra ciudad siga destacándose como siempre lo ha hecho”.
En su regreso al escenario interpretaron no una, sino cuatro canciones más: “Entre mis brazos”, “El necio”, “Llueve sobre la ciudad” y, para cerrar, “Miño”.
Esta vez sí, la gente se retiró, pues podían ir a su casa con la seguridad de que vieron el regreso de Los Bunkers completo. Pero este final, de nuevo, era sólo aparente. La banda presentó una última canción, “para que todos se vayan felices a sus casas y la pasemos bien”, incentivó el bajista Gonzalo López. Los vocalistas iniciaron con la melodía a acapella de “La era está pariendo un corazón”. Muchos intentaban volver a la cancha, otros cantaban mientras eran arrastrados por la masa hacia la salida. Algunos se fueron y otros nunca consideraron irse. El coro de las personas se escuchaba de adentro hacia afuera y de afuera hacia adentro del recinto. La emoción se apoderó de la ciudad y la banda finalizó con deslizamientos en el piso y agradecieron a todos por asistir.
Los vendedores esperaban a las afueras con lo último de su inventario, las micros ya no pasaban y el frio tradicional de una noche en Concepción se hacía presente, pero todos salían del estadio con la sonrisa y la alegría de saber que presenciaron a una de las bandas más icónicas del país. Bailando solo -o acompañados- cada uno de los asistentes se transformó en parte de la historia de la región, en una noche que quedará en el recuerdo de los amantes de la música nacional y en el corazón de todo aquel que haya hecho parte de su vida a Los Bunkers.
Texto por Antonia Brante P. y Nicolás Rosales M.
Fotos por Nicolás Rosales M.