Concepción. La capital de la región del Bío-Bío. Un “Santiago chico”. Y sí, siendo una de las principales ciudades del país, es el lugar donde con esa energía especial y única que posee el sur se fusiona con la esencia rebelde y contestataria, pero también enormemente sensible del rock.
Este enclave ciudadano, poseedor de una historia sumamente rica en lo artístico, es la cuna de una de las grandes bandas de época moderna de la música chilena, asimismo es el lugar donde se originó la “promesa incumplida” del rock nacional: Los Búnkers.
Formada por los inquietos y audaces Álvaro López y Francisco Durán, quienes se conocieron mientras estaban en el colegio Salesianos de la ciudad penquista, formaron rápidamente lazos musicalmente tocados por una varita mágica con Gonzalo López, hermano de Álvaro, y con los algo mayores Mauricio Basualto y Mauricio Durán, hermano de Francisco. Los cinco, como probablemente soñaron, habían logrado congeniar, unirse y mezclarse en una configuración pocas veces vista durante esa época.
Corrían los 90 y ya se hacía sentir la conversión social en las conductas de las personas: todo se volvía más individualista. Los hermanos López y Durán junto con Basualto, comenzaban a escribir una historia que los llevaría al reconocimiento internacional en tierras mexicanas o llegar al que es, probablemente, el más grande escenario de la nación: el Festival de la canción de Viña del Mar, que los tuvo en su versión del año 2012.
Lograron superar, con mucho esfuerzo, tesón y determinación una de las etapas más complejas pero también de las más enriquecedoras de las que puede experimentar una banda de rock: salir de su zona de confort y viajar hasta Santiago en febrero del 2000, en pleno inicio del nuevo milenio.
Tal y como lo habían hecho The Beatles con su viaje desde Liverpool hasta Londres, Los Bunkers llegaban a la capital con la intención de ampliar el rango donde su música podía ser escuchada, esta vez, con un Mauricio Basualto que había tomado control definitivo (instaurándose la formación final) de la batería en lugar de Mauricio Lagos, quien se quedó en Concepción.
Poco a poco fueron abriéndose espacio y siendo cada vez más escuchados tanto en las radioemisoras como en conciertos y tocatas en vivo. Canciones como “Jamás”, “El detenido” o “Nada me importa“, transformándose en la más promisoria agrupación que había hecho aparición desde que lo realizara La Ley entre fines de los 80 y principio de los 90.
Con un tono totalmente underground e independiente, gestionando con mucho esfuerzo y aprovechando las oportunidades que su talento y gracia les había puesto en el camino, el primer álbum llamado “Jamás” (2000) fue vendido en cada una de las presentaciones que la banda realizaba, siendo el boca a boca una de las principales causas del éxito entre los jóvenes de la época.
El inicio de la consagración llegaría, en parte, con la ayuda de Álvaro Henríquez, quien les daría una mano en el año 2001, dándoles espacio entre productores y radiodifusores de Santiago, escalando rápidamente hasta la cima definitiva.
Yendo en contra de todo lo esperado tanto por medios como por los propios fanáticos, en 2014 el histórico fundador de la banda Los Tres dijo en una entrevista dada al medio Culto del diario La Tercera la frase que posteriormente sería catalogada como chiste: “Tenemos dos buenas noticias buenas que anunciarles: la primera es que no murió nadie en el terremoto del norte y la segunda que por fin se separaron Los Bunkers“, generando una pequeña polémica a raíz de la separación del grupo conformado por los hermanos López, Durán y Mauricio Basualto.
Los Bunkers, logrando cosas que pocos o casi nadie había conseguido, como por ejemplo tocar en el Lollapalooza de Chicago, establecer una relación sumamente cercana con grupos históricos como Inti-Illimani e Illapu o el gran cantautor cubano Silvio Rodríguez, así como también el haberse instalado en México con total éxito convirtieron a la banda penquista en la última gran banda de rock surgida en tierras nacionales.
Música Libre, el sexto disco de la banda oriunda de la capital del Bio-Bio, está compuesto por 12 canciones covers en tributo al cantautor cubano. Esta relación se dio en forma natural debido a la complicidad política de los integrantes de la banda penquista y el cantante caribeño. Canciones como “Sueño con serpientes”, “Quién fuera” y quizás la más reconocida, “Santiago de Chile“, esta última sirvió como canción principal de la serie de TVN “Los Archivos del Cardenal” que mostraba cómo se desarrolló el transitar de la Vicaría de la Solidaridad
Con un repertorio diverso, en el que se abordan tan implícita y explícitamente temáticas como el amor, conflictos sociales y personales, siendo, en cierta forma, un espejo para la variopinta naciente juventud de los 2000, la que había crecido en la inestabilidad de una sociedad de consumo y el antiguo Chile que se entremezclaban en una misma, logrando reflejar sus “yo” y los “nosotros” en versos tan románticos y a la vez tan directos.
A mí no me hablen de sufrir si vi cómo la banda que había logrado sobreponerse al anonimato en un contexto inestable y naciente, así como plasmar el nuevo milenio en discos y canciones que marcaron y marcarán a gran parte de la generación que comandará el futuro se separara antes de dar el gran golpe y, ¿por qué no?, colocarse a la altura de grandes como Víctor Jara, Violeta Parra, Los Jaivas o Los Prisioneros.