Hace años que la actriz Reese Witherspoon viene participando y promoviendo la difusión de historias que tengan voces e intereses femeninos. Contrario a lo que podría temerse, estos dramas han resultado tan populares como las tradicionales ópticas masculinas para mirar la vida y han resultado parte significativa de las “series que dan que hablar” del año (Big little lies (2017) de HBO es un ejemplo excelente de esta nueva categoría). Es por esto que la reciente adición al catálogo de Amazon Prime Video, “Little fires everywhere”, en Latinoamérica, con ella en la portada no debería confundirnos: vamos a embarcarnos en esta apasionante historia.
Suspenso, drama y crítica social
Basada en la novela del mismo nombre escrita por la estadounidense Celeste Ng y original de la plataforma de streaming Hulu (propiedad de Disney), la historia se toma ocho capítulos de una hora aproximadamente para adentrarnos en este drama que arranca cuando Elena Richardson (Witherspoon), una madre conservadora cuya vida pública y privada son aparentemente perfectas, conoce a Mía Warren (Kerry Washington), una madre soltera que se desempeña como artista visual y que no tiene residencia permanente.
La vida de ambas mujeres entra en un vórtice de cambios y emociones cuando comienzan a relacionarse gracias a la inminente amistad de sus hijos adolescentes, que conviven en el mismo barrio residencial y asisten a la misma escuela. Los problemas van escalando conforme cada una va conociendo un poco más a la otra, observando los cambios en las conductas de sus hijos y aprendiendo que detrás de las sonrisas bonitas, siempre puede haber un secreto escondido.
La diferencia diametral entre ellas se plasma siempre desde una óptica crítica al paternalismo y el clasismo existente en un barrio mayoritariamente blanco de los Estados Unidos, donde Elena, interpretada maravillosamente por Witherspoon, logra el nivel de odiosidad justo para que sepamos que todo lo malo que hace no es necesariamente intencional. Ella representa ese altruismo forzado de quienes han vivido con todos los privilegios y que pretenden justificar su posición social con actos solidarios que resultan en un trato indigno de quienes, supuestamente, considera iguales.
Una reflexión sobre la maternidad
Sin entrar en el área de spoilers, la historia de ‘Little fires everywhere’ comienza con la casa de los Richardson incendiada y el misterio de cómo es que empezó este peculiar e intencionado siniestro que se ha provocado a partir de pequeñas llamas por todas partes. Poco a poco, capítulo a capítulo se nos revelan datos y pistas que nos ayudan a construir los caracteres de las protagonistas y descubrimos sobre sus intimidades, sus vidas en el pasado, sus pasiones y frustraciones.
En un principio, la serie nos lleva de una resolución a otra: como jueces, el espectador juega a decidir con qué bando quedarse, quién lo está haciendo bien, si acaso Mía o acaso Elena. Tardamos un par de capítulos en desestimar ese debate, porque ambas viven sus propias situaciones y lidian con las consecuencias privadas de sus elecciones.
En una analogía con su título, la trama también es una sumatoria de pequeñas llamas por todas partes, algo caótica, pero manteniendo una problemática común: el fuego, a saber en este caso, la maternidad. Y es que un rol tan complejo e importante no puede sino tener el tratamiento que se le da aquí: serio, diverso y conmovedor.
No hay una fórmula secreta para ser madre, ni siquiera hay garantías de que nuestra idea biológica de la maternidad tenga sentido si lo llevamos a un terreno práctico, por lo que hablar de buenas o malas madres se vuelve estéril si tenemos una panorámica completa de lo profundos y devastadores que pueden resultar los sentimientos que rodean esta condición.
Finalmente, ‘Little fires everywhere’ es un buen ejercicio introspectivo y definitivamente una excelente producción que presenta a varios actores jóvenes a los que podríamos comenzar a seguirles la pista.