La destacada periodista musical, Johanna Watson, lanzará este jueves 14 de enero de manera online y presencial su propio sitio web (www.johannawatson.cl), en el cual recopila dos décadas de trayectoria de escritura sobre música y cultura popular a través de artículos, columnas de opinión, reportajes y entrevistas a diversas bandas, artistas y músicos nacionales e internacionales de diversas latitudes, incluidos de Argentina, España, Norteamérica y muchas otras.
Entre los trabajos que más destaca Johanna Watson y que serán publicados en su sitio web, se encuentran reportajes sobre Gustavo Cerati, Charly García y Luis Alberto Spinneta; entrevistas a Nito Mestre, Bersuit Vergarat, Daniel Melero, Fabiana Cantilo, Cecilia La Incomparable, Jorge González, Fiskales Ad Hok, Evaristo Páramos (de La Polla Records) y el músico norteamericano de Mr. Bungle y Faith No More, Trey Spruance.
También se encontrarán crónicas y reseñas de discos y shows de grandes artistas anglosajones como Guns n’ Roses, Mike Patton o Scorpions, pero también sobre destacados grupos y músicos chilenos de los más variados estilos como Los Tres, Roberto Bravo, Mauricio Redolés, Pedro Foncea, Jimmy Fernández, Lalo Meneses, Santaferia y muchos más.
La motivación de Johanna Watson nace a raíz de la necesidad de recopilar y dar a conocer su perseverante trabajo durante los últimos 20 años, así como también demostrar el nuevo posicionamiento de las mujeres en un medio donde históricamente han predominado los autores masculinos.
El lanzamiento oficial del sitio será este jueves a las 19:00 hrs. a través del Facebook oficial de Johanna, donde estará acompañada por editores y algunos artistas que ha entrevistado en su vasta trayectoria.
La Máquina conversó con Johanna, quien se refirió a sus inicios en el periodismo musical, sus motivaciones para lanzar su propio sitio web con sus trabajos y su balance en estos 20 años.
–¿Dónde nace tu pasión por el periodismo musical?
Desde que era adolescente, me gustaba mucho la música y me interesaba la figura de los músicos como creadores. Fantaseaba con la idea de poder hablar con ellos, subirme a los aviones, ir a las giras, igual que el protagonista de la película “Casi Famosos”. Al salir del colegio estudié publicidad y me especialicé en redacción creativa. El 2000, durante mi segundo año de estudios, me invitaron a escribir en un fanzine punk donde por primera vez vi mis textos publicados y me encantó la experiencia. Fue genial ver mi firma en un texto y que además esto se comercializara en lugares como el Persa Bío Bío, la tienda Cemento del Portal Lyon y el Eurocentro.
La música fue y ha sido siempre un motor en mi vida, mi gran compañera, mi guía. Poder escribir sobre ella, sobre los que la ejecutan, sobre los que la crean, sobre lo que siento cuando escucho un disco o voy a un concierto es un premio que me dio la vida: puedo escribir de cosas lindas, puedo conectarme con lo que escucho y tengo un punto de encuentro con artistas, sean músicos, escritores, muralistas o actores.
–¿Cómo es ser periodista musical en Chile?
Es igual difícil. En el sentido económico no es ninguna maravilla, en mi caso con los años ha ido mejorando, pero si todavía no me compro el Mercedez Benz ni vacaciono en Europa como los periodistas de la tele, por algo será. Es una pega esforzada, muy demandante y mal pagada. Lo bueno es que en el circuito hay mucha gente maravillosa que comparte la misma pasión y las redes de apoyo son en su mayoría muy fructíferas.
–¿Qué diferencias aprecias hoy en lo musical y periodístico con respecto a tus inicios hace 20 años?
En un punto es más fácil ser periodista hoy que en la generación anterior. Los periodistas de antes eran como enemigos y rivales, no colaboraban entre sí, se ninguneaban, era denso. Además escribían cosas pesadas sobre los músicos. Una vez vi en un diario de 1991 un titular que decía algo así como “Nos pusimos estos zapatitos para el frío” y salía una foto de los miembros de Faith No More (que ese año actuaron en el Festival de Viña) con bototos. Era absurdo, chaquetero, ridículo y mala onda. Me carga ese periodismo de los 80s y 90s. Hoy hay compañerismo, somos más amorosos entre nosotros y eso hace que el ambiente sea mejor, más sano para todos los que trabajamos en esto.
–¿Qué es lo que encontraremos en tu sitio web?
Textos míos que han sido publicados en los diferentes medios que he participado desde que comencé hace 20 años. La gente podrá leer desde los primeros textos que hice en el fanzine punk y todo mi trayecto hasta hoy. Hay medios que ya no existen, como The Pulse, que estaba orientado a extranjeros de habla inglesa que llegaban a Chile y querían contextualizarse sobre el acontecer nacional; o un sitio que yo misma tuve por dos años: se llamaba “Se te cayó el carnet”. Ahí tuve varios colaboradores que escribían sobre temas que yo no dominaba, como política, deportes, etc. Mis temas eran música y cultura popular, y gran parte de eso lo he estado recuperando para mi nuevo sitio.
Johanna Watson afirma: “Ha sido un trabajo de chinos, no paro de encontrar cosas, aún sigo subiendo al sitio y quizás no llegue con todo arriba para el lanzamiento, pero también ha sido muy lindo ver todo lo que he hecho, reunido, rescatado, es un acto de justicia conmigo y un gesto de amor por mi trabajo”.
–¿Por qué decides publicar todo el material que has recopilado?
Me lo debía. Pasan y pasan los años y como que si uno no escribe un libro en Chile, no es nadie como periodista o comunicador o autor. Llevo 20 años escribiendo y si lo juntara todo, saldría harto más que un libro. Este es el primer paso que doy hacia ese camino, un gesto de amor hacia los esfuerzos que he hecho durante todos estos años y visibilizar todo ese trabajo junto en un solo lugar. Disuelto en internet no se ve, no se nota. Cuando lo reúnes todo y te das cuenta de la cantidad de cosas que has hecho, es impresionante. Ha sido sanador para mí, un regalo que me estoy haciendo yo misma, un paso importante en mi carrera que estoy feliz de compartir con los demás.
–¿Tu mejor experiencia en estos 20 años? ¿Y la peor?
Tengo muchas buenas experiencias, una de ellas fue el 2019 en Buenos Aires. Viajé para escribir un reportaje sobre las rutas de vida de Charly y Spinetta, y un día de esos llegué a una dirección donde Spinetta había vivido y grabado con Almendra “Muchacha Ojos de Papel”. Toqué el timbre y salió la hermana, le conté en lo que estaba y me dijo que volviera el finde. Volví y estuve con Ana y Gustavo Spinetta, en la casa donde vivieron toda su vida como familia. Estuvimos en la cocina, tomamos once, hablamos sin parar y hasta lloramos con las cartas que Ana me mostró de su hermano el Flaco, escritas por él a los 10 años. Pensé que no las podría tocar siquiera, pero las tuve en mis manos y finalmente escribí un reportaje sobre eso. Ha sido una de las experiencias más lindas.
Hace poco estuve con Gustavo Gatica también, que tocó la batería con Santaferia, la banda de cumbia casera. Fue muy emocionante conocerlo, verlo tocar, hablar con él y constatar que es un capo, un ser lleno de conciencia social que es un ejemplo para todos nosotros, un ejemplo de agallas y de consecuencia.
¿Experiencias malas? Claro que las he tenido. Una vez en Argentina un músico me citó en un lugar, viajé dos horas para encontrarlo, cuando llegué, como era con fotos, no quiso y no hubo caso, dijo que no estaba ni vestido ni afeitado y acordamos para otra fecha. Por suerte me dio la entrevista la segunda vez. Lo cómico es que llegó con la misma ropa y con la misma barba crecida de la vez anterior. También hay cosas divertidas: en Argentina una entrevistada me quería cobrar por entrar a ver su show. Nunca olvidaré la frase que me dijo: “Son dos pesos, bebé”.
–¿Qué es lo que más destacas?
Ha sido bonito sentirme reconocida en el medio. Medios grandes me han publicado, también medianos y chicos. El año pasado fui invitada a ser jurado en los Premios Pulsar, también he sido panelista en lanzamientos de libros de autores que admiro mucho, como Cristóbal González y su libro “Latinoamérica es Grande”, un libro que recorre la ruta internacional de Los Prisioneros y que se ganó el Pulsar; o Fabio Salas, primer autor sobre rock en Chile, que me invitó a acompañarlo en la tercera reedición de su libro “El Grito del Amor”, junto a César Tudela y Cristofer Rodríguez. Casi siempre soy la única mujer en los paneles de conversación o parte de la minoría. Las mujeres en el mundo de la música somos muchas, es bueno que nos consideren, nos inviten, nos integren. Yo me siento acogida pero aún falta, no es la realidad de todas.
–¿El cantante más buena onda que te tocó entrevistar?, ¿quién es el que más te ha sorprendido?
Con Jorge González me río a carcajadas. Es muy divertido, hay una entrevista que le hice durante el estallido para La Tercera donde le pregunto si le gustaría cambiar el escudo nacional. Me dijo que sí, que pondría al perro Matapacos y a Pikachu. Fue una respuesta inesperada y ambos nos reímos mucho. Es muy buena onda Jorge.
El Tío Valentín fue una experiencia que me sorprendió. Me recibió de terno en su casa, igual que como sale en la tele. Cuando lo vi, sin haberlo planeado le tomé la mano y le di las gracias. De él se sabe que tocaba el piano con el Profesor Rossa, en Sábados Gigantes y en los programas de conversación de Canal 13, pero es un crack. Él hizo arreglos y producciones para un montón de músicos chilenos, también con los de la Nueva Ola. Quizás la primera versión de Gracias a la Vida de Violeta Parra que existe es de él, en conjunto con Cecilia la Incomparable. Es una versión muy distinta, que arriesga, muy jugada para la época e incluso para hoy. El Tío Valentín además tuvo una relación de amistad con Víctor Jara, hay muchas cosas que no sabemos sobre él. Fue bacán porque lo entrevisté en el living y a los 10 minutos se paró y se sentó en el piano, me respondía media pregunta y se ponía a tocar. Yo me sentía como el Pollo Fuentes cantando al lado. Fue genial esa experiencia.
–¿Cuál es el balance de estos 20 años para Johanna Watson?
Que nada ha sido en vano, todos los desvelos, los trasnoches, la inversión personal de tiempo, plata, esfuerzo, lágrimas, risas, amistades, comienza a ver sus frutos. Hoy me siento orgullosa de todo lo que he recorrido, no ha sido fácil, y sé que tampoco cambiará, pero al menos tendré un piso: un sitio web que por sí mismo contará quién soy, qué amo hacer y qué seguiré haciendo el resto de mi vida.