Entrevista | José Ignacio ‘Chascas’ Valenzuela y el estreno de “Donde hubo fuego”: “Pude hacerla con toda la altura que se merece la serie”

Desde Miami, Estados Unidos, el guionista y novelista chileno conversó acerca de la nueva serie de su autoría, ya disponible en Netflix, que marca su segunda colaboración con el gigante del streaming a nivel mundial. Además, entrega su opinión acerca de si volvería a escribir para Chile y sobre el panorama político nacional, de cara al plebiscito por la nueva constitución.

Ambientada en Ciudad de México y dirigida por Moisés Ortiz Urquidi, la historia de “Donde hubo fuego” nos enseña la investigación que realiza Poncho (Iván Amozurrutia), infiltrado dentro de un cuartel de bomberos, bajo una identidad falsa, para descubrir a los responsables del asesinato de su hermano mellizo. Su misión adquiere otro cariz, al conocer a Olivia (Esmeralda Pimentel), la única bombera de la compañía, quien, al descubrir su secreto, le ofrece su ayuda para llegar al fondo de la verdad. Paralelamente, Ricardo (Eduardo Capetillo), un ex convicto acusado de dar muerte a una serie de mujeres, regresa para intentar recuperar a su hijo, quien no sabe de su existencia, insertándose en el mismo cuartel de bomberos que Poncho.

El prolífico escritor de trayectoria internacional, autor tanto de novelas, largometrajes, obras teatrales y recordadas teleseries chilenas, como “Amor a domicilio” y “La familia de al lado”, habló con La Máquina Medio acerca de este ambicioso proyecto que estuvo a punto de realizarse en Chile y que implica un nivel de producción bastante alto para los estándares de cualquier país latinoamericano con industria audiovisual.

Donde hubo fuego.

Donde hubo fuego” es tu segunda incursión trabajando con Netflix. ¿Cómo te sientes con este estreno?

Emocionado, primero que todo. Hace tres años, cuando me llamaron de Netflix y yo contesté ese teléfono, será porque siempre tengo expectativas bajas con las cosas que hago, pero pensé que todo iba a terminar en la temporada uno de “Quién mató a Sara”. Entonces, que tres años después hayan surgido tres temporadas de “Sara” y ahora estrene una segunda serie con Netflix, lo agradezco muchísimo. Trabajar para Netflix es algo que no estaba para nada en mis planes realistas y estar estrenando una segunda serie para ellos, es algo que me emociona mucho y que todavía no deja de sorprenderme.

¿Es cierto que el origen de esta historia se remonta hace muchos años y que la presentaste alguna vez a Canal 13?

Sí. Hubo una época en que presenté un montón de proyectos a Canal 13 y por alguna razón, me los rechazaron todos. Entre esos proyectos estaba Dama y obrero” y “Bomberos”, que terminó convertida en “Donde hubo fuego”. Era una historia completamente distinta y tenía en mente hace mucho tiempo hacer algo que tuviera que ver con ese mundo. Me acuerdo que incluso antes que me rechazaran el proyecto, con una productora de Canal 13, visitamos varios cuarteles de bomberos en Santiago, para ver locaciones y conocer el mundo de los bomberos, para que yo me empapara un poco del tema. Fuimos a una estación de bomberos que quedaba en el centro de Santiago y a otra cerca de Los Dominicos, allá arriba en Las Condes, y al poco tiempo, el canal decidió que no iba a hacer este proyecto, porque también Canal 13 no estaba muy bien y cerró su área dramática. Qué bueno que lo rechazaron, porque eso me permitió conservar la idea y, sobre todo, conservar el mundo de los bomberos, para poder hacerlo en Netflix veinte años después, con otro presupuesto y en una época donde los efectos especiales quedan mucho mejor hechos y son más espectaculares.

¿Hubo factores que complejizaron la realización de “Donde hubo fuego”?

Una de las cosas a las que me enfrenté escribiendo esta historia, fue tratar de descubrir por qué no se había hecho nunca o de manera grande, una serie de bomberos. Y la razón es porque es muy cara. No puedes hacer una serie de bomberos sin incendios y sin fuego. Además de ser costosa, es difícil y complicado hacer escenas de ese tipo. Por más que el fuego esté controlado y haya asesoría de bomberos reales, como sucedió aquí, por ejemplo, cuando se graban escenas de incendio adentro de un lugar, las tomas no pueden durar más de cuarenta segundos, porque los actores se ahogan. Hay demasiado calor, entonces tienen que entrar, correr y grabar algo en cuarenta segundos. Después todos tienen que salir del set y esperar media hora a que se enfríe, para volver a grabar. Hubo secuencias de incendios, que en pantalla duran un minuto o minuto y medio, que se demoraron tres días en hacer. Estos tiempos tú no los tienes en una telenovela. En una serie sí. Entonces me imagino que por eso Canal 13 tomó la decisión de no hacer “Bomberos”, hace veinte años atrás. Lo que más le jugó a favor a este proyecto, es que ahora cuento con el presupuesto y la posibilidad de efectos especiales fabulosos que hace dos décadas no existían y ponen a “Donde hubo fuego” en un nivel superior en cuanto a producción audiovisual. Ese va a ser el resultado de “Donde hubo fuego”. Una historia con la que tuve el tiempo de pensar muchísimo. Pero gracias a los tiempos que corren, pude hacerla con toda la altura que se merece la historia.

Donde hubo fuego” guarda ciertas similitudes con “Quién mató a Sara”, ya que también existe un protagonista masculino buscando venganza por la muerte de un hermano, crímenes y un ex convicto libre. ¿Qué cosas diferencia esta ficción de tu anterior trabajo?

De partida, “Quién mató a Sara” está contada en primera persona, por decirlo de alguna manera. La historia sigue a Álex (Manolo Cardona) desde la primera hasta la última escena del último episodio. A través de Álex vamos entrando y conociendo a otros personajes. En el caso de “Dónde hubo fuego”, es una historia bastante más coral, para graficar el concepto. Efectivamente comienza con un personaje llamado Poncho (Iván Amozurrutia), que es un tipo bueno para las fiestas, el carrete, que trabaja en algo muy divertido, y tiene un hermano mellizo con el cual comparte un pasado triste y difícil. Este hermano es periodista y aparece muerto. Al comienzo de la historia, Poncho no tiene las herramientas para ser un buen detective, a diferencia de Álex. No tiene la capacidad de investigar ni trazar un plan, como Álex, que es un tipo que se preparó para esto. Esta ficción comparte el género del thriller con “Quién mató a Sara”, aunque nunca del todo, porque “Donde hubo fuego” tiene comedia, melodrama y acción, que no estaban tan presentes en “Sara”, sobre todo el humor. Pero sí hay una línea de thriller donde hay muertos y sospechosos, donde la manera de contar la historia y el tono de la historia son completamente distintos.

Escribir historias de thriller policiales o con atisbos de thriller policial ha estado muy presente en tu carrera como guionista, casi desde tus comienzos.

El thriller es lo que más me gusta a mí. Me encanta tener una y otra vez la posibilidad de meter thriller a lo que escribo, pero de distintas maneras. De pronto, en melodramas o historias de acción. Incluso estoy haciendo libros para niños que mezclan thriller con humor. Acabo de hacer uno que se llama “Un monstruo en la familia”. Es algo que, a mí, en lo personal, me gusta mucho y me encanta enfrentarlo desde distintos puntos de vista.

En medios internacionales han tildado a “Donde hubo fuego” como serie y algunos también como telenovela. Incluso ha sido señalada como “serie-novela”. ¿Cómo la identificas tú?

Donde hubo fuego” es una serie larga. No es telenovela. En una telenovela, siempre va a ser lo central una historia de amor y sobre esa historia de amor descansan otros temas. En “Donde hubo fuego” hay varias historias de amor, pero no es el riel de la historia. Por un lado, una telenovela exige muchos personajes. Porque tú tienes que entregar al menos ochenta capítulos y para ello, necesitas un buen puñado de personajes para contar la historia. “Donde hubo fuego” no tiene tantos. Por otro lado, la telenovela tiene una estructura de cortes a comerciales, a pesar de que los canales de televisión ya no la respeten. “Donde hubo fuego” no lo tiene. Posee un ritmo y una estructura narrativa que no es de telenovela. Es muy rápida, muy veloz y no hay recapitulación, como se hace cada tanto con las telenovelas, para volver a recordarle a las audiencias por qué estamos donde estamos. La gente tiende a confundir al melodrama con la telenovela. Efectivamente, “Donde hubo fuego” es una serie que tiene mucho melodrama y el melodrama es el componente principal con el cual tú escribes una telenovela. Pero también puedes tener una película melodramática, un libro melodramático y una serie melodramática.

Llama la atención que ya sea de total conocimiento la cantidad de episodios que tiene “Donde hubo fuego”, que en este caso son 39 capítulos. ¿Cómo se llegó a este número?

Netflix tiene una política de trabajo que a mí me parece muy atractiva, que es volver a poner al centro de la producción al creador. Por lo tanto, es él o ella quien contesta a las preguntas, porque quién mejor que sea la persona que inventó la historia para responder las dudas entorno. Es al creador a quién ellos le consultan cuántos episodios necesita su historia para que quede perfecta. Eso es una libertad maravillosa para uno como autor. Pero también una responsabilidad enorme, porque si yo le digo a mi jefe que necesito doce capítulos para contar esta historia, significa que yo tengo que hacer doce capítulos magníficos, donde pase de todo. Y no puedo a mitad de proyecto cambiar la cantidad de episodios. Tengo que ser súper responsable de decidir la duración de la historia y de los capítulos. Es la historia la que manda. Cuando yo empecé a diseñar “Donde hubo fuego” junto a mi jefe, los dos nos dimos cuenta que una historia de bomberos, con todo el tipo de emergencias que los bomberos atienden, que no es solamente incendios, sino que choques, ahogos, fugas de gas, atropellos, emergencias de abejas, incluso gatos que se quedan atrapados en árboles, íbamos a tener que darle tiempo, o si no, se iba a sentir como una historia apretada y sobreeditada. No íbamos a tener tiempo para contar las acciones de los bomberos siendo bomberos, más la vida personal de cada uno de ellos. Entonces, hice todo un diseño de arco de personajes y arco de temporadas. Decidí el número de episodios que tiene, porque descubrí que, con ese número de capítulos, yo podía contar la historia que realmente quería contar de la mejor manera posible.

Hace diez años que ya no escribes para Chile, siendo “Dama y obrero” y la asesoría de la fallida “La torre de Mabel” tus últimos acercamientos con la industria. ¿Te interesa volver a escribir para el país, pero bajo estos esquemas que te han dado tan buenos resultados en Netflix?

Claro, por supuesto. De hecho, yo también volvería si me llamara Mega, el 7 o el 13. Si se respetan estos requisitos, que yo creo que son los mínimos para que el trabajo de un escritor funcione en pantalla, sí lo haría. Contrario a lo que varios piensan, yo no tengo problemas con la industria chilena. A mí me encantaría volver a trabajar con actores chilenos, que siento que son espléndidos. Me encantaría volver a trabajar con directores chilenos que conozco y quiero muchísimo, o con ejecutivos de televisión con los que trabajé hace mil años. Lo que pasa es que soy muy crítico respecto a cómo están administrando el producto audiovisual en pantalla. Me parece que están atentando contra él y contra el trabajo de los creadores de esas teleseries y series. Cuando escribes un capítulo, por más que sepas que te lo van a cortar en cualquier parte, tú sabes como guionista que tu capítulo tiene una estructura. Tiene un principio, un medio y un fin. Si te lo cortan a la mitad, rompen esa estructura. Por lo tanto, ya no va a funcionar ese capítulo como querías que funcionara. Ahora, con respecto a lo de Netflix, por supuesto existe la posibilidad de que yo haga algo para Chile desde Netflix. Estoy haciendo algo para México, desde Netflix, pero eso no quita que el día de mañana no pueda hacer algo para Colombia o para Argentina, desde Netflix. No soy yo quien va a tomar esa decisión, sino que probablemente mi jefe. Pero a mí me encantaría. De hecho, vi 42 días en la oscuridady me pareció gloriosa. La disfruté y es una serie que se merece todos los premios posibles, porque está muy bien actuada, bien filmada y bien escrita. Los paisajes y la historia cuajaron de una manera perfecta, según mi criterio.

Aunque vives hace muchas décadas fuera del país, gracias a tu constante actividad en redes sociales, continúas ligado al acontecer chileno.  En materia cultural, ¿qué sabes o qué piensas del presente de la cultura chilena y lo que más te atañe a ti, el pasar de las artes escénicas como audiovisuales, ya sea en cine y televisión?

Si por materia cultural, tenemos que hablar de la publicación de libros en Chile, de la filmación de películas en Chile, de la realización de series en Chile o de la puesta de escenas teatrales en Chile, pues te puedo decir que Chile está bullendo de actividad cultural. Hay un número enorme de películas que se filman y estrenan en Chile. Hay un número enorme de obras de teatro que se montan y estrenan en Chile. Por conocimiento propio, te puedo decir que la cantidad de libros que se publican en Chile es gigantesca. Yo no paro de dar charlas, conferencias o asistir a colegios, aunque sea virtualmente, para hablar de mis libros, por lo tanto, la actividad cultural en Chile es permanente. A pesar de ser una de las industrias siempre más ninguneadas y una de las que siempre sale desfavorecida, cuando se hace algún recorte de presupuesto, es muchísimo lo que se está haciendo. Por lo mismo, a mí me da mucha pena que hayan canales de televisión que, históricamente, siempre apoyaron esa actividad cultural, cada vez más desligados de ella. Es muy triste todo aquello. Sobre todo, en Televisión Nacional, que, al ser la televisión pública, tendría que estar dictando cátedra en eso. Los otros canales deberían estar copiando a TVN. Tendría que ser el canal que constantemente está transmitiendo las películas, series, difundiendo obras de teatro o teniendo programas culturales, como los que tanto tuvo antes, ya fuesen El show de los libros”, “Cine video” o “El mirador. Ese era TVN, cuando realmente tenía una vocación social.

¿Qué opinas acerca del panorama sociopolítico, desde la previa al nuevo plebiscito como el desarrollo del presidente Gabriel Boric y su gabinete?

Estoy un poco cansado de estar viviendo eventos tan sucedidos en Chile, como en Estados Unidos. Pero miro con buenos ojos todo lo que tenga que ver con renovación política y justicia social. Es cosa de leer en mis redes sociales, para saber en detalle qué es lo que pienso al respecto de estos temas. Me parece que es una vergüenza que después de casi cincuenta años, todavía tengamos una constitución tan poco democrática o por lo menos nacida de una manera tan poco democrática, si lo que aspiramos es ser un país democrático. Chile es profundamente injusto, con una elite política muy acostumbrada a vivir y manejarse en la impunidad, donde sienten que las leyes no son para ellos, y que pueden cometer actos ilícitos, sin que eso considere consecuencia alguna. La constitución que se redactó y que tenemos que ahora someter a plebiscito en un par de semanas más, va por ese camino. Celebro también muchísimo que esa constitución haya incorporado a pueblos originarios, escrita en paridad y celebro que sea una constitución profundamente democrática, porque todos los que la escribieron fueron a su vez elegidos democráticamente. Me imagino que cuando un grupo de personas se da cuenta que hay un ciclo que está llegando a su fin, se asustan, patalean y reclaman. Porque han vivido mucho tiempo al alero de ese ciclo.

Me imagino que se asustarán de no saber qué va a pasar con ellos o cómo irá a funcionar la vida para ellos, ahora que se está acabando el ciclo. Lo que sí me parece terrible y una vergüenza, es que una de las alternativas para enfrentar este proceso democrático, haya sido validar mentiras y difundir mentiras. No tengo ningún problema cuando alguien me ataca, reclama o me insulta en redes sociales, si es que lo hace con argumentos. Si es que lo que está atacando es un argumento.

Pero si el argumento va a ser una mentira, difundir algo que no es cierto, que ya se ha explicado hasta el cansancio que no dice eso, que no está eso, que nadie escribió eso y aún así, se sigue difundiendo esa mentira, porque sirve difundirla, me parece patético y considero que es caer muy bajo. Porque entonces no se compite de igual manera y no se entra a un juego democrático todos en la misma cancha. Si no que hay unos que están peleando en una cancha y hay otros, que están en otra, y estas canchas no tienen punto de encuentro. Porque una no es real. Están entregando panfletos con mentiras, con falsos artículos de la nueva constitución, imprimieron incluso falsas nuevas constituciones que regalaban en las calles para confundir aún más a la gente. Todo eso me parece bajísimo y patético. Me angustia que prácticas como esas queden impunes. Porque la prensa recoge esas mentiras que se dijeron y al contarlas y replicarlas sin contexto, las validan. Eso es algo peligrosísimo, sobre todo pensando en el futuro. Porque si uno no pone freno a esas acciones, ¿cómo van a ser las campañas políticas en cinco o seis años más? ¿Van a ser puras mentiras? ¿Van a trucar videos, que cada vez van a ser más difíciles de averiguar si son ciertos o no, para inventar que alguien dijo algo que no dijo o que hizo algo que no hizo? ¿Cómo va a ser eso? En el mundo en que vivimos ahora, cada día hay más gente que no pretende corregir sus propias interpretaciones con respecto a las cosas y no les importa saber que está repitiendo una mentira. Eso es muy grave. Cómo corriges un camino, si no reconoces que te engañaron, que te mintieron, que te caíste, que creíste la mentira, y vas a enmendar el camino. Algo como eso lo empecé a ver aquí en Estados Unidos, seis, siete años atrás, y es muy angustiante.

También podría gustarte