En dictadura y en democracia: Radiografía de la censura cinematográfica en Chile

Cine Censurado en Chile

En el siguiente artículo, Revista La Máquina expone los hitos más importantes que marcaron a filmes tanto extranjeros como nacionales que fueron prohibidos o censurados en nuestro país. Desde la conformación de las primeras agrupaciones encargadas de vigilar y amonestar a cintas, las prácticas llevadas al extremo durante la dictadura militar y casos más recientes en donde se vieron enfrentados los puntos de vista autorales contra el criterio de distribuidoras de películas.

Los primeros años de la censura en Chile

A principios del siglo XX, quienes se encargaban de prohibir la exhibición de largometrajes en Chile, no se trataba de un organismo o comité, sino que estaba representado en una sola autoridad, en este caso, la figura del alcalde.

“Carlos Rogers prohibió que se dieran películas que se consideraban inmorales, según los cánones de la época”, señala el periodista y crítico de cine Joel Poblete. “Películas a las que hoy en día no se les encontraría nada”, agrega.

En esos años, las ciudades que concentraban mayor cantidad de exhibición de filmes en Chile, eran Santiago y Valparaíso. Cabe recordar que los estrenos en cines consistían en su gran mayoría en trabajos documentales, no películas propiamente de ficción. Según un texto encontrado en el sitio web www.cinechile.cl, se indica: “se establece que el cine debe limitarse al registro de eventos sociales”. Esto implicaba inauguraciones de monumentos, festividades, desfiles, ceremonias o ritos de la iglesia católica.

En 1925, el presidente Arturo Alessandri creó el Consejo de censura, a través del decreto número 558 de ley presidencial. Tres años después, Carlos Ibáñez del Campo endureció las normas, prohibiendo películas que se burlaran de la autoridad, la religión o el sentimiento patrio. En 1932, se estableció de manera oficial la creación de un Consejo de censura, dependiente del Ministerio de Educación. Recién en 1959 se crea el Consejo de Censura Cinematográfica de Chile.

“El primer Consejo de censura quedó conformado por el director general de Bibliotecas, dos personas designadas por el presidente de la República y otras dos nombradas por la Ilustre Municipalidad de Santiago”, recuerda Juan Carlos Berner, comunicador audiovisual. “Además, el Consejo nombraba a dos Inspectores de teatro, que trabajaban sin sueldo, para ayudarlos en la fiscalización de estas tareas”, señala.

En la actualidad existe el Consejo de Calificación Cinematográfica, que depende del Ministerio de Educación, y está conformado por académicos, cineastas y críticos de cine.

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Fotograma “Sexo con amor”

La censura en la dictadura de Pinochet

El golpe de Estado de 1973 y el posterior régimen del general Augusto Pinochet, supuso cambios radicales para todo Chile, especialmente para el mundo de la cultura, que tuvo como resultado muertes, torturas, persecuciones, exilios, entre otros vejámenes dirigidos al medio artístico. Sumado a todo esto, la censura cinematográfica adquirió otra connotación, cuando uniformados fueron incluidos al consejo calificador, sin importar que tuviesen conocimientos relacionados con el séptimo arte.

Pero dadas las circunstancias sociopolíticas, contaban con voz y voto para decidir qué se podía ver y qué no en los cines chilenos. El 2001, ya recuperada la democracia, se publicó “Pantalla prohibida”, libro escrito por Daniel Olave y Marco Antonio Parra, que denunciaba las irregularidades realizadas por el Consejo de Calificación Cinematográfica, especialmente durante la dictadura militar.

En el extenso listado del consejo de calificación sobresalían títulos como “El violinista en el tejado”, “El último tango en París”, “El despertar de los muertos”, “La vida de Brian”, “Nicholas y Alexandra”, “El lugar sin límites” y “Missing”, que fueron considerados obscenos, blasfemos, amorales, comunistas o que atentaban contra la autoridad militar. Todo lo que tuviese relación con sexo, política, religión o ideología, estaba condenado a la prohibición más absoluta y hasta absurda en el Chile de los 70s y 80s.

Pero el cine extranjero no fue el único que corrió esa misma mala suerte: “En la dictadura de Pinochet se prohibieron muchas películas chilenas. Por ejemplo, ‘Imagen latente’ de Pablo Perelman, que contaba el caso de su hermano asesinado en la dictadura militar, solo pudo estrenarse en 1990”, señala Juan Carlos Berner.

“Cien niños esperando un tren”, de Ignacio Agüero, se estrenó en 1988, aunque debido a su temática de denuncia, fue calificada para mayores de 21 años. “Si tú ves la película hoy en día, no hay nada que pudiera justificar que fuese para mayores de 21”, dice Joel Poblete. “Pero como se estaba mostrando las labores pedagógicas de Alicia Vega en poblaciones de escasos recursos, obviamente se lo miró por el lado de lo social, aunque no era el centro del documental finalmente”, agrega el periodista.

Otras cintas nacionales que fueron censuradas y estrenadas con el regreso de la democracia, fueron “Palomita blanca” de Raúl Ruiz y “Voto + fusil” de Helvio Soto. “La batalla de Chile” de Patricio Guzmán fue estrenada en cines en 1997 y tuvo que esperar más de 40 años para poder ser transmitida en televisión abierta, aún teniendo TVN los derechos de exhibición del documental. Su emisión se dio recién el año 2021 por La Red.

Chile v/s ‘La última tentación de Cristo’

La cinta de Martin Scorsese, “La última tentación de Cristo”, estrenada en 1988, causó gran conmoción en el mundo, acumulando rápidamente detractores de la religión católica, que llamaban a boicotear la película, debido a que en el filme basado en la novela de Nikos Kazantzakis, se planteaba la inquietud de qué hubiera pasado si Jesús no hubiese muerto en la cruz. “’La última tentación de Cristo’ también fue prohibida durante años en Argentina y México. Curiosamente, en Argentina sí fue emitida en la TV por cable. En Francia, por ejemplo, un grupo de fanáticos quemaron un cine donde se exhibía la película”, recuerda Juan Carlos Berner.

A raíz del contexto de la época, la sociedad chilena no fue la excepción ante esta censura, pero sobresalió dentro de varios países al arrastrar esta situación hasta límites inimaginables.

“En Chile duró demasiados años la censura sobre la película. En otros países, se censuró y prohibió, pero pasado un tiempo sí se permitió su exhibición”, comenta Joel Poblete. “Es el caso más mediático y el que más revuelo e impacto generó en Chile, porque hubo gente que incluso viajó hasta otros países no tan lejanos para poder ver ‘La última tentación de Cristo’ en cines. Recién estaba más de moda el VHS, por lo tanto no era tan fácil conseguir copias de la película o poder verla de otra manera, si estaba prohibida en Chile”, agrega Poblete.

Durante los primeros años del retorno de la democracia, el polémico trabajo de Martin Scorsese fue recalificado y estuvo a punto de ser exhibido en televisión abierta. Sin embargo, grupos conservadores presentaron un recurso de protección ante tribunales, lo que conllevó a que la película volviese a estar prohibida en el país. Tiempo después, la Corte Interamericana de Derechos Humanos falló contra el Estado de Chile y logró remover la censura recién en el año 2000.

El largometraje perseguido en democracia

Uno de los últimos casos más bullados de la censura en el cine chileno, ocurrió con la cinta del realizador Francesc Morales, “Apio verde”, protagonizada por la actriz Catherine Mazoyer, debido a su entonces insólita temática, que todavía se encontraba penalizada en Chile.

“Nuestro objetivo principal era llegar a un público masivo con una película sobre el aborto terapéutico, para dar a conocer esta problemática”, comenta Morales. “No es una película que hicimos con el objetivo de ganar festivales, sino que queríamos cambiar el país. Suena ambicioso, pero gracias a este giro en el género de la película, llamamos la atención de muchos medios tradicionales e internacionales, tuve exhibiciones en varias regiones e incluso en colegios, además tuvimos reuniones con importantes políticos que no tenían idea sobre el tema”, agrega.

Rápidamente, una vez comenzado el rodaje el 2011, el equipo detrás de “Apio verde” tuvo inconvenientes ocasionados por sectores conservadores y provida, que buscaron prohibir que continuara la filmación.

“No era raro que nos llegaran mensajes de amenazas, que nos gritaran “asesinos” o que averiguaran dónde íbamos a grabar”, recuerda Francesc Morales. “La gente conservadora que hace estas cosas son gente con poder o gente con mucho tiempo libre. Igual es loco que han pasado más de 10 años y me siguen amenazando de muerte de vez en cuando cada vez que lanzo un video que tenga con temas sociales. Siento que “Apio verde” me enseñó a entender cómo manejar eso y seguir luchando”, señala.

Las presiones de sectores conservadores no fue lo único que dificultó “Apio verde” para seguir luchando. También existieron zancadillas desde la distribuidora cinematográfica.

“Nos retuvieron la película hasta las últimas. No tenía ningún sentido, porque habíamos ganado un fondo para su estreno, ellos no tenían que financiar nada, pero estábamos amarrados a esta distribuidora”, cuenta el comunicador audiovisual. “Nos mintieron una y otra vez. No hicieron nada. Ni un afiche. Yo llamaba, iba, reclamaba, posteaba sobre eso y no les importó. Nada de nada. Aparte del impacto y decepción que tiene llevar como tres años con un proyecto que termine en nada y las amenazas que recibí, perdí 10 millones y sobre todo mis ganas de hacer cine”, dice Morales.

La acusación de censura sobre “Apio verde” repercutió en medios de comunicación y en redes sociales, posibilitando que el equipo realizador pudiera compartir la película en YouTube. “Ya llevábamos años peleando y estábamos cansados. Esto significó asumir que el gasto millonario que se hizo en la película no iba a recuperarse, pero sí podía llegar a ser masiva”, cuenta Francesc Morales acerca de su largometraje, que hoy en día tiene más de 800 mil reproducciones en YouTube.

Censura en el presente

En la actualidad, no se ha vuelto a saber de un caso de censura en el cine chileno que tenga una masiva repercusión o que se haya destapado algún hecho ocurrido en el pasado con un largometraje nacional. El 2018 tuvo cierto eco la acusación de censura de parte de la organización del AMOR Festival Internacional de Cine LGBT+ contra la Municipalidad de Providencia, respecto a la exclusión del filme “Insiders” de Sebastián Castillo en su programación. Y el año pasado, “El príncipe” (2019) de Sebastián Muñoz, ganadora en el Festival de Cine de Venecia, fue eliminada del catálogo de Amazon Prime de Reino Unido, aduciendo presentar “contenido ofensivo”.

“La censura actualmente es mínima en Chile, aunque por supuesto el Consejo de Calificación Cinematográfica debe atenerse a las leyes chilenas, así como a la Constitución y tratados internacionales como la Convención de derechos humanos y la de los Derechos de los niños y niñas”, aclara Juan Carlos Berner.

Según lo investigado por el comunicador, la última vez que se multó por la exhibición de una cinta fue en enero de 2004, al exhibirse “Sexo con amor” (2003) de Boris Quercia, en la plaza pública de San Pedro de Alcántara, Región de O’Higgins, en presencia de niños.

Pero ¿acaso continúa teniendo la censura el mismo nivel de relevancia que hace un siglo? “Creo que cada vez hay menos restricciones”, asegura Joel Poblete. “Cada vez hay más plataformas, hay más formas de acceder a las películas y es un poco más difícil llevar el control de todo. Yo creo que el Consejo de Calificación Cinematográfica, de alguna manera u otra, tiene que irse adaptando a los tiempos e ir modificando muchas de sus costumbres u formas de organizarse. El poder de la censura ya no es tan importante, como antes, si es que alguna vez realmente lo fue, y por lo mismo hay que revisarla, para que no tenga tantas restricciones”, señala el periodista. “La censura a mi juicio, debe existir en ciertas circunstancias”, opina Juan Carlos.

“Aunque parezca obvio, me parece correcto que un niño no tenga acceso a ver pornografía o cine gore en una sala de cine, ya que no tiene el criterio formado para entender la significancia de esas imágenes y podrían provocarle un daño psicológico”, afirma Berner.

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