EDITORIAL|Festival de Viña: Un orgullo chileno sin chilenos

Un espacio multitudinario y excepcional para la música chilena. Esa era la premisa que en 1959 tomó como un desafío insospechado el municipio de Viña del Mar, a manos del alcalde Gustavo Lorca y de Carlos Ansaldo, director del Departamento de Turismo y Relaciones Públicas de la Municipalidad de Viña del Mar, creando, a su vez, una competencia para que músicos nacionales pudieran obtener más ingresos y masificación.

Un sueño que perduró por años y que, con mucho recato y respeto, cada uno de los canales televisivos que han transmitido este magnoevento mantuvieron la preponderancia del chileno como número importante del certamen; compartiendo camarín y mediatización con grandes estrellas internacionales, cuando, como dicen, la gaviota y la antorcha costaba harto ganarlas.

No obstante, esta “tradición” ha mutado negativamente en los últimos años. Ponemos el ejemplo de la edición de este año, es decir, la sexagésima edición, que se desarrollará entre el domingo 24 de febrero y el 01 de marzo. Tan solo una artista nacional pisará la Quinta Vergara: CAMI, más conocida como Camila Gallardo.

Una cantante que, pese a su apabullante éxito tanto en los escenarios como en las redes digitales (con 1,1 millones de seguidores) y a su creciente talento, no tiene una larga trayectoria o una experiencia que sea premiada con su participación en el Festival, o así se podría haber pensado en otros años.

Méritos no le faltan a CAMI, por cierto, como también lo fue con Shakira en sus primeros pasos, Alejandro Sanz, Ricky Martin, Luis Miguel, etc. Pero, como sabemos, el Festival de Viña nació para con nuestros coterráneos.

Los organizadores del “Festival latino más importante del mundo“, especialmente desde los años de Chilevisión al poder (2011 a 2018), han bajado notoriamente la participación de artistas chilenos. Lo números más destacados de su gestión fueron Los Búnkers (con una nota que le puede interesar acá), Mon Laferte, Américo, Jorge González, Francisca Valenzuela, el regreso de La Ley (con Zeta Bosio) y Los Tres, muchos de ellos debutando en estos años.

¡Vamos, Ñavi! No necesitamos banderas, interpretada por Jorge González en 2013.

Sin embargo, si analizamos las últimas dos ediciones, solo hubo cuatro números nacionales (Mon Laferte y Américo en 2017; Illapu y Augusto Schuster en 2018), estando en desmedro de la cantidad de artistas latinos/urbanos y repetitivos que han sido protagonistas del Festival creado para la música chilena. Y este año, repito, hay solo uno.

Uno puede preguntarse, al darse cuenta de esta realidad: ¿pero, oye, hay cantates o bandas chilenos para dar buenos shows en el Festival? Debo admitir que sí y no.

Álex Anwandter, Pedro Piedra, Newen Afrobeat, El Cruce, Weichafe, We are the grand, son algunos de los tantos ejemplos de que sí pueden pararse con total desplante en el escenario de la quinta región, debutar y, en el caso de algunos artistas nombrados, presentarse al mundo con orgullo y prestancia. Sinceramente, muchos ya deberían haber estado en el afamado certamen viñamarino.

Una de las grandes bandas de blues chilenas: El Cruce

Pero también está el no. Esto sucede porque tal como tienen repertorio y algo más de recorrido musical, también les falta la espectacularidad. No refiriéndose a la parafernalia sobreexagerada ni al rompimiento de guitarras, sino más bien a la presentación, al ritmo, a la puesta en escena y al cancionero.

Además, a organizadores les convendrá más tener a números conocidos, rentables, ojalá internacionales, y que saben que serán un espectáculo seguro tanto para el público, la crítica y la televisión, pese a que hubo algunos pajaritos en el aire rondando equivocadamente sobre el escenario.

Sí, falta más espacio para el cantante chileno en la Quinta Vergara y eso, con toda seguridad, no cambiará mucho a menos que la Municipalidad, los canales organizadores y los productores se dediquen a pensar que el evento más multitudinario y de mayor orgullo para los chilenos, necesita de chilenos para vivir como esa lejana premisa de hace 60 años.


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