Los nuevos talentos en el mundo actoral chileno afloran constantemente. Eso no es novedad. Incluso, en más de una ocasión, en este mismo medio se han difundido sus rostros y nombres. Pero dentro de todo ese grupo – que ronda entre los 24 y 32 años-, existe un talento especial, casi único y que, además de ser técnicamente dotado para su labor como actor, cuenta con un carisma y simpatía del público pocas veces visto en los últimos años, lo que de por sí lo convierte en un rostro atrayente a la hora de ver una determinada producción. Hablamos de Sebastián Ayala (32), el mismismo Maicol de la serie de TVN, El Reemplazante.

A pesar de que su carrera, probablemente para siempre, esté marcada por lo que fueron las dos temporadas de esta serie en la que encarnó al humilde, luchador y a veces errático joven, la carrera y capacidad de Sebastián Ayala han demostrado estar más allá de lo que fueron las salas de clases del Príncipe Carlos.

Ayala también es un actor multifacético, que no solo actúa, también crea desde otros espacios como la dirección y la creación de textos, que entiende cada uno de los rincones de la expresión actoral, dramática y que para el que el escenario o set de televisión no tiene secretos.

De actuaciones sólidas y confiables, lo ha demostrado con gran capacidad con una potente carrera en cine, siendo gran exponente de cintas nacionales, entre las que destacan “El silencio en las palabras” (2010), “La pasión de Michelangelo” (2013), “Más allá de la ciudad” (2013), “Caleta de rabia” (2013), “Desastres naturales” (2014), “A la orilla” (2014), “Demonios clandestinos” (2015), “Arder” (2016), “Mala Junta” (2017), “Jesús” (2017), “El príncipe” (2019), “Es la noche el desamparo” (2019), “El Dani” (2018), “Mis hermanos sueñan despiertos (2020)” (en desarrollo), todo esto en su rol de actor. Como director su carrera es algo más corta, destacándose en “Anqas” (cortometraje chileno 2011), “La isla de las gaviotas” (Proyecto en desarrollo) y “El Dani” (2018).

Sebastián Ayala es más que Maicol en “El Reemplazante“, pues entiende la realización y creación en forma íntegra, pero la televisión pareciera no ver ese talento y capacidad de atracción de público, sobre todo del joven. También es cierto que sus intereses estén más allá y no exclusivamente en la televisión, no obstante algo de este rechazo hay cuando se deja de lado la posibilidad de traer devuelta en una tercera temporada a su personaje icónico.

En Sebastián Ayala hay una mina oro que no ha sido descubierta en su totalidad, que es capaz de ser sumamente versátil, creíble, confiable y aportar profundidad no solo a su personaje en particular, también es capaz de hacerlo a una obra completa, puesto que él en sí mismo es una explosión de talento pocas veces visto.

Mientras la televisión “crea” incesantemente en su fábrica de salchichas, un obrero de la dramaturgia, el cine y la creación artística combate y genera contenidos cuya calidad va más allá de los límites de la industria, la televisión hunde en las mismas historias de siempre, con la liviandad de siempre. Es Sebastián Ayala uno de los tantos talentos que debiese tener un lugar preponderante en todos los espacios de la creación nacional, pues su talento así lo demuestra además de hacerlo capaz de entregar gran y buen contenido, independiente del rol que asuma.