El año 2020 ha sido particularmente extraño, poco amable y, aunque es un cliché, el tiempo no perdona y avanza sin contemplación. Sin embargo, este no era el año para aguantar otra pérdida más, menos la de una persona, actor y parte fundamental del teatro chileno como lo fue Nissim Sharim (1932-2020). Hoy nos ha dejado un fundador, un maestro y un escultor de las artes escénicas.
Con más de 60 años de carrera, con un amor incondicional al Teatro, parte de su familia, Nissim Sharim es, sin dudas, uno de los exponentes más grandes de la teatralidad chilena, su legado, el Teatro ICTUS, es parte esencial de las artes escénicas chilenas; sin él, por ejemplo, no se entiende la resistencia del mundo de la cultura a la dictadura militar, la constante innovación en el teatro y el estar constantemente creando.
Sin Nissim Sharim no se entiende el ICTUS, La Manivela ni menos el teatro chileno.
Con 16 años, recién salido del colegio, entra a la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, espacio que abandona para unirse al que fuese su hogar, el ICTUS, donde incluso su hija, Paula Sharim, fue criada, espacio del cual hoy es la directora y continúa, de alguna forma, con el legado de su padre.
Progresista y propulsor de muchas actividades teatrales, Nassim Sharim fue parte de aquellos actores que se atrevieron con el cine, tanto en 1968 con “¡Ufa con el sexo!” y, en 1976, con la ya emblemática película de Silvio Caozzi, “Julio comienza en Julio“.
De la televisión ni hablar, porque “La Manivela” y su participación en el mítico comercial de “Cómprate un auto, Perico” lo enmarcan aún más. Pero no podemos desconocer que después de su salida del directorio de TVN el 2004, la caja parlanchina se perdió a creativo de excelencia, a alguien capaz de inventar de la nada y romper esquemas. Para variar, la industrialización desconoció a uno de los grandes maestros de las Artes en nuestro país.
Propulsor de grandes espacios culturales y de comunicación, por excelencia su gran amor fue el Teatro, tanto así que el propio Sharim se dedicaría a sí mismo la siguiente cita: “Ninguna muerte me podrá alejar nunca de este teatro, como no se ha podido llevar a ninguno de los que estuvieron aquí. Digámosle al tiempo que su esfuerzo por borrar las huellas de los zapatos que han pisado este escenario, es inútil”.
60 años después, un grande de las tablas nacionales parte, dejando consigo un legado que nunca será olvidado, pues no puede serlo, porque para entender al teatro chileno expresión de civilidad, de entretención, de espacio de encuentro y conversación, es necesario Nissim Sharim, el gran amigo de Delfina Guzmán y Manuel Guerrero; el férreo resistente a la dictadura y a las prohibiciones hacia la Cultura, el mismo que este 5 de noviembre, a las 5:50 de la mañana, ha a partido a otro camarín, pero que desde algún lugar seguirá diciendo “¡Qué viva el Teatro!”.